Las buenas expectativas que los sondeos auguran para el candidato del PSC, Salvador Illa, no solo han puesto en alerta a los partidos independentistas. En la derecha también ha provocado los primeros movimientos. Formalmente aún no ha empezado la campaña, Salvador Illa se sentará este martes por última vez en el Consejo de Ministros, pero las posibles alianzas postelectorales ya monopolizan gran parte del debate.
Las declaraciones del secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, anunciando el viernes su intención de apoyar una investidura de Illa para frenar al independentismo no solo han provocado la reacción del resto de formaciones sino que han sido desmentidas por su propio partido y le han obligado a rectificar. La secuencia es la siguiente: en declaraciones a OK diario, Ortega Smith había asegurado que si de ellos dependía que no gobernasen "los separatistas y golpistas" harían todo lo que estuviese en su mano. "Incluso apoyando a algún gobierno en la investidura, para que no gobiernen los golpistas", añadió. Pese a todas las críticas que lanzó al ministro de Sanidad, su conclusión fue que si había que elegir "entre lo malo y lo peor" Vox optaría por "lo malo" por una cuestión de responsabilidad.
Tanta claridad no gustó en sus propias filas, que se pasaron el fin de semana matizando estas declaraciones. Macarena Olona, la más contundente, lo hizo en estos términos: "Nunca facilitaremos el acceso de Salvador Illa a la Generalidad. Su sitio es la cárcel. Y para conseguirlo sí estamos colaborando con el pueblo español a través de las acciones judiciales de Vox". Para evitar que siguieran las especulaciones, el propio Ortega Smith ha acabado enmendándose a sí mismo este lunes: "Sin hipótesis, ni política-ficción: que pierdan toda esperanza los enemigos de la unidad y la libertad de los españoles. Vox nunca facilitará su acceso al gobierno de la Generalitat. PSC y ERC son socios en el Frente Popular".
Pero el balón que chutó Ortega Smith ya rueda por el campo y los adversarios del PSC, tanto los independentistas como los 'comuns', han preguntado y repreguntado a los socialistas si llegado el caso aceptarían los votos de Vox para que Illa lograse ser investido presidente. La viceprimera secretaria del PSC y número dos de la lista, Eva Granados, ha intentado zanjar la polémica este lunes asegurando que los socialistas no quieren tener nada que ver con la formación liderada por Santiago Abascal. "No, nada y nunca. No queremos saber nada de la ultraderecha".
El PSC, a diferencia de lo que hicieron los socialistas en la campaña andaluza, pretende evitar a toda costa dar cualquier protagonismo a Vox y más cuando se puede convertir en munición para los rivales de Illa. Otra cosa es que llegado el momento, la ultraderecha ofreciese sus votos a cambio de nada para evitar que el independentismo siguiese gobernando en Catalunya. En Alemania, Angela Merkel, firme defensora de aplicar el cordón sanitario a los partidos de extrema derecha, forzó la dimisión del presidente de Turingia, Thomas Kemmerich, solo un día después de ser elegido porque para lograrlo había contado con el apoyo de Alternativa para Alemania. La derecha española no solo no ha aplicado ese cordón sino que directamente ha abierto la puerta de las instituciones a la extrema derecha.
La oferta de Arrimadas
Quien también ha movido ficha para resituarse ha sido Ciudadanos, que ha ofrecido a los socialistas gobernar juntos. "El gobierno más centrado y mejor que se puede hacer después de las próximas elecciones es un gobierno de Ciudadanos y de PSC", ha argumentado Arrimadas. En un ejercicio propio de la campaña pero nada pegado a la realidad, su propuesta, al menos la inicial, sería que el presidente fuese su candidato, Carlos Carrizosa.
Según el CIS, solo 2 de cada 10 votantes de Ciudadanos tienen claro que volverán a confiar en esta formación. La fuga más importante que tienen es hacia Vox. Y un 8% esta vez optarían por el PSC. Los socialistas, que según los sondeos pueden doblar e incluso triplicar en votos al partido de Arrimadas, le han dado largas y directamente han pedido a los votantes de Ciudadanos o a aquellos que tengan dudas que se pasen al PSC. Para algunos sería regresar a su casa puesto que la formación naranja creció a costa de exvotantes socialistas. El problema es que para esa ecuación es imprescindible el PP, que asegura que no piensa ayudar a Illa a ser presidente. "El responsable de la peor gestión de la historia reciente de España, Salvador Illa, no será Presidente de la Generalitat con nuestro voto. Un constitucionalista de consenso sí. Y ese jamás será Illa", ha insistido el candidato de los populares, Alejandro Fernández.
Además, en base a todas las encuestas publicadas, el bloque constitucionalista estaría lejos de los 68 escaños que se requieren en el Parlament para sumar la mayoría absoluta. Según el último sondeo conocido, el que ha realizado SocioMétrica para El Español, la suma de PSC, Ciudadanos y PP se quedaría en 45 escaños. Para alcanzar la mayoría absoluta se necesitaría que Vox y los 'comuns' se sumasen, algo que parece improbable e imposible, aunque en la política catalana casi nada sea imposible.
Esa misma encuesta apuntaba que Illa sería el más votado aunque empatado a votos con Junts, algo que confirmaría los peores temores de ERC, que durante todos estos meses había encabezado todos los sondeos. Los republicanos aseguran que en sus 'trackings' electorales todavía sale Pere Aragonés como el primero. Tanto en Junts como en ERC tienen detectada una bolsa importante de electores independentistas que se declaran indecisos.
En la candidatura de Laura Borràs están convencidos de que pueden superar a la de Aragonès y ganar en escaños a la de Illa. Puigdemont sigue siendo su principal baza y está previsto que participe en un acto diario. Los republicanos, por su parte, también confían en que Oriol Junqueras podrá asistir a un par de mítines y que Marta Rovira participe casi diariamente por videoconferencia desde Ginebra.
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