jueves, 17 de septiembre de 2020

LOS JÓVENES DE GARRALDA QUE RECUPERARON EN LOS SETENTA EL EUSKERA PERDIDO

 A Juan Carlos Etxegoien, 'Xamar', (Garralda, 1956) se le quedó grabada la frase con la que le respondió su abuela Bitoriana cuando aquella tarde de agosto de 1980 él le habló por primera vez en euskera. Nunca lo habían utilizado juntos, pero sabía que ella lo iba a entender. “Pero... ¿por qué hablas así, mi chico?”, le contestó la mujer en castellano. Cuarenta años después es la frase de inicio de 'De vuelta a casa', la traducción al castellano de 'Etxera bidean' con el que 'Xamar' ganó el año pasado el Premio Euskadi de Literatura en el apartado de ensayo. Un libro sobre qué ocurrió en Garralda, “qué ha ocurrido en este país”, para que el euskera, su lengua nativa, se hubiera mantenido hasta entrado el siglo XX, una generación lo perdiera y los adolescentes del pueblo en los años setenta, entre ellos 'Xamar', lo descubrieran y se empeñaran en recuperar la lengua y la cultura vascas. Un relato autobiográfico que da paso a la historia de “una generación nacida, crecida y mal educada en el franquismo” que, consciente de que había sido desposeída de la lengua y la cultura que naturalmente les correspondía, se empeñó en su recuperación, consiguiéndolo: en Aezkoa prácticamente todos los niños y niñas son euskaldunes, apuntó este martes la periodista Reyes Ilintxeta, que acompañó al autor en la presentación del libro.

Ella se refirió a 'De vuelta a casa' como “una sociobiografía”, el retrato de esa generación a la que pertenece 'Xamar' que hace 50 años descubrió el euskera a través de los topónimos, de los nombres de las casas, de sus propios nombres... “Fueron investigando y con la lengua conocieron la historia del valle y de las gentes, esa historia que no aparece en los libros, entrando en contacto con todo el movimiento cultural de renacimiento de la cultura vasca que se estaba dando esos años en toda Euskalherria, literalmente Euskalherria ‘tierra o pueblo del euskera”.

“Eran los últimos años del franquismo”, continuó Xamar, “y el descubrimiento fue agridulce: nos sentíamos dolidos con esa generación que no nos había transmitido el euskera. Entender por qué nos ha costado mucho tiempo”. Su madre, por ejemplo, nacida en 1929 en Garralda, no lo hablaba. “El corte que se dio en la transmisión de la lengua y de la cultura fue brutal”, pero descubrir el euskera perdido y empeñarse en recuperarlo y aprenderlo poco tuvo que ver con una campaña en su favor. Era otra cosa, más profunda. “Nos faltaba algo para completarnos y entender la tierra en la que vivíamos. Hasta entonces la toponimia y nuestros propios apellidos no tenían significado para nosotros, y en ese momento descubrimos que la clave para entenderlos era el idioma, el euskera”, añadió.

Este “collage plagado de historias, historietas, diálogos, coplas, canciones, párrafos históricos sobre guerras, incendios, inmigración... salta de época en época, de lugar en lugar”, en palabras de Ilintxeta. Un relato, añadió, con el que se sentirán identificados muchos navarros llegados de la zona de montaña que han vivido situaciones similares en sus familias.

Partiendo de ese descubrimiento y del camino de aquellos jóvenes para intentar ser ellos mismos tal y como pensaban que les correspondía, en esa vuelta a casa -física, por el paseo con su abuela, y espiritual, ideológica y cultural con el resto- “hubo quien se quedó en el camino”. De ahí que la versión en castellano de la obra premiada permita a estas personas leer “esa pequeña crónica, esa sociobiografía contando esa ida y vuelta, esa pérdida y recuperación de la lengua y la cultura nativas”.

El libro en euskera ya ha roto tópicos. Como que el campesinado mayormente carlista en el siglo XIX “era liberal y con un componente muy fuerte anticlerical en todos los valles de la muga, especialmente en Aezkoa”. O la relación tan fuerte con Iparralde, sobre todo con el valle de Donibane-Garazi: “Aquella relación fue uno de los elementos fundamentales que hizo mantener la lengua al menos en determinados grupos de personas. Porque el franquismo pudo haber hecho campañas en contra del euskera, pero algo no le quitó: valía para hablar con el otro lado, que para nuestros mayores lo era todo”, expuso 'Xamar'.

Hechos históricos en el pueblo explican qué ocurrió para que se produjera ese corte en la transmisión del euskera. Como que Ramón Bengaray, de Garralda y del Frente Popular, testigo en la boda de sus abuelos y padrino de su madre, fue detenido en el 36 y sigue hoy desaparecido, de lo que fue testigo su abuela Bitoriana. O que hasta los años cincuenta en Garralda, un pueblo de 300 habitantes, había 300 soldados, militares que vivían en las casas de los vecinos.

Se refirió ayer Xamar a los estudios que indagan en los problemas psiquiátricos que genera el corte de la transmisión natural de una lengua. “Se produce el autoodio: odiar lo que es por naturaleza. Con el euskera como lengua materna, de repente te encuentras marcado, discriminado y castigado, odiando lo que eres y no queriendo que tus hijos sufran lo que tú”. De ahí la satisfacción de que, por aquel movimiento de jóvenes en los años setenta, “niños que nacieron en aquella época se convirtieron en euskaldunes naturales”. La lengua estaba recuperada.


Libro ‘De vuelta a casa’

Autor: Juan Carlos Etxegoien, Xamar.

Editorial: Pamiela.

Número de páginas: 208.

Precio: 16 euros.

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Diario de Navarra

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