lunes, 20 de febrero de 2012

LA NOTA DISCORDANTE DEL NACIONALISMO

Fieles a su costumbre los sindicatos nacionalistas mayoritarios ELA, LAB, junto a STEE-EILAS, EHNE, ESK-KUIS han reiterado su inveterada costumbre de ir por libre. Convocan al País Vasco y Navarra a una jornada de huelga general en protesta por la reforma laboral que ha impulsado el Gobierno gracias al socorrido decreto-ley. La fecha en este caso es lo de menos, como también es lo de menos que la coalición Bildu sume con sus fuerzas. Tampoco importa que el Gobierno socialista se haya pronunciado con sonrisa laudatoria o que, incluso, el PSE acoja esa jornada de lucha “porque motivos no faltan”.

Lo que importa es que sea el 29 de marzo o el Día de los Inocentes, la fractura sólo perjudica a la clase obrera, máxime si se tiene en cuenta que los sindicatos nacionalistas ni siquiera levantaron el teléfono para dar cuenta de los hechos y cursar la pertinente y diplomática invitación para el evento previsto el último jueves del mes entrante.

Tanto ELA como el resto de los sindicatos convocantes acentúan más los asuntos internos, los de casa, (marco autónomo de relaciones laborales) que poner en alza el valor de una unidad de acción siquiera sea porque asistimos a la más agresiva de las reformas que se han llevado a cabo en los últimos años.

Desde que hace 32 años naciera el Estatuto de los Trabajadores hasta hoy se han producido 53 reformas laborales, a cada cual peor. Algunas de estas reformas fueron causa de huelgas generales que, a la vista está, no han servido para nada. Bueno, si, para algo, para que los sindicatos sigan perdiendo fuelle entre la clase trabajadora y los que aspiran a serlo aunque sea en precario. El caso es trabajar y tratar de vivir, de la forma que sea, bajo el inmenso paraguas de la crisis.

No parecen entender los sindicatos nacionalistas (por muy justas que sean sus reivindicaciones) que hay veces en las que la raya roja de lo identitario tiene que traspasarse.

La foto del día, ya que los hay empeñados en mantener la huelga-general-trampa, debe ser la de una nación paralizada. Y para que no resulte velada, en la misma deberían observarse con nitidez las banderas e insignias de todos los sindicatos, absolutamente de todos.

De lo contrario sólo haremos juegos florales y dar de comer al que ya está harto y de beber al que está sin sed. Merece la pena reflexionar sobre un concepto, el de huelga general que, al igual que el poder sindical, lleva camino de convertirse en pieza de museo.

Poner sobre la mesa estas disensiones en el mundo sindical vasco es poner sobre la misma mesa la validez de estrategias que en muchas ocasiones y ante conflictos en empresas o sectores puntuales, ha llevado a sindicatos de distinto pedigree a juntar fuerzas para conseguir un logro.

Entretanto, y en otro orden, señalar a quienes vaticinan que ahora, como en 1929, se saldrá del agujero. Recuerdo al lector que la crisis de 1929 finalizó cuando la maquinaria armamentística norteamericana se preparaba a fondo ante la posibilidad de intervención; acontecimiento que se produjo tras el ataque japonés en el Pacífico. Otro tanto ocurrió en la Alemania de Hitler.

Desde principios del siglo XX a hoy han cambiado muchos fundamentos básicos que hacen impredecible el comportamiento final de esta crisis; pero es posible que puedan extraerse muchas lecciones. Desde luego, la más importante conduce a recapacitar sobre qué hacer después de sortear como se pueda la hostilidad de la vida. Por ahora es una pregunta de difícil respuesta. La pregunta más fácil sí tiene respuesta: ¿es necesaria la unidad, o es prioritaria la identidad?

Félix Hereña, en La Antorcha de la Información

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