martes, 10 de mayo de 2011

MAYO NAVARRO

Desde que empezó la campaña electoral siento un profundo cansancio sólo alterado por las idas y venidas del Tribunal Supremo y el Constitucional. No me tomen esto como un desprecio hacia los políticos ni hacia la política. Nada más lejos. No en balde doscientos cincuenta años de revoluciones sangrientas nos han proporcionado las instituciones desde las que poder mantener el equilibrio inestable entre el poder y la ciudadanía. Así que no es para tomárselo a broma. Pero uno se cansa. Mejor dicho, uno no encuentra nada nuevo bajo este sol mayo que ya revienta el pecho de las adolescentes. Sé que esto es políticamente incorrecto, que uno debiera mostrarse permanente optimista por decreto, y más si uno se declara de izquierdas. Pero me cuesta serlo en esta sociedad en la que sonríes o revientas. Pase lo que pase. No veo, pese a las novedades de última hora, nada seductor que no tenga fecha de caducidad más allá del 23 de mayo. Siento que esta Navarra permanentemente sentada a la derecha de Dios Padre, está empeñada en seguir estándolo por los siglos de los siglos. Como si el destino navarro estuviese cruzado. O formase parte de los renglones torcidos de la historia. Y es que pareciera que la partida ya ha terminado antes de empezar. ¡Y eso que hay nuevos jugadores¡ Porque cada uno sabe qué va hacer y hasta donde puede apostar más allá del 23 de mayo. Las cosas están claras. Y eso es lo más descorazonador. La derecha sanzista reformada, y ahora educada, y la de toda la vida no ganará por mayoría, pero los socialistas, una vez más, compadrearán con ella por imperativo legal de Madrid-Ferraz. ¡Y todavía hay sectores de izquierda que siguen creyendo en el PSN como motor de cambio¡ La izquierda, más dividida que nunca, no logrará sentar con rotundidad en el Parlamento a la Navarra de izquierdas, la Navarra del cambio real. Pese a ser un clamor social. Y el nacionalismo en sus diferentes versiones y variantes de izquierdas nacionalistas, tendrá muy complicado, también por imperativo legal, encontrar colegas con los que compartir fuego de campamento más allá de una noche loca.

A todo esto, la gente, esa con la que nadie cuenta por ser real como la vida misma, hace sus cuentas. Pero para poder seguir viviendo, amando, sufriendo o soñando. Porque nada nuevo está a punto de ocurrir. Salvo que la partida será más entretenida.

Paco Roda

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