sábado, 2 de octubre de 2010

CRÓNICA DE JOSÉ ELADIO SANTACARA DESDE GUILIN

Esta crónica tenia que haber sido escrita hace mucho tiempo, pues el viaje ya tiene 4 meses de vida. Incluso debía de haberla hecho antes de iniciarlo pero...como digo más abajo este es un viaje en cierto modo distinto, y las posibilidades que tenía en los otros para aislarme y escribir, en este son mucho más escasas, o al menos debo esforzarme más para encontrarlas.
El hecho es que ya la etapa americana se ha terminado (con contratiempo incluido pues ya se está convirtiendo en una mala costumbre que al inicio de los viajes sufra algún robo: esta vez fue al llegar a Buenos Aires, en la estación de Retiro, camino de Urdampilleta: me quitaron la mochila pequeña con el ordenador y lo que es peor bastante dinero que incomprensiblemente llevaba en ella) y llevo 2 meses en China. luchando con el idioma Chino-Mandarín, pues muchas veces aparte del personal de los hosteles (y no siempre) la gente apenas sabe algo de inglés, así que hay que de una u otra manera debo hacerme entender. El mayor problema es el de la escritura, pues aunque a veces se ven rótulos en pinjin (sistema de escritura con caracteres latinos), no siempre ocurre así y además la mayoría de la gente no lo entiende. En Mandarín hay unos 50000 caracteres distintos, aunque la gente suele dominar unos 3000 (que ya está bien). En Beijing estuve casi un mes, me compre una bicicleta que luego vendí (son muy baratas), pues andar en bicicleta en Beijing es como ir a esquiar a una estación de esquí: el lugar apropiado. Eso sí en todo el tiempo que estuve ví el sol un par de días. El resto es como si una inmensa cúpula de niebla y polución aislase Beijing del mundo exterior..A continuación fui al Tibet (4.500 km desde Beijing y 48 horas de tren: aquí las distancias son enormes). Me metí en la boca del lobo pues fui sin el permiso obligatorio para todos los extranjeros, pero hubo suerte: el lobo no cerró la boca y me dejó salir. Quería ver qué hay detrás de ese permiso trasnochado y sin sentido, y la impresión que me dio es que detrás de él lo único real que hay aparte de lo que se queda el gobierno, es el chollo que tienen las agencias de viajes tanto chinas como tibetanas, pues si el permiso no tiene razón de ser, más vergonzoso si cabe es el chantaje de dichas agencias obligando a comprar a veces ridículos tours por tramitarlo. Del Tibet fui a Sichuan (Chengdu), a continuación Yunnan con sus maravillosas ciudades antiguas Lijiang Dali y su espectacular paisaje, y ahora me encuentro en Guangxi, concretamente en Guilin rodeado de pequeñas y puntiagudas montañas envueltas en la bruma, mil veces pintadas y que han servido de inspiración a tantos poetas y artistas.
Cuando se habla de China muchas veces hay que hacerlo en plan superlativo. El país más poblado del mundo (tal vez con permiso de India, pero en este tema así como en otros este último país es un auténtico desastre y no hay estadísticas fiables), el que ha construido la presa mayor del mundo, el que tiene el tren que circula a mayor altura del mundo (más de 5000 m.), el que construyó la muralla más larga del mundo (más de 6000 km.), y por no alargar la lista demasiado el país que tiene la mayor reserva monetaria del mundo. China es gente, mucha gente por todas partes: en la calle, en las tiendas, en las estaciones de autobuses y de trenes donde las nuevas e inmensas estaciones pareciesen quedarse pequeñas antes de inaugurarse. Sin embargo, esto está llegando a su fín. Se ven muchos jóvenes, pero en comparación pocos niños debido a la política restrictiva de natalidad, por lo que en unos años la población empezará a descender, aunque eso traerá como consecuencia un envejecimiento de ella, pero bueno en su momento deberán resolver el nuevo problema.
Por último comentar que China empieza a parecerse en cierto modo a Egipto: los precios para visitar los lugares turísticos no cesan de subir, muchas veces de una forma totalmente arbitraria, por lo que conviene informarse antes.
Como curiosidad diré que llevo la guía de viajes Lonely Planet, y al leer en las primeras páginas el artículo Panorama, parecería que el objetivo fuese que la gente no viaje a China por la forma en que hablan de ella. Pero es que en el interior continuamente se utilizan expresiones de mal gusto e insultantes como: megalómano, infame, dictador, psicópatas, descerebrados etc aplicados a sus dirigentes e incluso a China en general. Da la impresión que, salvo honrosas excepciones de algunos colaboradores, la guía hubiese sido escrita por el Departamento de Estado de los EEUU, como si estuviesen enojados por no poder hacer ya lo que les dé la gana con China y en China, tal como ocurrió hasta mediados del siglo pasado y durante unos 100 años. Me ha parecido muy lamentable que una guía de viajes del prestigio de la Lonely Planet no haya sido capaz de guardar las formas y dedicarse a lo suyo (es curioso que citan las barbaridades cometidas por Europa, USA y Japón, incluso el declarar la guerra a China-la llamada guerra del opio que por supuesto ganaron debido a su aplastante superioridad militar- para obligarle a que se pudiese vender opio en el país, pues era un gran negocio para Gran Bretaña que controlaba su producción, pero a lo sumo son como chiquilladas sin una mayor importancia). Si China tuviese el poder (que no lo tiene) de editar-vender una guía de viajes de este estilo pero hablando mal e insultando a los dirigentes europeos o de EEUU y a sus políticas, seguramente sería prohibida pero..

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