domingo, 24 de octubre de 2010

ARGENTINA: OTRA VEZ EL CRIMEN PARA FRENAR UN RECLAMO SOCIAL

Los llantos y el desconcierto acompañaban los corrillos en el barrio porteño de Barracas. “Mariano tiene un balazo”… “el flaco se nos muere”… “hijos de puta, tiraron a matar”… eran las frases cortas, dichas con bronca e impotencia por los compañeros de los trabajadores tiroteados.

La escena parecía una réplica de aquella triste jornada de junio del 2002 en Avellaneda, cuando los cuerpos sangrantes tendidos en el suelo eran los de Darío Santillán y Maximiliano Costeki de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón. O la de abril del 2007, cuando asesinaron al maestro y activista docente Carlos Fuentealba en Neuquén … Una vez más las pistolas para frenar una protesta social.

Trabajadores “tercerizados” del ferrocarril Roca con apoyo de corrientes políticas y movimientos sociales intentaron cortar las vías en Avellaneda reclamando la incorporación de 117 despedidos y el pase a planta permanente de otros 1.500 compañeros. Son víctimas del trabajo precario y de la dudosa gestión patronal de empresas subcontratadas por los responsables de los servicios.

Estos manifestantes fueron atacados por grupos vinculados con las direcciones sindicales ferroviarias, produciéndose un enfrentamiento con piedras, que terminó con la irrupción de una fuerza de choque que persiguió hasta Barracas a los manifestantes zona donde finalmente se produjo el ataque a balazos que dejó el saldo de un muerto - Mariano Ferreyra, 23 años, militante del Partido Obrero - y al menos tres heridos: Elsa Rodríguez de 56 años, integrante de una cooperativa, que recibió un disparo en la cabeza y que al momento de redactar esta crónica se encontraba en terapia intensiva en el Hospital Argerich de Buenos Aires. También heridos, aunque no de tanta gravedad, se encuentran también internados Nelson Aguirre, también militante del P.O. con herida de bala y un ex trabajador del Ferrocarril Roca, Ariel Pintos con lesiones de menor consideración.

La noticia de la agresión armada contra los manifestantes se propagó rápidamente, provocando protestas y movilizaciones de diversos sectores sindicales. Paros en los servicios ferroviarios del “Subte” de Buenos Aires, manifestaciones en la estación de Constitución y en diversas zonas de la capital y el Gran Buenos Aires. Para la jonada de hoy hay diversas convocatorias de huelgas y protestas, entre ellas la de la Central de Trabajadores Argentinos.

Gobernantes, políticos y sindicalistas hicieron declaraciones condenando lo sucedido. Se vuelve a repetir desde el poder “que estos hechos no quedarán impunes”, y también se lanzan sospechas y señalamientos sobre posibles “tramas” con diferentes intenciones políticas. Pero antes de que nos tapen las polémicas y los artificios verbales, es decisivo que haya una investigación seria a partir de los relatos de decenas de testigos, de las las imágenes grabadas por algunos canales de televisión, por las cintas de los sistemas de seguridad de algunas empresas y fábricas de la zona y de la indagación a los mandos y responsables de las fuerzas policiales que estaban en la zona.

Algunas cuestiones sencillas resultan inexplicables: En la zona estaban desplegados efectivos policiales, patrulleros y otros vehículos. ¿cómo es que tras esa situación de violencia, el uso de armas de fuego y los disparos no hubo un solo detenido ?. Uno de los heridos, Ariel Pintos, despedido hace un año como obrero del Ferrocaril Roca, afirmó contundente: “Acá no hubo un enfrentamiento. Esto fue una emboscada y la policía permitió que nos atacaran. Primero, mientras estábamos a un costado de las vías, la policía nos disparó con balas de goma, y después, cuando bajamos de las vías y no había ninguna posibilidad de que regresáramos, la policía permitió que la patota de la Unión Ferroviaria nos atacara”. Indica que al menos tres personas dispararon con armas de fuego contra los manifestantes.

La fiscal Cristina Caamaño Iglesias que investiga los graves sucesos ocurridos ayer afirmó que “los disparos partieron de un solo lado” y confirmó que los trabajadores ferroviarios tercerizados y los grupos de izquierda se retiraban del lugar de la protesta - el puente Bosch - cuando se produjo el ataque del sector vinculado con los sindicatos ferroviarios.

Mariano Ferreyra, a pesar de su juventud era un militante que desde hacía años había participado en diversas luchas gremiales y sociales. Contaban sus amigos que con solo 15 años se había sumado a la toma de la fábrica Sasetru en Avellaneda, empresa que luego quedó en manos de una Cooperativa formada por trabajadores desocupados. Luego se sumó a la Unión de Juventudes Socialistas, una rama estudiantil del Partido Obrero en el que actualmente militaba. En las notas publicadas hoy por la prensa porteña se apunta que Ferreyra es recordado “como un militante de bajo perfil, concienzudo y parsimonioso, aunque enteramente dedicado a la causa de los pobres y de la educación gratuita”.

El joven asesinado había cursado dos años del profesorado de Historia en el Instituto Nº1 de Avellaneda. Recientemente había perdido su trabajo como obrero metalúrgico y desde hace tres meses acompañaba los reclamos de los ferroviarios de la línea del Roca. Mariano vivía en Sarandí, en la casa familiar situada en proximidades del Supermercado Coto de Avellaneda, junto a sus padres y a su hermana menor. Según el relato de sus amigos, tenía intención de comenzar a estudiar cine en la Universidad de Lanús. Sus luchas, sus sueños, sus expectativas quedaron truncadas por los balazos disparados por uno de los elementos que componía el grupo agresor, que según los testimonios, está vinculado con la Unión Ferroviaria que dirige José Angel Pedraza.

En el dia de hoy se suceden en Buenos Aires y otras ciudades del interior del país, marchas, paros y movilizaciones de protesta. Pasadas las 6 de la mañana trabajadores de la fábrica Kraft ( ex Terrabusi ) cortaron la autopista Panamericana; los trabajadores de las distintas líneas de transporte subterráneo de Buenos Aires anunciaron que durante dos horas liberarían el paso al público por lo molinetes de todas las estaciones; los ferroviarios de la línea del Sarmiento realizaban una asamblea en Castelar y anunciaban que dejarían viajar gratuitamente a los pasajeros como expresión de su protesta; y en el centro de Buenos Aires, se preparaba una marcha convocada por numerosas organizaciones sociales, políticas y sindicales que finalizaría en la Plaza de Mayo.

Mientras tanto, se producen en cascada las declaraciones de funcionarios, políticos, sindicalistas, y se repiten como ocurriera en casos anteriores las frases dolientes, las promesas de terminar con la impunidad, los descargos de responsabilidades y los dedos que señalan a otros. Pero no es tiempo de palabras, que ya suenan desgastadas, rituales.

Hacen falta hechos. Investigación seria y rigurosa. Esclarecimiento y condena de los responsables. No solo de quienes apretan el gatillo, sino de quienes les permiten ir armados, les dejan “patotear” impunemente o maquinan y autorizan la violencia como forma de control social. Nada, absolutamente nada puede justificar esta muerte, estos disparos, estos heridos.

Argenpress

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