domingo, 21 de febrero de 2010

AIZOÁIN RESCATA DEL OLVIDO A DIEZ PRESOS DE SAN CRISTÓBAL

Una página más de la historia fue escrita ayer en el cementerio de Aizoáin. A pesar de la lluvia, el viento y el frío, alrededor de doscientas personas se acercaron hasta el camposanto para recuperar del olvido a los diez presos del Fuerte de San Cristóbal enterrados en la localidad. Algunos eran familiares de los homenajeados, que llegaron desde diferentes puntos de la geografía española con el fin de "dejar zanjada la memoria de la familia". El resto, asistían para arroparles y para no dejar que el olvido borrase de la historia a estos "diez hombres valientes" que tuvieron que soportar "la más dura represión franquista".

Durante el acto, organizado por la asociación Txinparta y el concejo de Aizoáin, se inauguró la placa ya reparada tras ser destrozada el pasado mes de agosto por miembros de Falange y Tradición que también amenazaron de muerte a un miembro de Txinparta y de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra, así como a Teresa Sanz, presidenta del concejo. En ella están inscritos los nombres, apellidos y la procedencia de estos diez defensores de la libertad. A ritmo de txalaparta, diez rosas rojas fueron depositadas junto a la placa mientras se leyeron uno a uno los nombres de estos diez defensores del gobierno legal republicano.

Ernesto Carratalá, superviviente del Fuerte de San Cristóbal y compañero de "estos valientes", protagonizó uno de los momento más emotivos. "Cumplí los diecinueve años en el Fuerte, pasando el peor invierno de mi puta vida que nunca podré olvidar, como no olvidó a todos estos compañeros que han muerto antes que yo", señaló.

A sus 92 años, Carratalá vino desde Barcelona y agradeció el esfuerzo de la asociación Txinparta por enseñar a la sociedad todo lo que no ha vivido. "Yo soy historia viva, éstos tienen cada uno su pequeña historia, son unos grandes luchadores que no podremos nunca olvidar", concluyó con el puño el alto.

Por su parte, Silvia Martínez, sobrina de Silvestre Escámez narró su viaje hasta poder hacer justicia y recuperar del olvido el nombre de su tío. "Cuando se aprobó la Ley de la Memoria Histórica -señaló-, vi una salida para ayudar a mi madre a darle una respuesta a su inquietud sobre el paradero de su hermano". Tras escribir el nombre de Silvestre Escámez en un buscador de Internet descubrió que figuraba en la lista de los muertos en el Fuerte. "Ahí comencé mis andanzas y hoy dejó zanjada la memoria de mi familia", añadió. Tras su intervención, Teresa Sanz le hizo entrega de la llave del cementerio de Aizoáin.

Además de la música de txalaparta, ofrecida por Uharteko Txalaparta Tailerra, durante el acto participaron otras agrupaciones musicales. Primero lo hizo Maite Mené, cantautora que interpretó en euskera Ustekabean, dedicada a su abuelo, víctima también de la represión franquista. Por su parte, el grupo de danzas de Villava bailó el aurresku en honor a los diez homenajeados.

Barricada se encargó de poner punto final al acto interpretando en acústico cuatro canciones de su último disco, La tierra está sorda, con el que pretenden dar voz a las víctimas y represaliados de la Guerra Civil española.

Enrique El Drogas, cantante y bajo del grupo navarro, dedicó una de las canciones, Matilde Landa, a la resistencia femenina en aquella época. El conjunto también agradeció el esfuerzo de aquellas organizaciones y personas que día a día "luchan para que no se olvide lo que pasó" y terminar así con "la desmemoria histórica".

Tras los homenajes realizados en localidades como Aizoáin, Añézcar, Larragueta, Artica, Barañáin o Berriosuso, la asociación Txinparta anunció que el próximo 7 de marzo será colocada en el cementerio de Elcarte otra placa para mantener en la memoria a los presos de San Cristóbal enterrados en esa localidad.

Diario de Noticias

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