Así titulaba una imagen que se difundió por grupos y estados de algunas redes sociales, convocando una concentración para «mostrar el malestar de la población» y «por un pueblo seguro». En el texto, también se añadía como motivo «la oleada de violencia, vandalismo e insinuaciones a niñas menores de edad», tal y como decía también hace no mucho un rótulo en un programa de cierta cadena que acudió a nuestro pueblo. Ilusa de mí, creía que había llegado el momento; ese momento en el que por fin se reconocían por parte de vecinos y vecinas los comentarios, las insinuaciones, las miradas y los gestos, los insultos, los silbidos, las persecuciones hasta el portal, los tocamientos, los agarrones, la droga en la bebida, las presiones, las faltas de consentimiento, el aprovecharse del estado de embriaguez, o cualquier otra situación que nos ha hecho toda la vida volver a casa con las llaves y el móvil en la mano. Vosotras ya sabéis de qué estoy hablando, esto siempre ha sido así, y no sólo se ha dejado pasar, sino que está normalizado y normativizado.
Pues bien, como decía, ilusa de mí, resulta que todas estas violencias no son las que se ponían de manifiesto en estos mensajes. Por lo visto, según comentarios que los acompañaban, Marcilla es un pueblo muy tranquilo y estas cosas sólo están pasando en las últimas semanas o meses… y, además, por culpa de un colectivo en concreto: «esa gente», y la supuesta «falta de control» de la empresa gestora y algunas autoridades.
Me he tomado la libertad de reunir algunos de los comentarios hechos públicos en redes sociales: «Me parece lamentable que en un pueblo tan tranquilo pasen estas cosas y nadie haga nada». «Tienes muchísima razón. Esto hay que compartirlo y que circule por todos los sitios». «Me parece alucinante que nadie haga nada». «Menuda vergüenza!!!!! Esperamos que esto llegue a los medios de comunicación porque no puede quedar así las cosas». «Que sí, estoy seguro que la mayoría son buena gente… pero los malos están ya metiendo demasiado ruido (…) que es una pena que los que vienen buscando una oportunidad tengan su rostro empañado por culpa de los 4 que no tienen conciencia ciudadana». Porque claro, son ellos «los malos» y los culpables de meter a todos en el mismo saco, lo de generalizar no es cosa nuestra…
Pues bien, si realmente lo que les preocupase fuesen las violencias, si quisieran que dejasen de recaer sobre los grupos y/o colectivos vulnerados, si de verdad les preocupase el «hasta que no pase algo gordo nadie va a hacer nada», se habrían dado cuenta de que «ya están pasando cosas gordas desde hace tiempo», ¿por qué esperar hasta ahora y poner el foco en «esa gente»? ¿Por qué no apoyar el mensaje, los movimientos, las estrategias y las acciones que se llevan desarrollando desde hace años para educar, prevenir y gestionar las violencias? ¿Por qué esto es considerado peor que lo que hemos vivido hasta ahora y seguimos viviendo? O simplemente, ¿por qué es considerado, mientras el resto de violencias son invisibilizadas?
En mi opinión, este tipo de mensajes lo único que hace es poner el foco en un colectivo en concreto, «esa gente», provocando así la estigmatización del mismo, y todas las consecuencias que conlleva. El discurso del racismo, xenofobia, aporofobia y odio cobran fuerza, una vez más, y las violencias ejercidas por quien tiene el privilegio, como ni se muestran ni se nombran, no existen. Una vez más.
Nerea Pejenaute, en GARA y DIARIO DE NOTICIAS (13-1-2022)
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