La forma de levantar edificios que hemos conocido en las últimas cuatro décadas, al abrigo de la cultura del ladrillo dicho en sentido literal, no va a tener nada que ver con lo que nos depara el futuro inmediato. O mejor dicho, ya no tiene nada que ver con lo que estamos haciendo ahora mismo en Navarra, ni con los nuevos pasos que vamos a dar en breve, para promover otra forma de construir edificios, de alta calidad y sin consumo energético, y de hacer ciudades desde un urbanismo compacto, social y sostenible.
No es sólo que la eficiencia energética esté contribuyendo a transformar completamente la construcción. No es sólo que el desarrollo tecnológico o el proceso de industrialización en el que está sumido el sector vaya a suponer otra revolución en la edificación. Esta transformación tiene que ver también con cuestiones ideológicas, como que la vivienda debe recuperar su función social, primando las necesidades de la gente que vive dentro frente a la vivienda entendida como bien de inversión, producto financiero o incluso especulativo. Que la política de vivienda, tal y como la hemos configurado en Navarra, debe ser una herramienta clave para la lucha contra la desigualdad. Tiene que ver con la dimensión ética que supone poner la tecnología al servicio de una vivienda de alta calidad que, al mismo tiempo, sea asequible para todas las personas. Y hablamos no sólo de edificios, sino de su contexto: la nueva forma de articular ciudades; la recuperación de los espacios públicos y la forma de convivir en ellos; la rehabilitación para recuperar la ciudad consolidada... Y, por extensión, hablamos también de modelos de comercio y movilidad sostenible, de nuestra forma de generar o consumir –o no consumir– energía, del desarrollo urbano sostenible de pueblos y ciudades, de nuestra forma de relacionarnos con el medio rural, de la creación de espacios de convivencia y servicios comunes frente a urbanizaciones aisladas o individualistas...
En definitiva: sobre todo esto habla el encuentro Edifica'21 que esta semana se celebra en la Ciudadela de Pamplona-Iruña, organizado por el Consorcio Passivhaus y con la participación de medio centenar de empresas líderes en el sector –la sociedad pública Nasuvinsa entre ellas– y de un nutrido grupo de expertos que debatirán en una docena de mesas redondas. Se trata de un evento de especial relevancia para el futuro del sector y no es casual que, como sede permanente para esta y posteriores citas, Edifica haya elegido Navarra, ya que nuestra Comunidad se ha convertido, ciertamente, en referencia estatal y europea para la edificación innovadora y sostenible.
El Gobierno de Navarra está desde hace unos pocos años inmerso en un proceso de reflexión y cambios estructurales sobre lo que debe ser la política de vivienda, la edificación o los nuevos retos de sostenibilidad urbana de la Agenda 2030. Hemos dado pasos importantes, es verdad, pero debemos pensar por dónde seguir y, sobre todo, por qué queremos hacerlo: porque debemos conseguir que este proceso se ponga al servicio del derecho a la vivienda para todas las personas, del derecho a convivir en una ciudad amable e inclusiva y que suponga una respuesta audaz a la emergencia climática, que nos reclama nuevas formas de edificar, de hacer ciudades y hasta de pensar.
En esta senda, Navarra ha tomado ya tres iniciativas con resultados palpables: la apuesta por la vivienda de alquiler como la respuesta más inmediata y eficaz a la demanda, habiendo activado ya en cinco años, entre promociones públicas y ayudas a los arrendamientos en el mercado libre, casi 5.000 viviendas de alquiler asequible; la puesta en marcha de estrategias de rehabilitación y regeneración urbana –cuyas ayudas e inversiones hemos triplicado– para revitalizar nuestras ciudades, barrios y pueblos; y, finalmente, el liderazgo en la implantación de los Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN) bajo el estándar Passivhaus, adelantándonos incluso a la aplicación de la Directiva Europea y a la adaptación del Código Técnico de Edificación.
La implementación de los ECCN ha puesto la eficiencia y la reducción de consumo energético en el centro de la agenda de la edificación para que el sector residencial sea clave en la respuesta a la emergencia climática. Pero la vivienda pasiva supone también –no lo olvidemos– un compromiso social por afrontar el fenómeno de la pobreza energética y por hacer viviendas de calidad, eficientes y más saludables para todas las personas.
Pero no podemos quedarnos ahí. Durante el próximo curso político vamos a vernos inmersos en tres nuevos escenarios de transformación que debemos saber convertir en oportunidad: la gestión de los fondos europeos Next Generation; el proceso de industrialización, digitalización y robotización de la construcción; y el desafío climático, que la Comunidad Foral afronta con la Estrategia de Transición Ecológica/Navarra Green y una ambiciosa y exigente propuesta de Ley Foral de Cambio Climático y Transición Energética, plenamente alineada con el Pacto Verde Europeo.
Ya no hablamos sólo de edificios. Estamos ante un cambio de ciclo al que nos están forzando crisis económicas, la emergencia climática o hasta la crisis pandémica. Pero veámoslo también como una oportunidad para transformar nuestras ciudades y pueblos.
Jose Mari Aierdi, vicepresidente y consejero de Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Estratégicos del Gobierno de Navarra
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