jueves, 9 de septiembre de 2021

EL DÍA SIGUIENTE EN BRASIL

 El significado de la manifestación golpista de Jair Bolsonaro del 7 de septiembre se dará en los próximos días. Bolsonaro utilizó la maquinaria del Estado para amenazar y declaró, en plena Avenida Paulista, en São Paulo, que no acatará las decisiones del Supremo Tribunal Federal. Si después de todo esto no le pasa nada, es que el golpe avanza. Si a Bolsonaro no se le responsabiliza penalmente y el impeachment no sale del cajón del presidente de la Cámara de los Diputados, Arthur Lira, él gana. Ese es el único juego al que Bolsonaro sabe jugar. Esta es la historia de Bolsonaro: cruzar los límites y ver qué pasa. Comenzó planeando atentados terroristas cuando aún era militar y siguió desafiando la ley y contando con la impunidad. De momento le ha salido bien. Tan bien, que ha llegado a ser presidente de la República. Bolsonaro es una criatura producida por la omisión y/o connivencia de las instituciones: el Poder Judicial y el Parlamento.

La Avenida Paulista estaba llena. ¿Son una minoría? Sí. ¿Son una burbuja? Sí. ¿Quién les pagó? Tenemos que averiguarlo. Pero de ahí a decir que fue un fiasco, como están diciendo algunos, cuidado. Si Bolsonaro hizo todo esto y queda impune, es que el golpe ha avanzado. El futuro próximo de Brasil no lo dictará el 7 de septiembre, como había amenazado Bolsonaro. Lo dictarán los días siguientes.

Este es el momento de poner un límite a Bolsonaro. Al fin, tarde, casi 600.000 muertos de covid-19 después, más de 14 millones de desempleados después, un número creciente de niños y adultos que pasan hambre después y una inflación galopante después. O lo hacemos ahora o tendremos días mucho, pero mucho peores.

Los días serán mucho peores porque Bolsonaro no es capaz de gobernar realmente y enfrentar los problemas del país. Y él lo sabe. No tiene competencia ni vocación para el trabajo. Tampoco deja gobernar ni trabajar a nadie, porque mantiene al país al servicio de su odio. En lugar de hablar de cómo enfrentar el hambre, la miseria, la inflación que quita la comida de la mesa, la expansión de la vacunación, la crisis del agua y la destrucción de la Amazonia, estamos discutiendo si Bolsonaro logrará o no invadir el Supremo. El país tiene que dejar de ser un rehén.

Lo que sabe hacer, y lo hace muy bien, y lo hizo muy bien una vez más este 7 de septiembre, es amenazar, dividir y corromper. Y sabe que manipular los odios y los resentimientos es su talento y su baza. Si no lo detiene la Constitución que, una vez más, Bolsonaro rompió desde la tribuna el Día de la Independencia, Brasil llegará a 2022 destruido y con una parte de la población que no creerá en el proceso electoral. Y —hay que decirlo— ¿cómo podemos defender la democracia si esta no es capaz de impedir que un presidente utilice su poder para decir que no va a cumplir las decisiones de la Justicia? ¿De qué sirve la democracia si, en un momento crucial como este, no puede hacer frente a un presidente que anuncia un golpe en la principal avenida del país?

Los días serán mucho peores porque, si Bolsonaro constata que puede faltarle al respeto al Supremo Tribunal Federal y al día siguiente volver a entrar tranquilamente en la sede del Ejecutivo para seguir con su juego de odio en las redes sociales, entonces ¿qué más puede hacer? La Constitución tiene instrumentos para detener a los presidentes golpistas y para detener a los presidentes que amenazan a la parte de la población que se opone a él. Si no se respeta el derecho de los brasileños a ser protegidos por las instituciones que tienen el deber de hacer cumplir la Constitución, entonces no hay democracia.

La derecha y los partidos y grupos que se presentan como de centro, partidos y grupos que tienen mucha responsabilidad en la situación actual del país y en el ascenso de Bolsonaro al poder, han convocado una manifestación contra Bolsonaro para el próximo día 12. Después de todo lo que han hecho desde que surgieron en el horizonte político brasileño, especialmente la milicia digital Movimiento Brasil Libre, lo mínimo que pueden hacer es lo máximo posible para destituir a Bolsonaro. Se lo deben a la población. Creo que la izquierda debería ocupar ese espacio, integrarse en la manifestación, aunque haya sido convocada por la derecha, y poner sus banderas. Ahora es el momento de unirse con un solo objetivo: el de hacer un impeachment a Bolsonaro y responsabilizarlo penalmente por el golpismo. Pon tu bandera o tu pancarta y ve. No podemos seguir despertándonos y ver que Bolsonaro continúa ahí. Tenemos a un genocida en el poder que utiliza la maquinaria del Estado para destruir la Constitución. Hay que sacarlo utilizando la democracia. Bolsonaro ha vuelto a tensar la cuerda. Si no se le detiene, la democracia habrá acabado.

Eliane Brum (traducido por El País)

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