viernes, 9 de noviembre de 2012

SORPRESA Y DECEPCIÓN


Patxi López mostró el martes ante el Comité Nacional  su preocupación por la situación en que se encuentra el PSE y su proyecto político en Euskadi. De su discurso todos los medios llevaron a titulares la siguiente afirmación: “Hoy nuestro viejo Partido se está convirtiendo en un Partido Viejo”. Me llamó mucho la atención tal aseveración por su calado político, por lo que tenía de valentía y por lo que podía ser el anticipo de un ejercicio sincero de autocrítica sobre los errores cometidos. Interesado por lo que aparentemente se presentaba como un hecho muy novedoso en el discurso de un secretario general, todavía lehendakari, me hice con el texto íntegro del discurso y me adentré en su lectura con el deseo de descubrir que no era una frase impactante pensada para titular. Tras la lectura debo confesar que el interés inicial se desvaneció completamente. Es decir, lo que era una frase sugerente ha resultado ser un recurso retórico, vacío de todo contenido autocrítico. En primer lugar, me ha decepcionado la ubicación de la afirmación en el apartado referido a la estructura organizativa, como si el riesgo de convertirse en un ‘Partido Viejo’ fuese una cuestión  organizativa que se resuelve poniendo a algunos responsables trabajando para el Partido. Me ha sorprendido negativamente el análisis que se hace de los resultados del PSE y de las otras formaciones, especialmente el análisis comparativo que se hace de los resultados del PNV y de EHBildu. Del primero, porque  la comparativa que realiza con los resultados del 2005 es equivocada, pues ignora que los jeltzales fueron en coalición con EA en esos comicios. De los segundos, porque compara los votos de Bildu con la suma de los que obtuvieron Batasuna y EA nada más y nada menos que en 1986, año que surgió EA y alcanzó su máxima cota electoral. Es asombroso lo que se está dispuesto a hacer con los números con tal de minorar los malos resultados. Sin embargo lo más grave está en la ausencia de cualquier signo de autocrítica por la estrategia desarrollada desde que decidieron acceder a Ajuria Enea en las condiciones que lo hicieron, mediante pacto con el PP, cuando en España se mantenía un enfrentamiento total entre ambas formaciones, y en Euskadi dicha operación fue fabricada en contra del compromiso electoral adquirido con sus votantes. No hay el más mínimo atisbo de reconocimiento de errores, ni siquiera aquellos que han sido clamorosos en el desarrollo de la campaña. Al contrario, se dice en el texto que se ha hecho una gran campaña. La pérdida de más de 106.000 votos se explica con un argumento tan objetivo y convincente como que “ha habido mucha gente que se ha quedado en casa y que con seguridad, era potencial votante del Partido Socialista”. Me parece un acto de irresponsabilidad política esa manera de ‘escurrir el bulto’. Convendría que el PSE, también el resto de las formaciones, realizara el ejercicio democrático de reconocer que la libertad de los votantes que ellos consideran ‘suyos’ no se reduce a votar al PSE o quedarse en casa. Los votantes eligen y con cierta frecuencia cambian. Si a efectos dialécticos diéramos por buena la tesis de López de que no se ha conseguido movilizar a su electorado, debería  preguntarse las razones por las que no se ha producido esa movilización y sobre quiénes son los responsables de tal hecho. Los dirigentes socialistas insisten con reiteración que los nacionalistas no hablan de las cosas que preocupan e interesan a la ciudadanía y que han sido los socialistas quienes han convertido la política en un instrumento de resolución de los problemas reales y no como herramienta para el ‘raca-raca’ identitario. Si ese análisis fuera cierto, ¿cómo explican los dirigentes socialistas que los ciudadanos mayoritariamente voten a candidatos que crean problemas y, sin embargo, no lo hagan por quienes se ocupan de sus problemas reales? Es obvio que con en ese tipo de análisis, aunque las estructuras organizativas se abran o rejuvenezcan, el PSE seguirá inexorablemente  adelante en su conversión en un ‘Partido Viejo’. 
Xabier Gurrutxaga Aizpeolea

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