martes, 29 de junio de 2010

SOBRE LA REFUNDACIÓN DE IU

Lo que llama la atención del enésimo intento de IU de salir del marasmo es la desafortunada elección del nombre: asamblea de refundación. Se oye hablar mucho de refundación del capitalismo y está claro que, con independencia de que la haya o no, lo que se quiere es responder a su aparente fracaso. Sólo se refunda lo que va mal. Así que, al proceder a refundarse, IU admite que va mal. Se refunda con intención de ir a mejor.

Pero es amarga experiencia humana que, cuando las cosas van mal, tienden a ir peor. Y tal pudiera ser el caso de IU. Basta con observar que el reconocimiento implícito de que las cosas van mal no se complementa con explicación alguna, por vagarosa que sea, de por qué van mal las cosas. Al contrario, el discurso de IU, como mandan los cánones de la comunicación política, es triunfalista: somos los mejores y es hora de que los votantes desengañados del PSOE vuelvan a la verdadera izquierda. O sea, la que está refundándose porque va mal.

Esa idea de Cayo Lara de la trasfusión de votos a la inversa de todos los desengañados con una socialdemocracia abrazada al neoliberalismo tiene una muy previsible cuantificación a la baja en tanto no se reforme el sistema electoral. Además, refundar no es fácil. La refundación no se consigue en una asamblea en un fin de semana, sino que hay que plasmarla luego en el discurso político, adaptarla a la vida orgánica y a la gestión de las instituciones. Para acometer la tarea, IU empieza con una llamada a la unidad, práctica veneranda en una organización que la lleva en el nombre.

Pero la unidad es la que ha estado ausente en el cónclave de refundación. La federación asturiana, llamazarista, se ha quedado fuera en una situación de confuso enfrentamiento con el Partido Comunista, y los ecosocialistas catalanes de ICV han asistido pero mantienen su plan de crear una fuerza electoral estatal al margen de IU. No es una actitud vehementemente unitaria, pero sí congruente con el hecho de que ICV gobierna en Catalunya en alianza con el mismo partido al que se combate en Madrid en la idea de dejarlo sin votantes.

El propósito de poner en pie una izquierda que sea abierta, plural y, al tiempo, esté y actúe unida, es decir, el plan de fundir la tradición luxemburguista y la leninista de la izquierda en una organización de nuevo cuño, es atractivo, pero se parece bastante a la cuadratura del círculo.

Ramón Cotarelo, catedrático de Ciencias Políticas (en Público)

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