sábado, 1 de mayo de 2010

LAS NUEVAS BASES LABORALES

Dos imágenes compiten hoy en la actualidad mundial y están rigurosamente unidas: las manifestaciones del 1 de Mayo por el trabajo (en España con cifras trágicas de desempleo) y la recién inaugurada Expo de Shangai. Ha costado esta última 55 millones de dólares. Pero hay más fotos de China a considerar. Vamos a ver la que envió un clandestino activista sindical chino –no tienen sindicatos reales – sobre las condiciones laborales en su país. En concreto en una fábrica para Microsoft. Son adolescentes que se ven obligados a dormir en su puesto de trabajo. “Nosotros somos como prisioneros… no tenemos vida, sólo trabajo”, dice.

Retomo gran parte de un post que publiqué en el caluroso verano. Cuando China despertó nos pilló desprevenidos. 1.300 millones de personas, ubicadas en el cuarto territorio más extenso del mundo, a quienes dejamos abandonados a su suerte, como a tantos otros. Aún asistiendo a las matanzas de Tiananmen en 1989 que sofocaron drásticamente las protestas populares. La férrea dictadura comunista ensayó con éxito la economía capitalista e irrumpió con fuerza en nuestro mercado. Aguardó su momento de expansión y de dominio, y éste llegó.

La liberalización absoluta de todos los mercados, suprimiendo cuotas y trabas, a partir del 1 de Enero de 2005, se acordó para favorecer a los países del Tercer mundo. Ni siquiera estaba entonces China en la Organización Mundial del Comercio, (OMC) pero su entrada en 2001 tras cuarenta años de cierre, cambió todos los planes. China se había preparado a conciencia, se había asegurado su papel de proveedor de mercados, disponía de una fuerza laboral de 20 millones de personas -sólo para el sector textil- y había acaparado maquinaría y tecnología.

Se inició la nueva ruta de la seda. Y del algodón. Y del lino. Trabajado ahora toscamente por las prisas y para ahorrar costes. Los barcos vienen con todo tipo de productos, a unos precios con los que es imposible competir. Una empresa china oferta a un empresario español su mercancía -me facilitó datos documentados, escritos, para un reportaje que hice entonces en Informe Semanal a mi iniciativa-. La fábrica dispone de 260 trabajadores que, por 80 euros mensuales, sacan 200.000 camisas al mes, una productividad insuperable que logra productos a un precio irrisorio. Para cualquier industria china la nómina es un factor poco reseñable. Se ha cifrado en el 1%. Lo dijo textualmente un jefe de personal.

¿Cómo lo consiguen? Con una mano de obra barata, sin derechos laborales, que sin embargo quiere huir del campo donde sólo trabaja para comer. En poco tiempo ha visto a enriquecerse a muchos de sus compatriotas y el Estado, mezcla de totalitarismo proteccionista y liberalismo feroz, subvenciona empresas y facilita créditos que no siempre se pagan. Cualquier chino aspira a esa vida mejor, aunque tenga que empezar por cobrar, como asalariado del textil, entre 50 y 100 euros al mes, en jornadas de 10 a 16 horas y con un día de descanso semanal como máximo. Aún así, les compensa o les venía compensando. Lo mismo sucede ya en la fabricación de juguetes, televisiones, automóviles y ordenadores.

Mil trescientos millones de consumidores, sometidos a un poder dictatorial. Pero todos los países bajan la cerviz ante China, el país que acapara el 65% de las ejecuciones mundiales, según datos de Amnistía internacional. Los dirigentes políticos no materializaron su promesa de no acudir a los Juegos Olímpicos. Prácticamente todos pasaron por taquilla. Igual que en la Expo de Shangai. No pueden arriesgarse a perder semejante negocio. Ése que dicen hacer en nuestro nombre, por cierto. Por nuestro bien.

Desde hace meses los interlocutores válidos en el mundo son China y EEUU, que hasta abordan la remodelación del mundo. “Las relaciones entre Estados Unidos y China determinarán el siglo XXI”, dijo Barack Obama en la inauguración de una conferencia de alto nivel.

Hundido el comunismo, la izquierda socialdemócrata incluso, con el capitalismo sostenido artificialmente por los gobiernos, China aguarda cada vez menos agazapada y más presente, a ocupar su lugar en la Historia. China ya es, según algunos baremos, la segunda potencia económica mundial (era la tercera en Julio, cuando escribí el anterior post).

Los acallados Bloggers chinos cuentan y no acaban sin embargo. Cuando pueden. Según una investigación interna llevada a cabo por varias instituciones autorizadas en Beijing, de los 3.000 mayores multimillonarios en China, más de 2.900 son hijos de cuadros de altos rangos del Partido Comunista Chino; esto quiere decir que más del 95% de los multimillonarios chinos están vinculados al partido único. Estas cifras sirven a los comentaristas neoliberales para asegurar que ya los sueldos chinos no son tan miserables, toman “la media”. No cuentan que en China, el 0,4% de la población posee el 70% de la riqueza nacional. El año pasado, la brecha entre ricos y pobres en China alcanzó su nivel más amplio.

Ahí está la mano de obra barata que el gran empresariado occidental necesita. Ahí, y en otros países eufemísticamente llamados “emergentes”. Hasta ahora China copiaba toscamente los diseños, ahora ya tiene sus propios estilistas. La semana pasada encontré una tienda que, a precio de saldo, vendía ropa “italiana y francesa” me dijo el chino que la atendía. Auténticas maravillas. Seguid en manifestaciones, en desencantos y preocupación, atacad con razón a gobiernos inoperantes, el futuro lo marcan las “nuevas” relaciones laborales. Las que hunden sus raíces en la vieja esclavitud.

Rosa María Artal (en El Periscopio)

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