martes, 21 de julio de 2009

TAFALLA SUFRE DE HIPERTENSIÓN

Las líneas de alta tensión son las autopistas con peaje de la electricidad. Actualmente la electricidad se produce en potentes empresas del sector y los centros de consumo están a muchos kilómetros de distancia de éstas. Por ello, y porque la energía no se puede almacenar en grandes cantidades, se construye una enorme red de tendidos eléctricos de alta tensión.

Nuestra merindad es geográficamente una zona de tránsito y económicamente un área marginada, “de usar y tirar”, entre el eje económico del Ebro y la macrociudad de Iruñea/Pamplona, como consecuencia del bicefálico y desequilibrado tejido económico navarro. En Castejón hay dos grandes centrales termoeléctricas de ciclo combinado y un proyecto para una tercera que gracias al trabajo de algunos grupos ecologistas, a la oposición vecinal y por sentencia del Tribunal Superior de Justicia contra el Gobierno navarro, se encuentra paralizado. Toda esta energía hay que distribuirla y mucha pasa por nuestra zona.

En Tafalla hay una central en el término del Curtido, la cual absorbe y distribuye a los alrededores y que cuenta con más de diez líneas de tendidos que salen en todas direcciones: dos hacia el norte y otras hacia Artajona, Larraga, Peralta, Luzuriaga, Olite, etc. También bajan varios tendidos eléctricos de grandes dimensiones de las centrales eólicas situadas en las sierras de Gerinda y Alaitz.

Actualmente, Red Eléctrica Española (REE) proyecta la construcción, entre 2008 y 2011, de una Línea de Alta Tensión (400.000 voltios) que une la subestación de Vitoria/Gasteiz con la línea que conecta Muruarte de Reta con Castejón y que atraviesa la merindad de Tafalla. Por ahora, cien cargos electos, concejales y alcaldes, 50 de Alava/Araba y otros tantos de Tierra Estella/Lizarraldea (todavía no se sabe seguro cuál será el trazado que afecte a la merindad de Tafalla/Tafallaldea) se han opuesto al proyecto, solicitando que también las instituciones navarras implicadas se posicionen contra el mismo, al considerarlo “inasumible paisajística y medioambientalmente”. La línea supone la instalación a lo largo de unos 110 km. de torres de alta tensión de 46 metros de alto que se instalarán cada 500 mt, de las cuales no se podrán beneficiar las zonas de paso, por las características específicas de este tipo de líneas de alta tensión, según señalan los propios informes técnicos.

La totalidad de la electricidad en el Estado español es transportada por la misma empresa, Red Eléctrica Española (REE), y no se hace distinción entre los distintos sistemas de producción. Por los mismos cables pasa la energía nuclear, térmica, de ciclo combinado, eólica y solar. Todas, en este aspecto, son iguales de impactantes y más cuanto más alejadas de los centros de consumo o redes principales. No conviene pasar por algo el que las huertas solares y los parques eólicos que se proyectan en montes o zonas muy alejadas de la red de distribución conllevan el que haya que construir muchos kilómetros de tendidos por zonas medioambientalmente muy sensibles.

Proyectos desarrollistas, de costes exorbitantes y que ocasionan grandes perjuicios medioambientales y sociales, como es el caso del TAV y la macrociudad de Pamplona; proyectos que no producen ni un voltio de lo que consumen y que, sin embargo, necesitarán tanto en su construcción como en su desarrollo y mantenimiento, cantidades ingentes de energía para las que ya se están creando grandes tendidos de alta tensión. Por la merindad nos pasan dos tendidos, uno de 220 kv y con torres de 20 m. de altura y otro de 400 kv con torres de hasta 46 m. de altura.

La afección de estas líneas de alta tensión es brutal. Por un lado, suponen un gran impacto medioambiental por la eliminación de la vegetación de gran porte, bosques, arbolado y matorral. El proyecto Gasteiz/Vitoria-Castejón-Muruarte afectará gravemente a once especies de flora y nueve de fauna vulnerable o en peligro de extinción en Navarra/Nafarroa, así como a diferentes reservas naturales (la de Valdorba/Orbaibar entre ellas) y paisajes protegidos. Dependiendo de la tensión de la línea, el trazado necesitará más anchura y más desbroce, con gran impacto visual en los montes. Los tendidos son cada vez mayores y por lo tanto también las afecciones lo son. Al atravesar amplias áreas vegetales, a menudo provocan incendios por los chispazos que se producen; crean barreras de cable, donde la mortalidad de aves por colisión o electrocución es muy alta y en conjunto supone una estructura de hierro que destroza los hábitats por los cuales pasa.

Por otro lado, no son saludables. Es muy común el denominado “efecto corona”, fenómeno eléctrico que se produce en los conductores de las líneas de alta tensión, que produce fuertes ruidos, disipación de la energía y de diversos gases, ozono tóxico entre ellos. Se crean campos electromagnéticos de frecuencia muy baja. Hay muchos estudios sobre esto, con resultados diversos, pero todos coinciden en que estos campos afectan a la salud humana. Por eso, la Unión Europea aconseja una distancia mínima entre las líneas de alta tensión y la población, de 1 metro por cada 1.000 voltios (para una línea de 400.000 voltios o 400 kv una distancia de 400 m.) y esta normativa es incumplida sistemáticamente.

Finalmente, estas megalíneas de alta tensión son un gran obstáculo para ciertas actividades económicas. Conllevan numerosas expropiaciones forzosas de terreno, no se puede construir ni debajo ni en la zona de servidumbre de uso, que es muy amplia y ello supone incompatibilidad con otras actividades agropecuarias y sociales: construcciones de casetas o naves, peligro con distintos sistemas de riego, no se permite plantar ciertos cultivos ni árboles y como tienen derecho limitado de paso, cultivos como la viña o el olivo se ven seriamente afectados si se encuentran en el trazado. Lo mismo ocurre con la protección del patrimonio paisajístico y arqueológico, dificultando aún más la actividad turística, a la que no le benefician en nada, por el gran impacto visual que tienen unas torres metálicas de 46 metros.

No es en absoluto cierto que este tipo de proyectos sean un mal necesario, que sean la única salida. A esto nos están llevando los intereses de cuatro particulares, la complicidad y corrupción de muchos políticos y esta economía neoliberal basada en el consumismo irracional, sin mirar los perjuicios que ello provoca. Necesitamos planes serios de ahorro energético general, poner fin a ese derroche de consumo que paradójicamente conlleva un progresivo deterioro de la calidad de vida, asumir social y políticamente una consecuente reducción de la producción de energía y fundamentar la producción en un sistema público centrado en las necesidades sociales, no en el lucrativo mercado privado, en las energías renovables y en los sistemas de producción, distribución y consumo menos agresivos para el medio natural en general, incluido el ecosistema humano. Los centros de producción de energía deberían situarse cercanos de los de consumo y es fundamental el rechazar proyectos faraónicos con unos consumos de energía insostenibles e injustificables, como el Tren de Alta Velocidad (TAV).
Colectivo Lantxurda Elkartea (en La Voz de la Merindad)

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