viernes, 1 de abril de 2022

PAÍSES BAJOS FUE HACE 20 AÑOS EL PRIMER PAÍS EN LEGALIZAR LA EUTANASIA

 Unas mariposas doradas decoran las paredes de la luminosa entrada del centro de expertos sobre la eutanasia en Países Bajos, un homenaje a los pacientes a los que se ha ayudado a morir con dignidad tras su legalización el 1 de abril de 2002, hace 20 años. Este centro único en su género acoge cada año a cientos de personas que desean recibir una eutanasia, una práctica que no está permitida en la mayoría de países del mundo.

Países Bajos fue el primer país en autorizarla, siempre que haya un «sufrimiento o un dolor insuperable e insoportable», al que no se puede poner fin con cuidados paliativos, y que la decisión sea reflexionada con madurez y de forma voluntaria. Además, se debe contar con una segunda opinión especializada y tiene que practicarla un médico autorizado, ya que el suicidio asistido por familiares y sin seguimiento profesional está penado.

Cada año son más las personas que recurren a ella en Países Bajos. La cifra sube año tras año y en 2021 llegó a 7.666 personas, según cifras oficiales. Las 6.400 de 2020 representaron el 4% de los fallecimientos en el país ese año. La mayoría (90%) tiene más de 60 años y padece un cáncer terminal u otro tipo de enfermedad grave e incurable.

El envejecimiento de la población explica esta evolución, pero también el hecho de que la práctica de la eutanasia ya no es una cuestión tabú y empieza a democratizarse.

En los últimos años, sin embargo, el debate se centra en cómo avanzar en la legislación para dar acceso a más personas al «buen morir». Es el caso, por ejemplo, de ancianos que consideren que han completado su vida, aunque solo tengan achaques relacionados con la edad.

En una encuesta encargada por el Gobierno, 10.000 de 21.000 holandeses mayores de 55 años quieren esta opción. Los opositores piden luchar contra la soledad y no excluir de la sociedad a los más mayores, para que no tengan que recurrir a la eutanasia.


Ni un derecho ni un deber

«La eutanasia no es ni un derecho del paciente ni un deber del médico», estima Sonja Kersten, directora del centro de La Haya. «No es cualquier cosa recibir una petición de eutanasia», es una cuestión «muy difícil y existencial», añade.

El centro de La Haya asiste a los médicos en el proceso de eutanasia de sus pacientes y acoge a aquellos cuyo doctor habitual no quiera acceder a su demanda para ayudarles a morir.

Nació como Clínica del Fin de la Vida (Levenseindekliniek) con la intención de ofrecer en sus instalaciones la eutanasia a sus pacientes. Pero pronto se dieron cuenta de que la gente prefería morir en su casa y el concepto de clínica se convirtió en un centro de expertos que ha formado una red nacional de 140 médicos y enfermeros.

El equipo médico del centro ha asistido en el fin de la vida de casi 900 personas en 2020 sobre un total de cerca de 3.000 peticiones, ambas cifras en claro crecimiento. Alrededor de un 20% sufrían demencia o problemas siquiátricos.

Es una cuestión importante, ya que en 2016 en Países Bajoshubo un proceso judicial inédito contra un médico por practicarle la eutanasia de una paciente con alzheimer, aunque finalmente el profesional fue absuelto en 2019.

El núcleo central del caso era saber si la enferma estaba en plena posesión de sus facultades intelectuales cuando tomó la decisión.


Una legislación dispar en Europa

Países Bajos fue el primer país en legalizar la eutanasia. Bélgica y el Estado español le siguieron. Solo son seis en el mundo.

En Europa, la legislación es dispar. La mayoría no la permiten, pero varios de los países que la prohíben han legalizado la suspensión del tratamiento a petición del paciente y la prohibición de tratamientos agresivos y han aprobado fórmulas de apoyo al final de la vida. Otros, con una fuerte tradición católica, como Polonia o Irlanda, se resisten a toda ayuda a morir.

Bajo condidiones, la eutanasia es legal en Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Estado español. Suiza autoriza el sucidio asistido, la eutanasia indirecta (tratamiento con posibles efectos secundarios de muerte) y la eutanasia pasiva (fin del soporte vital). Bajo estrictas condiciones, el suicidio asistido es legal en Austria e Italia. El Estado francés promueve los cuidados paliativos y la sedación; en Portugal, Gran Bretaña, Hungría, Lituania y Eslovenia se permite suspender el tratamiento en ciertos casos; en Alemania se tolera la eutanasia pasiva; en Dinamarca se pueden rechazar terapias agresivas; en Suecia y Noruega es legal la eutanasia pasiva, y en Letonia los médicos pueden desconectar a un paciente para evitar su sufrimiento.

GARA


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