miércoles, 15 de diciembre de 2021

EL FINAL DEL SUEÑO AMERICANO DE LA PELOTA VASCA

 Se convirtió en una de las aficiones de Ernest Hemingway, sorprendió a Orson Welles en su visita a la frontera vasca, sedujo a Errol Flynn, Paul Newman o John Travolta, y se llegó a convertir en uno los mayores negocios de apuestas de Estados Unidos. La cesta punta, o jai alai, vivió durante décadas el sueño americano y tuvo en el estado de Florida su gran santuario. Esta modalidad de pelota vasca, sin embargo, acaba de cerrar su último capítulo en Estados Unidos con la clausura del último frontón profesional, el Dania Jai Alai de Florida.

Desde finales del siglo XIX, gracias a su espectacularidad y al atractivo de las apuestas, esta modalidad se comenzó a expandir por todo el mundo: Europa, Argentina, Cuba, México, Filipinas, Egipto, China, Estados Unidos… Sin embargo, en ningún lugar alcanzó tanto popularidad como en Florida.

La pelota vasca llegó a Estados Unidos de la mano de la inmigración, que construyó los primeros frontones en torno a los Basque Hotels. Estos hostales, regentados por inmigrantes vascos y dirigidos sobre todo a paisanos procedentes del otro lado del Atlántico, se convirtieron en centros de referencia para la comunidad vascoamericana. Como no podía ser de otra manera, no tardaron en proliferar los frontones aficionados anexos a estos hospedajes.

De manera paralela, la pelota vasca fue deporte olímpico en los Juegos de París de 1900 y, de hecho, España ganó allí y en la modalidad de cesta punta la primera medalla de oro de su historia. Aquella presencia olímpica dio un gran impulso a este deporte. En 1901 se jugó en el Eder Jai de San Francisco el primer partido del que haya constancia en la prensa estadounidense, y en 1904, con motivo de la Exposición Universal de Saint Louis (Missouri), se construyó un frontón de grandes dimensiones.

Esta modalidad de pelota vasca llegaría dos décadas después a la costa de Florida, aunque en aquellos años las plazas fuertes de la cesta punta eran La Habana, México DF y el frontón Novedades de Barcelona. Así lo explica Gonzalo Beaskoetxea, ex pelotari y gran conocedor de la historia de la cesta punta, un ámbito sobre el que ha escrito varios libros.

“Es a partir de los años 50 y especialmente desde la década de los 60 cuando la cesta punta empieza a coger fuerza en Florida. Se cierra el frontón de La Habana, se empieza a popularizar en Estados Unidos y, ya desde finales de los 60, llega el boom. En pocos años se construyen una docena de frontones industriales, la mayoría en Florida, aunque también en otros estados como Connecticut. Llegó a haber 16 frontones para profesionales en Estados Unidos. En Florida era el segundo deporte, después del fútbol americano”, señala.

Beaskoetxea llegó a Miami en diciembre de 1970, procedente de su Gernika natal, donde dos años antes había debutado. Con apenas 16 años se plantó en la nueva cuna de la pelota vasca y en su momento de mayor apogeo.

“El ambiente era impresionante. En 1974-1975 se llegaron a meter 15.000 personas en un partido, pero es que un sábado a la mañana igual había 9.000 personas y un viernes por la noche 10.000. Cualquier día de la semana había 6.000 personas viendo cesta punta”, explica.

El frontón de Miami se convirtió en la gran potencia de la disciplina y contrató a los mejores pelotaris del mundo, así como a decenas de cesteros y otros profesionales vinculados. 

“El 90% éramos vascos. La cesta punta vivía también un buen momento en Euskal Herria y en verano pedíamos que nos dejasen jugar en casa, donde había campeonatos muy importantes. En Estados Unidos trabajábamos una barbaridad. Estábamos seis días a la semana en el frontón, muchas veces con doble función. Era un palizón, pero era lo que queríamos. Y pagaban muy bien, sobre todo al cambio con la peseta. Nos sentíamos muy reconocidos y valorados”, indica.

Beaskoetxea, uno de los mejores pelotaris de aquella época dorada de la cesta punta, vivió en Estados Unidos entre 1970 y 1988. Los últimos cuatro años como pelotari profesional al otro lado del Atlántico los vivió en Connecticut. Hasta que en 1988 comenzó el principio del fin de la cesta punta.

“Las condiciones en algunos frontones no eran tan buenas, aunque en otros vivíamos como generales. Se decidió hacer una huelga y la secundamos por solidaridad con otros compañeros. Al final, se alargó tres años y la cesta punta no volvió a ser lo mismo. Hay otros factores que influyeron, como la proliferación de los casinos y otras formas de apuestas, aunque creo que la clave fue que en esos tres años de huelga se perdió en parte la costumbre de ir al frontón y todo aquello, tan bien estructurado, empezó a caer”, añade.

Desde los años 90 comienza un nuevo ciclo para la cesta punta en Estados Unidos, muy lejos de los tiempos de vino y rosas de la década de los 70. Fernando Azkarate, presidente del Consejo Mundial de Pelota Vasca, recuerda cómo la cesta punta empezó a despertar de su sueño americano.

“No es lo mismo una huelga aquí que en Estados Unidos, donde las empresas vieron que podían contratar pelotaris de mucho menos nivel y atraer al público que iba a apostar. Se generó un gran conflicto entre las empresas y también entre los propios pelotaris, y tanto el prestigio como el espectáculo quedó tocado. En los últimos años, con la ayuda del Gobierno vasco, hemos tratado de relanzar la cesta punta creando un circuito internacional, el Jai Alai World Tour. Se han jugado partidos fuera del territorio vasco, en México o en Barcelona, pero aún no hemos conseguido cerrar un circuito internacional consolidado”, indica.

Los pelotaris más importantes del cuadro profesional, entre ellos uno de los hijos de Beaskoetxea, han continuado hasta ahora dividiendo la temporada entre Estados Unidos y los festivales disputados durante el verano dentro del territorio vasco. La espectacularidad de este deporte incluso ha atraído a grandes marcas como Red Bull o Loewe, que se han fijado para su publicidad en Iñaki Osa Goikoetxea, el gran dominador de la modalidad en las últimas décadas. Incluso fue reconocido como “el deporte más rápido del mundo”, en un acto junto al piloto Dani Pedrosa en el que un lanzamiento de pelota alcanzó los 313 km/h.

Sin embargo, la pelota mano se ha impuesto como la modalidad predilecta para los aficionados vascos y, al otro lado del Atlántico, la cesta no ha conseguido recuperar la pujanza de las décadas pasadas.

El cierre de Dania Jai Alai ha supuesto la puntilla para esta disciplina en Estados Unidos. Frontones de pequeñas dimensiones, como el Magic City de Miami, mantendrán exhibiciones y otras actividades, pero el último cuadro profesional de pelota en Estados Unidos es ya historia.

Beaskoetxea confía en que no sea irreversible, aunque reclama un impulso institucional más decidido para un deporte “con mucho potencial” y que ha significado mucho para el País Vasco. “Durante varias décadas este deporte ha llevado a entre 3.000 y 4.000 profesionales vascos por todo el mundo. Hemos sido embajadores de nuestro país y hemos traído de vuelta la aportación económica que generamos. Las instituciones tienen que darse cuenta de lo que ha supuesto”, indica.

Recuerda también que los dueños del frontón de Dania Beach se han comprometido a no derribarlo. Como Beaskoetxea, continúan esperando una oportunidad para el deporte vasco que sorprendió al mundo.

Ander Goyoaga, en La Vanguardia

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