Tal vez alguien se sorprendiera por los espectáculos brindados por Sergio Sayas como concejal en su localidad, Buñuel. Unas buenas dósis de crispación remozadas en una suerte de “todo vale” como forma de hacer oposición. ¿Es lo que la coalición UPN-PP-C’s entiende por “trabajar por el pueblo, al margen de ideologías y siglas”? Dichoso mantra que desde hace décadas ha asumido una parte de la población ribera. Vaya mi solidaridad, respeto y afecto a todas las personas que forman la candidatura Cambiemos Buñuel que en 2019 y para alegría de la izquierda transformadora, sacudió el tablero político del municipio.
Y de ahí, la reflexión. Lo que Sayas combate desde la oposición, no es una supuesta tiranía ni la materialización de un desastre. Sus dotes agitadoras de político profesional (no le conozco otra profesión en su haber) ni siquiera enfrentan a una alcaldesa autoritaria como asegura ni nada por el estilo. Lo que confrontan es un modelo de gobierno y una fórmula electoral de acumulación de fuerzas. Fórmula ésta que bien planteada y con una coyuntura favorable (en 2019 un PSOE al alza barrió o mermó a muchas candidaturas unitarias en la Ribera asociadas en ARIZ-EEE) puede resultar atractiva desde un punto de vista progresista, transformador y municipalista.
Haciendo memoria, las unidades generalmente han funcionado bastante bien y suelen cumplir su función de ocupar un espacio que tradicionalmente, desde hace unas décadas, ha quedado huérfano en muchos de nuestros ayuntamientos. Por nombrar, fueron interesantes experiencias como la Unión Navarra de Izquierdas (UNAI) a finales de los 70, las conocidas Asociaciones Electorales de Merindad en 1979 que agrupaban a personas procedentes de HB, EMK, EE, PTE, etc., y más recientemente, Nafarroa Bai, que también supuso un revulsivo político o la esencia de Cambio/Aldaketa.
De no haberse dado cualquiera de éstos casos... ¿quién hubiera ocupado todo el espacio vacante? Tanto Na+ como el PSN lo saben y temen, cada uno a su manera, a éste tipo de agrupaciones. Al PSN le preocupa ver su espacio reducido como sucede en el mismo Buñuel o en otras localidades con alcaldes alternativos a los partidos predominantes (Castejón, Corella). O incluso la posibilidad de desaparecer como ha sucedido en algún sitio. Y Na+ teme a éstas agrupaciones porque no es lo mismo que te opositen ellas, que que lo hagan los socialistas.
No es lo mismo opositar a éstas candidaturas que al PSN. En el ambiente flotan todavía los “pactos del régimen”, como se dan por ejemplo en Pamplona, Egües, Burlada o Barañain y por aquí cerca, en la Junta de Bardenas, entre otros. Los personalismos, las absurdas guerras fraticidas entre partidos de izquierdas o de cambio y la atomización que provoca todo ésto (con carcajada y refrote de manos en Na+ y PSN), ha dado pista libre a las organizaciones predominantes en la Ribera. Al margen de casos concretos, cualquier edil de una fuerza de cambio figuraba como “aquello que muestra que aquí también hay diversidad” y quedaba muy elegante en la foto siempre y cuando no molestara mucho.
En resumidas cuentas, es vital repensar las virtudes de la Unidad, recuperar el espíritu heterogéneo de las Asociaciones Electorales de Merindad, de las candidaturas unitarias para poder ganar espacio, democratizar la vida pública, crear comarca desde la base, impulsar un modelo de sociedad más cooperativo y justo socialmente, con mayor cota de igualdad, integrador con la inmigración, respetuoso con el medioambiente y que trate el euskera no como algo ajeno y hostil, sino como el tesoro cultural propio que es del conjunto de Navarra.
Carlos Guillén Sola (Agrupación Fustiñana de Izquierdas) (en e-Ribera)
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