A la estanquera de mi barrio le chifla el inglés. Tan devota del PAI se ha vuelto que ahora vende estamps; todos los días se lee el niuspeiper, bebe cofi y ya no le duele la hip al andar. La estanquera de mi barrio siempre habla de lo que otros escriben. Nunca sabe bien qué son todas esas gaitas pero, como una pedagoga sabihonda, pontifica que el PAI es el programa por antonomasia y que Castejón ha subyugado a sus alumnos al fracaso por abandonar este programa. Como los más espabilados de Navarra Suma, sabe que el alumnado de este programa obtiene un nivel B1 de inglés, que no se merman los contenidos en otras áreas y que los profesores de Castejón han eliminado y pisoteado los derechos de su alumnado.
Nunca ha sabido de psicología ni neurolingüística, pero sabe –y se fía porque lo ha escrito Pedro González– que el PAI es el futuro de la educación. Que los alumnos salen bilingües, de verdad. Que son los nacionalistas vascos –llegados desde La Mancha (los vascos nacen donde quieren)– los que se han atrincherado en el colegio de Castejón, han montado su cuartel general y han empezado la conquista. Primero el Modelo D, ahora el PAI. A ella en particular toda esa retahíla de argumentos se le antojan una chorrilera de sandeces, pero vienen de quienes vienen, que no es moco de pavo. Pero lo que no sabe es que estos mismos, que ahora se abanderan de democráticos, impusieron ese programa apropiándose de las decisiones y la representación de la comunidad educativa. Un grupo político que no preguntó su opinión al conjunto de las familias. No hubo encuestas, ni preguntas. Como si hubiésemos vuelto, en un abrir y cerrar de ojos, a aquella España injuriada por la intolerancia y la dictadura.
La estanquera de mi barrio no sabe que las familias, libre y democráticamente, pueden decidir en qué modelo lingüístico estudien sus hijos; no sabe que el colegio Dos de Mayo está a favor de la diversidad lingüística; no sabe que el problema no es el aprendizaje de una lengua, sino cómo se lleva a cabo; no sabe que el alumnado del PAI tiene una pérdida de adquisición de competencias en la lengua materna que afectan a la comprensión, al léxico y a la capacidad de expresión tanto hablada como escrita; no sabe que hay niños que por sus características psicológicas no pueden estudiar asignaturas como ciencias naturales y sociales exclusivamente en inglés porque no son capaces de comprenderlas ni asimilarlas en su propia lengua; no sabe que expulsa a los alumnos con menos posibilidades económicas y no sabe que lo que realmente habría que hacer es dejar de esconder la realidad debajo de la alfombra. Tan devota se ha vuelto del PAI que entre las estampas de su alcoba de San Saturnino y San Javier ha colgado un retrato de Shakespeare que ganas le entran algunas veces de rezarle una novena o cantarle El Chocolatero.
Isabel Martínez Fernández, directora del CPEIP Dos de Mayo de Castejón (publicado por Diario de Noticias)
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