domingo, 13 de diciembre de 2020

"SI TANTOS VASCOS SE FUERON EN EL SIGLO XIX NO ES UNA EMIGRACIÓN, ES UN ÉXODO"

 El documental «Gaucho Basko» sigue los pasos del fotógrafo de Ipar Euskal Herria Kepa Etchandy en su viaje a la tierra que acogió a su antepasado. Mediante diferentes encuentros muestra la visión de los argentinos de origen vasco de la tierra de sus ancestros. Próximamente se podrá ver en euskara en Kanaldude.

La aventura que se muestra en la película dirigida por el brasileño residente en Angelu Carlos Portella empezó en el siglo XX con el descubrimiento de Kepa Etchandy de una carta que un tío-abuelo suyo envió desde Argentina a la familia que se había quedado en Euskal Herria. En su viaje a través de la cultura vasca en Argentina, el protagonista se para en el ambiente de las Euskal Etxeak de Buenos Aires antes de encaminarse hacia la Pampa que acogió a su particular “Gaucho Basko”.

El documental comienza con el momento en el que encontró usted una carta y una foto de un familiar que había ido a Argentina. ¿Cómo fue?

En un cajón de un mueble familiar encontramos un sobre de 1927, en el que había una carta y una foto. Mi padre me había contado que teníamos familia en América, pero que no sabía dónde. La gente cuando salía de aquí iba a Montevideo, y mi padre había buscado a su tío en Uruguay, pero no lo localizó, y cuando encontramos la foto vi que venía de Argentina.

Entonces llamé a la Embajada de Argentina en París, eso fue en los años 1990, antes de Internet, y me mandaron un fax con las direcciones de todos los Etchandy de Argentina. Envié una carta a todos diciendo que estaba buscando a mi familia, y al de seis meses me escribió una mujer diciendo que su abuelo se llamaba Jean Etchandy, y que le sorprendía mucho que dijese que era vasco, ya que él decía que era francés. Pero también decía que siempre les hacía reír, porque cada vez que estaba con un francés se veía que no entendía muy bien ni qué hablaba; en cambio, le habían visto hablar con vascos en vasco. Y no sabía nada más.

¿Fue entonces cuando decidió ir a Argentina?

Sí, fui en el 2000. Encontré a los descendientes de mi familia en 1999, y mi tío-abuelo llegó en 1899, justo 100 años antes. Me reuní con mi familia, que no tiene ninguna relación con la cultura vasca, ni tiene ningún apego. Yo fui allí así sin más, y cuando llegué empecé a ver apellidos vascos por todas partes, ciudades que se llamaban Uztaritze, Bergara… y entonces me sorprendí. En Argentina son tres millones y medio de personas de origen vasco, son más que la totalidad de las siete provincias hoy en día.

¿Se puede decir que descubrió parte de la historia vasca cuando llegó allí?

En mis viajes he conocido a mucha gente. Lo que me llamó la atención fue la cantidad de emigrantes vascos, allí o en cualquier otro lugar. Es normal que haya inmigración, pero que haya tal cantidad, es raro. Cuando vi la situación en Argentina, y supe que en Uruguay era parecida, me pregunté: ‘¿Por qué se marcharon? ¿Y cómo es posible que se fuese tanta gente?’. Una vez que te haces esa pregunta, inevitablemente llegas a las consideraciones políticas.

En Hegoalde, después de cada guerra carlista, la solución fue la misma, los vencidos tenían la opción entre la prisión o ir a América, por lo que la elección era fácil. Durante el siglo XIX el 50% de la población que nació en Hegoalde murió en América. En Iparralde las cifras son mayores: dos tercios de las personas de entre 15 y 35 años se fueron a América.

El punto de partida de mi reflexión se refiere a que no se trata de una emigración, que no está basada en que el caserío era demasiado pequeño, o cualquier otra cosa por el estilo. Lo que quiero decir es que si tantos vascos se fueron en el siglo XIX no es una emigración, es un éxodo. Y si es un éxodo tiene, claramente, razones políticas.

Las razones políticas que aduce en Hego Euskal Herria son las guerras carlistas. ¿En Ipar Euskal Herria cuales fueron?

Primero, hay que mencionar la Revolución francesa, en la que deportaron a pueblos que se habían convertido en fronterizos, entre Biriatu y Bidarrai; las poblaciones de Senpere, Ainhoa… fueron deportadas al sur y al norte de las Landas.

Por otra parte, está la epopeya de las tropas napoleónicas. En aquella época, la población de Iparralde era de entre 120.000 y 130.000 habitantes, y las tropas de Napoleón eran 80.000 hombres que comían todos los días y se servían como querían en los caseríos del País Vasco. Es evidente que en muy poco tiempo ya no quedaba nada que comer, y en aquel momento en Argentina había una población muy pequeña. Los primeros que fueron escribieron a la gente que estaba aquí, y les dijeron que dejasen el caserío con sus malas condiciones y que fuesen allí. Los anglosajones llaman a eso push and pull (empujar y tirar), y así, poco a poco, la gente se fue yendo a América.

Allí estaba todo por hacer, tal y como digo en la película, los vascos hacían los trabajos que los demás no querían hacer, ellos fueron a la Pampa, cuando los demás no querían, así construyeron el país, y después muchos de ellos tenían una buena situación económica.

Con la dictadura de Franco y de Primo de Rivera es la misma lógica, tengo la impresión de que como no conseguían atrapar el pez, vaciaron la pecera. Personalmente, creo que los Estados español y francés crearon las condiciones para una emigración masiva de los vascos a América y por razones políticas, evidentemente.

¿Habló de eso con la gente con la que se cruzó allí?

Sí, por supuesto, es así en toda América Latina. Cuando hablo español tengo un acento de Iparralde; la gente, al ver que soy vasco, me ha solido contar que les habían robado todo y que se vieron obligados a ir allí. La gente allí lo sabe, saben que la gente no se fue cantando y contenta a América, se fueron obligados. Si vas a las Euskal Etxeak y hablas con la gente, enseguida llega esta historia, la gente tiene la sensación de que sus ancestros fueron expulsados.

Los ingleses hicieron lo mismo para colonizar Irlanda, hicieron marcharse a los irlandeses, en Ucrania hicieron otro tanto… es algo que se ha hecho desde siempre. Yo creo que Euskal Herria ha sido víctima de una política intencionada de empujar a la gente a la emigración.

¿Los argentinos con ascendencia vasca con los que se cruzó en sus viajes se sentían orgullosos de sus antepasados?

He estado con mucha gente en las diferentes visitas que he hecho. Hoy en día son 3,5 millones de descendiente vascos, y de entre ellos, alrededor de un 10% son conscientes de ello. Una cosa que me llamó mucho la atención es que hay argentinos que viven en Argentina de lunes a viernes y que desde el viernes por la tarde al domingo por la tarde van a la Euskal Etxea y cambian totalmente de mundo. Van para jugar al mus, para aprender a bailar, jugar a pelota, ir a la biblioteca, a clases de cocina… Es gente que vive como aquí y que está muy orgullosa de ser vasca.

En los 20 años que he estado yendo a Argentina me ha llamado la atención que en estos momentos hay fervor por el euskara. Prácticamente en todas las Euskal Etxeak se imparten clases; de hecho, el Gobierno Vasco forma a profesores. Ese fenómeno se da únicamente en Argentina, un poco en Uruguay y en Estados Unidos en Idaho, California y Nevada. Los vascos de Venezuela o de México, por ejemplo, no son así.

En la diáspora de esos tres estados hay una voluntad de recuperar la lengua y la cultura y transmitirla a los niños. Es un fenómeno muy sorprendente, porque para el que no lo conoce, es una lengua muy difícil de aprender, y sí aquí, en Euskal Herria, no es fácil, en Argentina menos todavía. Se trata de gente que probablemente nunca vendrá al País Vasco, y que al preguntarles por qué la aprenden, te dicen que lo hacen porque es la lengua de sus ancestros, y que quieren transmitírselo a sus hijos.

Cuando fue a grabar la película a Argentina, ¿cómo le acogieron allí?

La gente nos esperaba y estaba muy contenta, están muy orgullosos de que hablemos de ellos. Como vasco, y como vasco de Iparralde, estoy muy contento de haber participado en esta aventura.

Después también fue a la Pampa, a la tierra que acogió a su antepasado, un mundo totalmente diferente.

Fui a Las Eras, creo que allí el 90% de la gente se llama Etxeberri, o Buztingorri… es impresionante, pero la mayoría no conoce sus orígenes. Allí estuve con Roberto Landaburu, el suyo es un caso típico: a los 40 años descubrió que era vasco. Se trata de gente que ha descubierto la lengua y la cultura vasca y ahora, gracias a Internet, introducen a sus hijos a cursos de danza… Se trata de un fenómeno nuevo.

¿Con qué se queda usted de ese viaje, de esa experiencia?

Me quedo con un mayor conocimiento del País Vasco, de su historia y de una voluntad de defender nuestro país. Me he enriquecido con todas las gentes con las que me he encontrado.

Cambiando de ámbito, usted es fotógrafo, y este verano ha hecho una exposición conjunta con Anne Kuhn y Abel Bourgeois en la sala Didam de Baiona, que ha tenido un éxito considerable. También ha publicado un libro recopilatorio de sus fotografías.

Las fotografías de la exposición eran básicamente las mismas que aparecen en el libro, y que reúne el trabajo que he realizado durante mis años como fotógrafo, aunque no son solo imágenes, también hay texto. Trabajo mucho como fotógrafo de prensa, también he realizado fotos para libros, he participado en exposiciones conjuntas, pero tenía una pequeña frustración, la de no ser nunca el decisor de un proyecto, por lo que he querido escribir un libro con mis fotografías.

Se ha publicado de cara a las Navidades y se titula “Au pays des basques, histoires & voyages. Ibilaldiak eta kondairak euskal eremuan”. Me ha llevado dos años hacer el libro, y el último capítulo es sobre la diáspora, en donde explico el viaje que realicé a Argentina, y con un pequeño guiño divertido, en donde muestro el encuentro que tuve con un jefe indio que tenía apellido vasco.

Idoia Eraso, en GARA

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