sábado, 12 de diciembre de 2020

ENTREVISTAN DESDE CHINA A JOSELA SANTACARA EN RELACIÓN CON LA COVID

 1.- Hola de nuevo Josela. Han pasado 7 meses desde tu última crónica, y las noticias que nos llegan a China no son muy optimistas. ¿Podrías decirnos cómo esta la situación en España y en general en Europa?

Hablando claro, bastante desastrosa con la ciudadanía confusa, y que a pesar de la, al parecer inminente llegada de la vacuna/s, todavía cuesta ver la luz al final del túnel. De todas formas estas últimas semanas parece que los datos han mejorado algo. Pero ¡cualquiera sabe!, pues se acercan las fiestas de Navidad/año nuevo, y a pesar de las medidas anunciadas, se teme un repunte en enero.

El 13 de marzo se inició el confinamiento total de la población que duró hasta el 28 de abril, y a continuación se iniciaron las 4 fases de la desescalada que duraron hasta finales de junio. Cuando se acabó el confinamiento las cifras de contagios y de muertos habían bajado drásticamente, pero el peligro estaba ahí y no se podía bajar la guardia…pero se bajó. Según los expertos seguramente en otoño vendría una segunda oleada y había que prepararse. Pero durante los últimos años se habían ido recortando los presupuestos para la sanidad pública tanto en material como en personal (tal vez el caso más extremo se daba en Madrid y Barcelona, y es precisamente en estos lugares donde las cifras de muertes han sido mayores). La derecha y extrema derecha han querido utilizar (y lo siguen intentando) el problema creado por el virus para derrocar al gobierno, o al menos ponerle en graves apuros, y la actuación del parlamento ha sido de auténtica vergüenza, poco menos que importándoles un bledo las altas cifras de muertes habidas.

Se tuvieron unos meses (en verano) para prepararse para la segunda oleada, pero poco o nada se hizo. La detección precoz de contagios no han funcionado como debía, los rastreadores en general tampoco (hay pocos), los análisis PCR a veces han tardado una semana en dar el resultado con lo que se volvían medio inútiles, así que de nuevo, en poco tiempo, los nuevos contagios que en un principio parecía estaban controlados, pronto dieron paso a la “transmisión comunitaria”, fuera de control. Mientras, la población está confundida y asombrada, y no tiene más remedio que, dentro de la tragedia, reírse de las idioteces que a veces nos están diciendo ciertas personas llamadas “políticos/as”. Hay hospitales que tienen ya la mitad de las camas ocupadas por enfermos COVID, y por tal motivo operaciones o tratamientos que se deberían de haber realizado con enfermos de otras patologías han debido de ser retrasadas o simplemente suspendidas. Hay un desfase de varios miles de fallecidos más respecto al año pasado, y seguramente muchos de ellos han muerto por no haber podido ser atendidos correctamente en su momento (aunque no hayan muerto directamente por el Covid). Los medios de comunicación no paran de bombardearnos con estadísticas interminables, y a veces contradictorios “análisis”, que más parecen hechos para rellenar los espacios que para aclarar la situación. Se sigue hablando del falso dilema entre economía o salud, cuando ambas van unidas: sin una no hay la otra y viceversa. En realidad, es posible que al no haber tomado medidas drásticas cuando han sido necesarias (y lo que es importante hacerlas cumplir), la economía está sufriendo todavía más, con tantas medidas a medias.

Últimamente se está hablando de “Fatiga pandémica”, que estaría relacionada con el hartazgo que hay entre la población al no ver la salida a esta situación e incluso a la desconfianza sobre las medidas que se están tomando por parte de las autoridades competentes.

En la primera ola, los dos países más castigados fueron España e Italia, pero en esta segunda prácticamente toda Europa está sufriendo los efectos más o menos por igual, aunque España al tener el sistema de salud más debilitado por los recortes, tal vez lo esté pasando peor.


2.- ¿Por qué en tu opinión hay una diferencia tan grande entre muertes en China y Occidente? y ¿que conclusiones sacarías de ello?

En primer lugar, creo que hay una gran diferencia no solo en el método (China no contabiliza a los asintomáticos), sino sobre todo en los resultados, entre las formas de combatir al virus en Occidente en general, y en Oriente, especialmente China.

Concentrándome en China, allá los derechos sociales, en líneas generales, están por encima de los individuales, y en este caso concreto, la única forma de combatir eficazmente el Covid19 es con medidas de tipo social, por encima de derechos individuales que muchas veces chocan frontalmente con un tratamiento eficaz contra el virus.

En este sentido, la impresión es que en China el tratamiento ha sido ir a la causa o a la raíz: destrucción (usando todos los medios necesarios), del virus, gastando todo el dinero público necesario. Eso ha supuesto un esfuerzo colectivo impresionante, de localización precoz de los contagiados, procurando localizar a la mayoría o todos los portadores lo antes posible, y hospitalizándolos o haciéndoles cumplir la correspondiente cuarentena (caso de ser casos leves), con todas las garantías para el resto de la sociedad. Ahí está el ejemplo de Qingdao, donde ante la aparición de 13 casos positivos se realizaron pruebas a casi 11 millones de personas en 5 días, sin arrojar ningún nuevo positivo. Esto exige una impresionante movilización logística-sanitaria, una buena asistencia primaria, utilización masiva de las correspondientes app para prevenir contagios (cosa inexistente aquí), y por supuesto mucho desembolso de dinero público. Es decir cortar de raíz el virus, evitando su propagación comunitaria que haría muy difícil su posterior seguimiento y erradicación.

Por contra en Occidente, aunque en teoría también se ha intentado erradicar el virus desde el principio, al no poner desde el inicio los medios logísticos y materiales necesarios, en prácticamente todos los países (incluso los más poderosos) se ha actuado y se está actuando sobre los efectos: hospitalizar/tratar a los contagiados que van apareciendo, que muchas veces están colapsando los sistemas sanitarios, muchos fallecimientos, demasiados, diferentes medidas para atajar el virus y a veces contradictorias, que no hace sino crear confusión entre la población, pero siempre yendo por detrás del Covid19, que es el que marca los ritmos.

Al actuar sobre los efectos, por un lado se facilitan las posibilidades de hacer grandes negocios a unos sectores (compras on-line, farmacéuticas privadas, mascarillas, test de diversas clases, compras de materiales sanitarios, sanidad privada, negocio para los bancos privados y ahora el gran negocio que viene: las vacunas), mientras otros están abocados a la quiebra (pequeñas empresas, sector servicios, hostelería, pequeño comercio), y en última instancia a tener que acudir a pedir ayuda para comer.

La realidad es que, cada vez más gente está pensando que China puede que no sea tan “mala” como nos quieren hacer creer los medios de des/información, pues a la vista de los hechos, el coste humano en fallecimientos está siendo infinitamente menor que aquí. Mientras, en Occidente, como vivimos en un sistema donde lo importante es hacer negocio, no importa si como en este caso lo hacemos jugando con la vida de las personas (aunque se diga lo contrario). Si bien la mayoría de la población lo está pasando mal e incluso muriendo, algunos sectores y personas están aprovechando la coyuntura para enriquecerse.


3.- En la anterior entrevista me comentaste que la percepción sobre China, al menos oficialmente no había mejorado. En estos siete meses transcurridos ¿ha cambiado en Occidente-Europa dicha percepción sobre China?

A nivel oficial en absoluto (tal vez todo lo contrario), aunque a nivel de calle cada vez hay más personas que piensan que en China están haciendo las cosas mucho mejor que aquí (Occidente), que se debería informar más objetivamente sobre lo que está pasando allá, y que nos gustaría que viniesen expertos para hablarnos en directo de cómo combaten la pandemia allá, y de los fallos que, es su opinión, cometemos aquí.

Pero en estos momentos es como si China y su lucha contra el Covid19 no existiese. Hay una especie de apagón informativo (que se puede hacer extensivo a países limítrofes), como si se tuviese miedo de tener que explicar por qué aquí hay tantos fallecidos comparados con China, e incluso que la vida, con las precauciones necesarias, ha vuelto casi a la normalidad. Las únicas noticias (da la impresión que para intentar contar solo “malas noticias”), son cuando de nuevo ha habido algún contagio (como en Qingdao), pero al conocerse acá cómo únicamente por 13 positivos se han hecho 11 millones de tests (toda la población de la ciudad), en 5 días, y además sin ningún positivo entre ellos, la información casi ha cesado de repente. Ejemplos como este (que indican una actuación rápida, ágil, coordinada y cívica, totalmente eficaz donde las app anticovid funcionan correctamente, y lo que es más importante, tienen una utilización masiva por parte de la población), parece ser que no interesan a las autoridades sanitario-políticas, pues deberían dar a la ciudadanía muchas explicaciones de por qué aquí (en Europa) no se han aplicado estas mismas actuaciones, al menos con la contundencia necesaria.

Así que, aunque últimamente han disminuido los ataques directos a lo que se ha hecho y se está haciendo en China, de vez en cuando se vuelven a repetir las mismas consignas: China miente sobre sus fallecidos, ocultó datos importantes, controla la OMS (Organización Mundial de la Salud), inventó y propagó el virus etc. Y todo esto a pesar de que la gran mayoría mundial de expertos sanitarios no están de acuerdo con estos ataques, y niegan su veracidad.


4.- ¿Que nos puedes decir sobre el tema de la/s vacuna/s?

En Occidente-Europa (por supuesto también en USA), la industria farmacéutica es muy poderosa e influyente en organismos tanto políticos como sociales.

El 11 de junio del 2009, con apenas varios miles de casos, sorpresiva e innecesariamente según muchos virólogos mundiales, la OMS declaró pandemia el brote de gripe A (gripe porcina) detectado en USA.

El periódico L´Humanité escribía: “Lo único que importaba y que condujo a la formidable campaña de pánico, es que la gripe A constituía una oportunidad de oro para los laboratorios, cuyos dirigentes sabían que les tocaría el premio gordo en caso de que se declarase una pandemia”

El gobierno español compró 37 millones de dosis (266 millones de Euros), y ante el fiasco de tal pandemia, algunos millones se pudieron donar a otros países, mientras millones de dosis se tuvieron que tirar a la basura. Lo mismo ocurrió en otros lugares. Los laboratorios privados hicieron su agosto, y todavía hay denuncias pendientes por el “pánico” creado y la subsiguiente compra de vacunas y material sanitario. Seguramente si la industria farmacéutica hubiese sido pública, tal vez estos “timos legales” no se hubiesen producido. A dicha industria, al estar en manos privadas, solo le guía el ánimo de lucro, con lo que ni invierte en enfermedades raras (socialmente deseable pero como negocio no rentable), o prefiere invertir en medicamentos que se necesitarán de por vida (como en el caso del Sida), antes que buscar una vacuna, pues se les acabaría el negocio. Pero además no hay que olvidar, que gran parte de la inversión primaria, la más costosa, es pública en un 80%, y sin embargo los laboratorios aplican los precios a su criterio. El famoso Rendesivir, primer antiviral que se aprobó para combatir el Covid19 (aunque según análisis últimos y muchos expertos tiene escasa efectividad), se está comercializando a unos 2000 Euros por tratamiento (6 dosis), y dicho tratamiento cuesta unos 5 Euros. Sin comentarios.

En esta ocasión estamos ante un gran negocio pues hablamos de miles de millones de dólares: vacunar a toda la población mundial, y ya están las farmacéuticas en Occidente, compitiendo por ver cual de ellas se lleva la mayor parte del pastel. Resulta obsceno ver cómo van aumentando entre ellas los ratios de su efectividad, sin haber todavía sacado trabajos científicos que lo corroboren. Por supuesto de las vacunas que se están ensayando en China y Rusia ni una palabra (aunque saben que los ensayos están ahí). El descaro llega a tal nivel que de vez en cuando, periodistas e incluso supuestos expertos nos dicen que las vacunas de esos países no son de fiar…, no hacen los ensayos pertinentes… etc. Eso sí, que el presidente de Pfizer justo el mismo día que el laboratorio dijo que su vacuna tenia una efectividad del 90% (ya la ha subido porque su competidora Moderna ¡ha dado una efectividad mayor!), vendió el 62% de sus acciones con un beneficio neto aproximado de un millón de $ (el bruto fue de unos 5,5 millones), no tiene la menor importancia: son solo negocios. Mediante trucos legales, no se considera “utilización de información privilegiada” (así funciona este sistema). Visto esto, ¿quién nos va a garantizar en Occidente que, ante el gran negocio que tienen delante (y ya han demostrado muchas veces que no tienen escrúpulos), no van a falsificar/trucar resultados, para obtener el visto bueno de los organismos pertinentes? De hecho ya ha habido varios incidentes en las pruebas de la fase 3 (concretamente se ha sabido hace poco que con la vacuna Pfizer ha habido 6 muertes en dichas pruebas), y tampoco han dado mayor información sobre ellos. Curiosamente, un porcentaje muy elevado de la población no se fía de las informaciones que están dados esos laboratorios pues piensan que lo único que les guía es el beneficio, la codicia, y el número de los que, de momento, no se quieren vacunar es muy elevado.

Por otra parte, estas poderosas compañías farmacéuticas privadas, parece ser que a través de opacos acuerdos con los gobiernos se han desvinculado de cualquier responsabilidad por los efectos secundarios que sus vacunas puedan producir, y de hecho, al haber acelerado los procesos de validación de dichas vacunas (con la excusa de la urgencia que hay para que se apliquen lo antes posible), van a hacer en la práctica que la población en general haga de “conejillos de indias”. Va a ser como cuando la industria informática saca sus versiones “B” (más baratas e incluso gratis) sobre apps o nuevos sistemas operativos, para que los mismos usuarios vayan descubriendo los fallos, con lo que dicha industria se ahorra muchísimo dinero. Claro que la diferencia es que con el tema de las vacunas, los “fallos” (que según los expertos seguro que los habrá por la premura con que se está haciendo su comercialización), muchas veces supondrán que muera gente, pero esto no les importa demasiado: el negocio es el negocio.


5.- Según dices las estrategias para combatir el virus, al menos en teoría, son parecidas tanto en Oriente como en Occidente: un sistema de salud (sobre todo público) fuerte, y sobre todo un buen sistema de salud primario, medidas higiénicas y de salud determinadas, diagnóstico precoz de contagiados y de posibles casos, seguimiento estricto de ellos (rastreadores), test masivos, y también utilización masiva de las app en móviles como ayuda para un seguimiento correcto de los casos. Pero a la vista de los resultados tan dispares ¿no se plantea en Occidente seguir la estrategia de países como China?

Como te he dicho China en estos momentos es como si no existiese. Tiene controlado el virus bastante bien, de vez en cuando hay brotes que se erradican de forma expeditiva y rápida, su población se siente segura, la economía ha vuelto a los niveles pre-Covid19 (incluso los está superando tal vez por la bajada de sus competidores occidentales), aunque el gobierno y los asesores sanitarios parece que saben que no hay que bajar la guardia, pues el virus todavía anda suelto. Por supuesto que parecería razonable que se intentase copiar a China en esa cuestión (o al menos pedir consejo), pero el tomar esas medidas, a veces drásticas, además de una disciplina que aquí no existe (entre otras cosas porque aquí tampoco se fomenta, pues se supone que los derechos individuales son los más importantes, por encima de cualquier consideración), exige gastar mucho dinero público. Desde hace años se han ido haciendo grandes recortes en la sanidad pública (es uno de los países europeos que menos invierte en ella), y tampoco parece que, aunque hay un gobierno progresista, se vaya a revertir la situación: faltan médicos, personal sanitario, y ahora mismo no se sabe dónde contratarlo (es lo que dicen oficialmente). Por otra parte, la utilización de la informática en el combate contra el virus, tan importante en pleno siglo XXI, no existe, y la app para control del Covid19, con la excusa de disquisiciones sobre la libertad, nunca ha funcionado. Es curioso porque aquí, a través sobre todo de los móviles, estamos totalmente controlados, pero es ahora cuando hipócritamente los gobernantes nos hablan de esto, para “prevenirnos” contra China (y de paso, aunque no lo dicen, contra Corea del Sur, Japón, que también están haciendo una utilización masiva para ayudar a prevenir/erradicar el virus). Creo que explicar todo esto (por qué en China los resultados son infinitamente mejores que en Occidente) sería embarazoso para dichos gobernantes.

En todo este tiempo, la actitud ante China de Europa-Occidente ha pasado por varias fases:

A)- Cuando se detectó oficialmente el virus en Wuhan (todavía no se tiene nada claro sobre dónde se originó, pues ya por ejemplo, en Italia han reconocido que varios casos tratados como gripes o catarros en noviembre del año pasado en realidad eran casos de coronavirus), había un cierto asombro y mezcla de incredulidad al ver por la televisión las medidas preventivas que se estaban tomando en China para parar el contagio. Hasta se hacían bromas al ver al personal sanitario con sus trajes protectores, pero en absoluto se pensaba que pudiese llegar aquí. En general había un cierto sentimiento de aprecio por los esfuerzos iniciales chinos y por el material sanitario mandado (a veces gratuito), e incluso hasta el impresentable de Trump llegó a decir que agradecía los esfuerzos de China por la información aportada para combatir el virus.

B)-Pero una vez llegó, o se extendió, a Europa y América, ante la pasividad en tomar medidas adecuadas (¡hubo dos meses para prepararse sin hacer nada!), el virus empezó a expandirse rápidamente, y poco a poco empezaron a arremeter contra China, liderados por el presidente Trump, (que había cambiado de opinión): China ha producido o propagado el virus…, debe pagar por el daño hecho…, toma medidas exageradas porque es una dictadura…, quieren controlar a la población a través de los móviles… (olvidando que aquí ¡ya llevamos controlados hace tiempo!), etc.

C)- Desde hace unos meses, y viendo que ya es imposible seguir con el engaño sobre China (pues a través de los redes sociales va llegando mucha información de particulares, amigos, sobre la realidad de allá), ahora estamos en la fase del “apagón informativo”. China (y el oriente de Asia) es como si no existiese.


6.- Lo que está claro es que el impacto mundial de la pandemia está siendo de alguna manera aterrador. ¿Como ves el futuro post-Covid?

Supongo que todavía es pronto para sacar conclusiones finales, pues el periodo post-Covid19 aún puede dar más de una sorpresa. De momento China (sin olvidar a Japón y Corea del Sur) parece que dentro de las grandes potencias es la que mejor está gestionando la situación, pero el virus aún sigue entre nosotros, las vacunas están por probar su eficacia, y queda la gran incógnita de cómo responderá USA con su nuevo presidente Biden (la obra tragicómica de teatro de Trump está a punto de bajar el telón). Antes del Covid19 ya la situación era muy tensa con USA no aceptando que estamos ya en un mundo multipolar, que hace ya algún tiempo inició su relativa decadencia económica, e incluso, militarmente a pesar de tener el mayor presupuesto militar (y con diferencia, del mundo), sabe que no debiera caer en la estupidez de tener un enfrentamiento abierto con Rusia, a pesar de que su gasto militar es aproximadamente 10 veces menor. La desaparición del pseudo fascista de Trump de la escena mundial seguramente será un alivio para casi todos (aunque Biden, su sucesor, representa a una derecha que ya está dejando marginada a los sectores progresistas de su partido como Sanders, Ocasio Cortez etc.), y a nivel interno los norteamericanos posiblemente lo notarán favorablemente: tema sanitario, tema racismo, derechos humanos (qué ironía ¡la nación que quiere dar lecciones a todo el mundo!), inmigración, leyes medioambientales; pero a nivel mundial y por lo que ha ido diciendo hasta ahora, tal vez exceptuando su relación con Cuba, (hacia Irán está por ver), volver al tratado de París y a la OMS, lo demás está por ver si Biden renegociará los tratados nucleares con Rusia, o que pasará con los tratados económicos denunciados por la administración Trump, el North Stream2 en Europa etc. Seguirá considerando a Latinoamérica como su “patio trasero”, y el famoso “Pivote a Asia” de Obama (Pívot to Asia) parece que va a continuar, y tal como va todo, o cambian mucho las cosas o solo puede ir a peor. La guerra económica iniciada por Trump contra China, a la larga la perderá si o si Norteamérica, aunque solo sea por el espíritu de sacrificio de los chinos, del que carece la hedonista USA, y USA solo tiene dos opciones: o acepta que tiene que acostumbrarse a ser uno más en el tablero mundial (eso si, todavía muy poderoso) y recompone sus relaciones con China, o sigue en su loca carrera de intentar seguir siendo el líder mundial, que no lo conseguirá, pero de seguro que causará mucho dolor y sufrimiento al mundo. Como le oí decir en China hace unos años a un economista malayo: “Occident give it up” (Occidente, déjalo ya)

Y el Covid19 ha llegado para liarlo todo un poco más: yo suelo decir que este virus es de izquierdas, pues ha dejado patas arriba todos los principios sacrosantos sobre los que se asienta el sistema capitalista en el que vivimos en Occidente. Ha reivindicado y puesto en valor lo público ante lo privado, los derechos-valores sociales ante los derechos individuales. Ha dejado al descubierto todavía más el gran espectáculo circense en que se está convirtiendo esta sociedad, donde estamos sufriendo un continuo bombardeo de cifras, estadísticas, algoritmos matemáticos, normas que se contradicen entre sí y que hacen perder a la ciudadanía la confianza en los llamados “expertos”, pero luego la app para avisar de casos positivos no funciona (¡después de 8 meses!), y ni siquiera iba a ser obligatorio llevar encendido el bluetooth (entonces ¿para que serviría?), los cribados por zonas con PCR tampoco son obligatorios, el seguimiento de posibles casos es muy deficiente (faltan rastreadores), la atención primaria (primera defensa contra el virus) en muchas zonas está colapsada etc. etc.

Es descorazonador ver en la tele cómo nos hablan (habrá que decir nos comen el tarro), sobre el número de contagiados y fallecidos, y nos recuerdan la solidaridad, cumplir las recomendaciones, ser buenos ciudadanos disciplinados, para a continuación darnos frívolos programas donde parece que regalen el dinero, aprovechando la coyuntura anuncios para hacernos seguros privados, o nos incitan a engancharnos a jugar a lo que sea. La imagen de todo un mundo que parece se está desmoronando, y no nos queremos dar cuenta.

Es curioso y patético a la vez, ver-oír a los grandes gurus del neoliberalismo a ultranza contradecirse a sí mismos, cuando reclaman que el estado invierta más y más para salvar la economía, y los negocios que están en riesgo por el Covid19. Pero ¿no nos decían que cuanto menos estado mejor? Hace apenas 10 años, durante la crisis creada fundamentalmente por la codicia de los bancos (que como nos decían que eran sistémicos había que salvarlos a toda costa), también reclamaron al estado una intervención masiva que dócilmente la hicieron sin ninguna contraprestación, quedando por ello las arcas públicas medio vacías. Se sanearon (o medio sanearon), las cuentas de los bancos causantes del desastre, y la crisis la pagaron los de abajo, que no habían tenido ninguna culpa en su generación, ahondando todavía más las desigualdades socio-económicas.

Poco antes del Covid19, analistas económicos ya estaban avisando que otra crisis se estaba acercando, y ahora el virus es la excusa perfecta para hacerle culpable de todos los problemas del sistema capitalista.

Al fin y al cabo, como ya venían anunciando muchos científicos, ante el desastre medio-ambiental que hemos creado, era cuestión de tiempo que un nuevo virus saltase de los animales al hombre. El planeta tierra es lo que es, es finito, y es contradictorio con un sistema capitalista cuyo objetivo es siempre crecer. De seguir así más virus volverán a aparecer.

     

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