El mapa de hoy es una proyección del Instituto Federal Alemán para los Asuntos Urbanos, con sede en Bonn, sobre la población en riesgo de pobreza o exclusión social, el año 2020. En rojo, las zonas con mayor precariedad social dentro de cinco años. En azul oscuro, los paraísos del bienestar. En gris azulado, la Europa más o menos estabilizada que puede hacer posible la continuidad del euro.
Es un mapa que dibuja un futuro poco halagüeño para la Gran Bretaña euroescéptica. Los cartógrafos alemanes advierten a los ingleses que les espera un cierto retroceso social frente a una Europa continental todavía fuerte. Una Europa septentrional potente. Una Europa central estabilizada después de las crisis. Y dos anclajes sólidos debajo de los Alpes y los Pirineos: la Italia del Norte (con adición toscana y boloñesa), y una amplia marca hispánica, definida por Catalunya, Aragón, País Vasco y Navarra, el Gran Madrid y vieja su retaguardia castellana.
Una Europa de gris azulado, con islas de gran prosperidad. La riqueza del petróleo en la Noruega de los grandes fiordos. Las áreas metropolitanas de Estocolmo y Helsinki. Islandia, levantando cabeza. Una Chequia muy boyante, flanqueada por la significativa recuperación de Eslovaquia. Los Países Bajos y Flandes, con Valonia en retroceso. El corredor de Sissí, emperatriz, sin Hungría. Una Austria confortable, conectada con el auge del gran Véneto, dónde hay impulsos independentistas bajo la bandera de la Serenísima República Veneciana. El corredor de Sissí vuelve a salir al mar por Trieste y pone un pie en Eslovenia. Hay más islas azules. El Piamonte, que unificó Italia en 1861 y no se escindirá de ella. Y el Gran Luxemburgo hispánico: el ‘cluster’ foral vasco-navarro, en vías de pragmática confluencia política después de las elecciones del 24 de mayo.
La Europa que puede superar el 30% de pobreza linda con la antigua Unión Soviética, desde el Báltico a Bizancio. Letonia y Lituania. Las regiones orientales de Polonia. La mitad de Hungría, desde Budapest hacia Transilvania. Todo el enorme mosaico balcánico, Grecia incluida,en rojo intenso. Es la Europa que tiene miedo de Putin, pero también es la Europa que comienza a sentirse hipnotizada por la Rusia autárquica, de mano dura. Aquí hay tema.
La Europa pobre seguirá siendo, asímismo, mediterránea. La Europa de los olivos. El Sur de Italia, de Roma para abajo, con Sicilia y Cerdeña. Y, atención, la mitad de España. Una enorme mancha roja en España. La prospectiva alemana nos dice que Portugal puede mejorar y dentro de cinco años encontrarse –en términos de estabilidad social–, en mejor situación que la España más damnificada por la crisis. En el Atlántico, problemas en Irlanda.
Es impresionante la mancha de la regresión social española, según esta previsión alemana: Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia y la Comunidad Valenciana. Este mapa nos presenta una España muy difícil de vertebrar en 2020. Vienen ásperos debates –todavía más– sobre el reparto de la solidaridad.
Valencia, rótula crítica. Una economía que puede recuperar dinamismo, con el lastre de una fuerte regresión social. Ahí tenemos una de las claves del reciente cambio político valenciano. Concluyo con una afirmación que seguramente choca con el dogma de la centralidad perpetua de la cuestión catalana. Valencia puede ser uno de los puntos más críticos de España en 2020. Una España partida en dos, con una ínsula de alta prosperidad en las provincias forales. Este mapa alemán debería preocupar a todas las fuerzas dirigentes españolas. Y a las que aspiran a serlo.
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