domingo, 19 de diciembre de 2010

OLENTZERO HIZO PARAR AL TREN EN PUEYO, 23 AÑOS DESPUÉS

Hacía 23 años que no paraba un tren en la estación de ferrocarril de la localidad. Este acontecimiento de por sí ya resulta sorprendente, pero si a esto hay que añadir que fueron centenares las personas que acudieron a la cita de los 600 niños y niñas que tanto del Casco Viejo de Pamplona como de la Comarca de Tafalla se acercaron ayer hasta Pueyo, desafiando al frío, para hacer realidad el sueño de poderle entregar en mano sus peticiones. Doblemente emocionante para una localidad tan pequeña como Pueyo.

"Esto es una gozada. Es una manera fenomenal de llenar de vida el pueblo", comentaban las amigas Moli Hualde y Ana Guillén, ambas de Pueyo, mientras sus hijas Ane y Uxue, de 5 años, no dejaban de vocear "¡vamos a encontrar a Olentzero!". Menos nerviosas se mostraron las compañeras de clase Itziar Alonso, Oihana Borda y Enara Mitxelena, de 7 años, que sin dejar de bailar explicaron que "no es la primera vez que venimos a buscar a Olentzero, lo único malo es que todavía no le hemos escrito la carta". Otras, en cambio, algo más previsoras, sabían perfectamente los regalos que querían. "Una Wii", dijeron al unísono las hermanas Eider e Ixone, de 10 y 8 años respectivamente, mientras su madre, Mila Gallego, esbozaba una sonrisa complaciente.

Para muchos niños el viaje en tren resultó en sí toda una aventura. A este respecto, Oskar Belso, miembro de la Asociación Aldezar y organizador del evento, explicó que precisamente ése es uno de los objetivos que persigue la asociación. "Es una manera de recuperar el Olentzero del Casco Viejo y de conectar el mundo rural con la capital. Además, somos conscientes de que para muchos niños y niñas va a suponer su primer viaje en tren, algo de lo que nos enorgullecemos". Precisamente éste fue el caso de la hija de Andreu Cortiella, Maitane, que comentó: "Yo creo que está más nerviosa por el viaje que por Olentzero".

Una vez resuelto el problema de nervios, los jóvenes disfrutaron de lo lindo jugando a hacer ginkanas y visitando el pueblo hasta que finalmente dieron con Olentzero, que bajó del monte arropado por antorchas y por el sonido de los Zanpantzar de Tafalla.

La jornada, como no podía ser de otro modo, concluyó con la consabida entrega de cartas. Para llevar a cabo este cometido, Olentzero contó con la ayuda del vecino de Pueyo Gaizka Navarlaz Burgos, de 9 años, así como del pamplonés Aritz Amor Moreno, de 8 años.

Ainara Izko, en Diario de Noticias

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