sábado, 14 de abril de 2012

REBELIÓN SACERDOTAL EN IRLANDA CONTRA LOS INQUISIDORES VATICANOS

Primero fue en Austria, pero es en Irlanda donde la rebelión de los curas contra la cúpula vaticana está adquiriendo mayores proporciones. Son más de 900 los sacerdotes irlandeses, capitaneados por el padre Tony Flannery, los que piden cambios profundos en la institución y, además, denuncian los métodos inquisitoriales de Roma para silenciarlos y asfixiar sus reivindicaciones.

Tanto es así que el provincial redentorista, Adrian Egan, denuncia la presencia de “agentes vaticanos de la ortodoxia”, que espían a los clérigos y se chivan a Roma, para que, desde allí, se lancen las consiguientes “represiones” eclesiásticas. Como en la época de los espías de la Inquisición.

El actual guardián de la ortodoxia, William Joseph Levada, ha decidido silenciar a uno de los jefes del movimiento de los curas rebeldes irlandeses. Se trata del padre Tony Flannery, religioso redentorista de Limerick, que, siguiendo la estela de la Pfarrer-Iniciative austríaca, lidera una asociación de cerca de 900 sacerdotes que expresa posiciones favorables al sacerdocio femenino, denuncia la gravedad de los escándalos sexuales en la Iglesia y no comparte las posiciones del Vaticano sobre la contracepción.

La Congregación para la Doctrina de la Fe obliga al padre Flannery “a no divulgar más sus ideas, a no escribir más en la revista de los redentoristas y a mantenerse alejado de la televisión y de la radio”.

La “condena” romana ha caído como un mazazo en las filas del clero y del pueblo católico irlandés. El propio superior provincial de los redentoristas, Adrian Egan, dijo sentirse “espantado, consternado, asombrado, estupefacto y enormemente desilusionado por la acción del Vaticano”.

Más aún, el superior redentorista denuncia la actual situación eclesial en Irlanda como si de una película de espías se tratase. A su juicio, la situación en gran parte de las Iglesias europeas es dramática por la presencia de lo que denomina “agentes de la ortodoxia”.

Se trata de clérigos enviados por el Vaticano a verificar, “con una meticulosidad propia del FBI de los tiempos de Edgar Hoover”, cada frase o pronunciamiento que no esté en línea con la doctrina. En su opinión, estos “agentes” evalúan a todos los que se salen de sus estrechas anteojeras doctrinales y luego lo cuentan todo en Roma, desde donde se lanza rápidamente la consiguiente “represión”.

La situación se está tensando tanto que, hoy mismo, otro sacerdotes irlandés acusó al Vaticano de tratar a los clérigos de este país como “imbéciles” durante la inspección ordenada por el papa Benedicto XVI sobre la actuación de la Iglesia en casos de abusos sexuales contra menores.

La llamada “visita apostólica” -como se conoce en el Vaticano a las inspecciones- fue ordenada en 2010 por Benedicto XVI en cuatro archidiócesis metropolitanas irlandesas -Armagh, Dublín, Casher-Emly y Tuam- y en varios seminarios e institutos religiosos.

El padre Sean McDonagh, de la orden de San Columba, calificó hoy de “incompetentes” a los responsables de una “investigación espantosa”, cuyas conclusiones fueron presentadas en un resumen de siete páginas el pasado 20 de marzo.

El sacerdote efectuó esas declaraciones después de presentar en Dublín las conclusiones de un estudio sobre “Perspectivas Católicas Contemporáneas” elaborado por la progresista Asociación de Sacerdotes Irlandeses (ACP), de la que es miembro fundador.

Relató que, en una ocasión, le preguntó a una asistente de un cardenal si sería capaz de asistir a una reunión sin programa definido o sin tener la certeza de que las declaraciones fuesen a ser incluidas en un informe final.

Dijo que no. Y yo respondí que esa era exactamente la situación en la que nos encontrábamos. Se nos está tratando como a imbéciles, como a críos”, se lamentó McDonagh.

En su opinión, ninguna organización toleraría tampoco que el informe final no se hubiese hecho público en su totalidad, como ha sucedido, recordó, con el texto completo de la “visita apostólica”.

Estas inspecciones comenzaron el 12 de noviembre de 2010, tras la carta que Benedicto XVI envió a las víctimas y católicos irlandeses, en la que pidió perdón, dijo que sentía “vergüenza” y advirtió a esos sacerdotes que deben responder ante Dios y los tribunales.

Entre 2005 y 2011 cuatro informes independientes revelaron que miles de menores sufrieron abusos sexuales a manos de sacerdotes católicos en Irlanda, al tiempo que denunciaron las tácticas empleadas por los dirigentes religiosos para ocultar a los pederastas.

Religión Digital

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