sábado, 16 de julio de 2011

ETA NO CREE QUE SOBRE NI ESTORBE

La izquierda abertzale habla mucho más claro y se le entiende mucho mejor cuando se expresa en sede judicial a través de sus líderes, digamos naturales, sobre el cese definitivo de la estrategia de la violencia que cuando lo hace en otros foros mediante comparecencias de prensa sin posibilidad de preguntar o a través de los responsables institucionales de Bildu. No se si obedece solo a una estrategia para una mejor defensa jurídica de esos dirigentes incursos en distintos procedimientos penales o va más allá y pretende ser la referencia que sirva de guía, a modo de libro de contenidos de lo que hay que decir o se puede decir respecto al cese definitivo de la violencia y el final de ETA. Espero que no sea solo una estrategia de defensa judicial. Sin embargo, los datos que nos ofrece la realidad de la izquierda abertzale en sus pronunciamientos públicos no despeja las dudas y se mantiene en una dimensión ambigua sin responder con claridad a las cuestiones que por ejemplo Otegi y Rafa Díez, en su condición de procesados y dirigentes, han formulado y respondido de manera indubitada. Esta tibieza se pone de manifiesto especialmente cuando la izquierda abertzale se encuentra ante la obligación política de tener que valorar positivamente los comunicados de ETA, aunque el contenido ni siquiera responda a lo pretendido por la izquierda abertzale. Parece que el cordón umbilical que permitía combinar lo militar y lo político, aunque sea por el vínculo afectivo, sigue ejerciendo su función, limitando en este caso el desarrollo de un discurso y de un razonamiento libre. En el terreno de las declaraciones el hecho político más relevante que se ha dado en los últimos meses ha sido el alegato que realizó Otegi, cuando en su turno de la última palabra del acusado, actuando, además, como portavoz y líder, refiriéndose al nuevo camino emprendido por la izquierda abertzale, cuya irreversibilidad e irrevocabilidad garantizó, manifestó que la estrategia militar ‘sobra y estorba’. El giro democrático quedaba ilustrado con expresiones como “Hemos virado el trasatlántico de la izquierda abertzale” y “El único escenario que planteamos es el cese definitivo de la lucha armada”. Al día siguiente, la izquierda abertzale hizo suyo el pronunciamiento solemne de Otegi y expresó su coincidencia con estas manifestaciones. Las palabras de Otegi y Díez colocaban automáticamente la pelota en el tejado de ETA, pues por primera vez en la historia de este movimiento, basado en el binomio de la M y de la P, lo político se atrevía a manifestar que lo militar sobraba y estorbaba para la estrategia independentista. Es comprensible que ETA no quiera coger el toro por los cuernos y trate en sus comunicados de desviar la atención de la opinión política hacia otras cuestiones menos comprometidas para ella, aunque con algunas de sus manifestaciones consigan complicarle la vida a Bildu o favorecer que algunos enreden ante las instituciones judiciales con demandas de ilegalización. Sin embargo, la izquierda abertzale debe convertir su coincidencia con lo manifestado por Otegi en un requerimiento expreso a ETA para que exprese su opinión acerca de la exclusividad de las vías políticas y el cierre definitivo de la estrategia militar. Más allá de las declaraciones rutinarias e inerciales respecto al compromiso a profundizar en el cambio emprendido del alto el fuego, la izquierda abertzale no puede valorar positivamente un comunicado que huye de dar respuesta a la cuestión estratégica de fondo sobre la inutilidad de la lucha armada, ahora, sobra y estorba, ETA se dedique a hablar de éxitos electorales como si fueran propios, y lo que es peor ,como si fueran el resultado de ‘la ejemplar lucha y resistencia mantenida durante años’, en la que se atribuyen el papel de protagonistas principales. Desgraciadamente, ETA aún no nos ha dicho que sobra. Por eso mismo, la izquierda abertzale por coherencia y por solidaridad con los procesados en el caso Bateragune debe pedírselo.

Xabier Gurrutxaga

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