viernes, 15 de mayo de 2009

LA PÍLDORA DEL DÍA DESPUÉS: FALACIAS Y HECHOS

La web integrista Hazte Oír anuncia en su línea habitual, la libre dispensación de la “píldora del día después”. Y, como sé que lo estabais esperando, aquí llega vuestro bloguero favorito para hacer algunas aclaraciones.

De entrada, sentemos los términos: lo que se conoce como “píldora del día después” propiamente es levonorgestrel, una hormona sintética similar a la progesterona que se emplea como anticonceptivo de emergencia, según las directrices recomendadas por la OMS en un boletín de 2005. Este fármaco se comercializa en España bajo las marcas de Norlevo™ y Postinor™ y, a fecha de hoy, se puede conseguir con prescripción médica en una farmacia o algunos centros de planificación familiar.

Lo que el Gobierno pretende hacer es transformar estos medicamentos en lo que se conoce como especialidades OTC, de dispensación sin necesidad de receta médica, tal y como sucede en países tan diversos como Reino Unido, Francia, Suecia y Suiza, y también Portugal, Marruecos y Sudáfrica.

En llegando a este punto, algunos se echan las manos a la cabeza y afirman perlas que yo me veo en la obligación de desmentir. Voy a una noticia de Hazte Oír titulada “La PDD es el mayor ataque contra el derecho a la salud sexual de la mujer” y leo estupefacto que: La llamada píldora del día después tiene un efecto abortivo.

Eso es incierto. El objetivo principal del levonorgestrel es impedir la ovulación, si bien colateralmente también evita la implantación del blastocisto (que ocurre en el sexto día tras la fecundación). Y ya sabéis que en esta casa, como en otras muchas, se mantiene la obviedad de que una bellota no es un roble, y un centenar de células no es una persona. Pero sigamos con la joya de la corona:

La llamada píldora del día después tiene efectos secundarios y contra-indicaciones muy serias, como sabe cualquier médico. Dispensarla sin receta, [...] es un agresión a la salud de la mujer. Se va a exponer a millones de chicas adolescentes a un grave riesgo para su salud, [...]

Dadme un segundo, que me tome la pastilla para el corazón [glups]. Vale. ¿Efectos secundarios? ¿Contraindicaciones? Hombre, cualquier medicamento las tiene… ¿Pero qué es tan serio? Espera, vamos a su ficha técnica, documento con validez legal disponible en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (el homólogo español de la FDA). ¿Efectos secundarios? Sangrado vaginal. Joder, ¡tanto como que la pastilla hace que te baje la regla! ¿Más efectos secundarios? Náuseas, vómitos… Vamos, que lo peor que te puede pasar con la pastilla es que la vomites. Pues sí que es seria la cosa, sí.

¡Pero espera! Creo que los de Hazte Oír no se refieren a eso. Un amigo que tuvo la suerte de estudiar en una universidad plural y objetiva en cuestiones de reproducción humana me ha dicho algo de un tromboembolismo pulmonar, una complicación muy seria y potencialmente letal (como ya hemos visto anteriormente). Así que, enlazado desde el Ministerio de Sanidad, he ido a la Guía de Prescripción Terapéutica (traducción del British National Formulary), a la sección de anticonceptivos hormonales. Y atención con lo que he encontrado, que es para mear y no echar gota:

El riesgo de enfermedad tromboembólica venosa aumenta (sobre todo, durante el primer año) entre las usuarias de anticonceptivos orales, pero el riesgo es considerablemente menor que el asociado en el embarazo (aprox 60 casos de enfermedad tromboembólica venosa por cada 100.000 gestaciones). [...] La incidencia de tromboembolismo venoso entre mujeres sanas, no embarazadas, que no toman ningún anticonceptivo oral es de unos 5 casos por 100.000 mujeres cada año. Entre las que toman anticonceptivos orales combinados que contienen progestágenos de segunda generación, como por ejemplo levonorgestrel, la incidencia se aproxima a 15 por 100.000 mujeres y año de uso.

Ojo al parche, que se rifa un ojo: el dato es que un embarazo tiene cuatro veces más probabilidades de provocar un tromboembolismo venoso que tomar la píldora del día después durante un año. O sea (dejadme ponerlo en grande), es más seguro tomar la píldora que quedarse embarazada. También podemos citar al New England Journal of Medicine, que sabéis que me gusta: No case reports of cerebrovascular events were identified in association with the use of progestin-only emergency contraceptives, nor were there reports of deep-vein thrombosis or pulmonary embolism after either type of hormonal contraception.

¿Me dejáis que le de otro enfoque al dato? Desde algunos círculos se proclama como “efecto secundario muy serio” de la píldora algo que, de puro insignificante, no sólo no aparece en la ficha técnica del medicamento, sino que tiene una incidencia menor de la que presenta en un embarazo. Y vamos a seguir contando mentiras, tralará.
Lejos de disminuir el número de embarazos no deseados, éstos aumentarán con la dispensa indiscriminada de la píldora abortiva, ya que se utilizará, [...] como un contra-conceptivo más. También aumentarán las enfermedades de transmisión sexual, al recurrir a la píldora abortiva como una solución contraceptiva.

A lo que respondo con otra cita del New England : Some worry that if emergency contraception were available without a prescription, couples would stop using barrier contraceptives, which might increase the risk of sexually transmitted diseases. This concern is unwarranted for several reasons. Contraception is designed to prevent pregnancy, not to provide protection against infection. [...] In addition, emergency contraception is often used when barrier contraception has failed — for example, because of a torn condom. Thus, emergency contraception supplements rather than supplants barrier contraception. Would easy access to emergency contraception undermine nonemergency contraception? Studies on four continents have shown that advance provision of emergency hormonal contraception to women at risk for unintended pregnancy does not sabotage traditional contraception. Currently, no evidence supports this concern.

De todas formas, reconozco que ese riesgo existe, del mismo modo que existe si pienso que las duchas vaginales de CocaCola funcionan como anticonceptivo, o si creo que la Aspirina cura una infección. Está claro que ningún fármaco sirve para lo que no se ha diseñado, y el pasarse por el forro las indicaciones no es reprochable al medicamento sino al usuario del mismo.

Y una última parida que sueltan en el texto los de Hazte Oír:
un llamamiento a los farmacéuticos para que ejerzan su derecho a la objeción de conciencia a la dispensa de la píldora abortiva sin receta y a cualquier edad, incluso a niñas sin el consentimiento ni la información paternas.

Para esto, sólo daré tres referencias:

El derecho a la objeción de conciencia no existe, ni en lo legal (aparece en la jurisprudencia, pero no en la Constitución ni en ninguna ley) ni en lo ético («Conscience is a burden that belongs to the individual professional; patients should not have to shoulder it.»).

El consentimiento y la información paternas sirven para limpiarse legalmente el culo cuando el paciente tiene dieciséis años cumplidos (Ley 41/2002, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica).

Una tierna e incauta niña comprende las indicaciones y los riesgos de la píldora tan bien como un adulto.

Y esto es todo, señores. Espero haber arrojado algo de luz. Para todo lo demás, Mastercard.

Per Adua ad Astra

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