jueves, 30 de julio de 2020

ABASCAL SE MOFA DE LA DERECHITA COBARDE

Se suele creer de los hijos pródigos que, tras dilapidar el patrimonio o el buen nombre de la familia, tarde o temprano vuelven a casa donde, como en la parábola, son recibidos con un pelillos a la mar para aventar los agravios y los brazos abiertos de par en par. Lo pensaba el PP de Vox, carne de su carne, y tan convencido estaba del retorno de la ultraderecha al redil que ni siquiera esperó a que Abascal llamara al timbre para reírle las gracias y pasarle la mano por el lomo con la misma temeridad que el finado Ángel Cristo mostraba con sus hambrientos leones. El resultado de tanta insensatez es que Vox no ha dejado de comerle al PP la tostada y la moral y que su cruzado en jefe lleva tiempo subido a las barbas de Pablo Casado en plan acróbata circense.

La última maniobra del intrépido Campeador de Amurrio, el anuncio que presentará una moción de censura en septiembre, cuando afloje la calor, no deja de tener una buena dosis de astucia y mucho cachondeo. Es evidente que el destinatario última de la moción no es el presidente del Gobierno ni su coalición socialcomunista, separatista y "criminal" , sino su barbudo socio de Colón, al que llama a retratarse ante el electorado que ambos se disputan en su competición de barbaridades.

Al PP le ha faltado tiempo para desmarcarse de la jugada, una distracción que refuerza al PSOE, según su clarividente secretario general García Egea. Ahora bien, ¿qué razones políticas y no estratégicas puede esgrimir Pablo Casado para no adherirse a esta moción que enarbola su fiel aliado en comunidades y ayuntamientos donde es el báculo de su poder territorial y su mayor dolor de cabeza? Pues ateniéndonos a las reiteradas declaraciones públicas del plurimaster de los populares, ninguna.

Para Casado - por si alguien lo ha olvidado- Sánchez era responsable de un golpe de Estado que se perpetraba y del que seguimos esperando noticias. Presidía un gobierno ilegítimo. Era, en pocas pero muy gruesas palabras, un traidor, un felón, un desleal, un irresponsable, casi un loco de atar o, cuando menos, una persona de "terapia de diván", un ególatra, un incapaz, un irresponsable, un mediocre, un indigno y un redomado embustero.

¿Acaso se puede permanecer impasible ante un presidente ultra, aliado de terroristas y  golpistas, al que le mueve una patológica ambición personal? ¿Es razonable cruzarse de brazos ante este radical que no ha hecho sino urdir el cambio del régimen del 78, que ansía la ruptura de la nación y que se pasa la Constitución por el forro? ¿Podría entenderse que un partido como el PP, que se viste por los pies como su centrado líder, al que Dios guarde muchos años, rechace una iniciativa que, al margen de que reciba menos votos que España en Eurovisión, se dirige contra el mentiroso que oculta la cifra real de los muertos de la pandemia y de cuya gestión tendrá que responder ante los tribunales un día de estos? ¿Es comprensible que la supuesta alternativa de Gobierno mire hacia otro lado si es llamada a pronunciarse sobre un presidente que no ha sido capaz ni de salvar vidas ni de proteger la economía y que ha puesto al Estado en almoneda para seguir un día más durmiendo a pierna suelta en su famoso colchón de la Moncloa?

A tenor de lo anterior, que el PP no valore de encomiable esta justificadísima y patriótica acción contra el Armagedón bolivariano y sanchista y que, por el contrario, despache la censura de Vox como una pataleta de Abascal porque retrocede en las encuestas es una contradicción insuperable. Es más, ¿no debería haber sido el propio Casado el que asumiera la misión histórica de intentar librar a los españoles de la pesadilla a la que han votado o, en su defecto, despertarles de su mal sueño a toque de corneta?

Que sí, que la estratagema de Abascal es inviable, además de una bufonada con la que echarnos unas risas en el umbral del sombrío otoño que nos espera. Ahora bien, el objeto de la burla no es Sánchez sino Casado, que puede que no llegue a gobernar nunca pero al que nadie impedirá presumir ante sus nietos de ser el primer dirigente de la derecha en haber superado una moción de censura con el voto de socialistas, populistas, golpistas y filoterroristas. La derechita cobarde inmortalizada del brazo de sus archienemigos. ¿Hijo pródigo dicen? Cría cuervos.

Juan Carlos Escudier, en Público

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