La propuesta de Javier Esparza de someter a los afiliados de UPN la decisión de acudir en una lista conjunta con el PP de Rajoy a las elecciones generales de noviembre derivó en un cruce de reproches entre ambos partidos y la evidencia de que la confusión sigue instalada en la derecha navarra tras la derrota electoral de mayo. Esparza intenta seguir ejerciendo como líder de UPN a pesar de que la elección del nuevo dirigente de este partido está pendiente de la celebración de un congreso extraordinario aún sin fecha y de que hay al menos ya otros dos candidatos a ocupar ese puesto, Enrique Maya y Luis Zarraluqui. En todo caso, la unión de siglas entre UPN y PP en unas generales no es nueva, sino que forma parte de la política navarra desde 1991. En 2011, con la alianza ya rota, concurrieron en una lista conjunta, aunque tras el recuento de las papeletas cada uno se fue con sus siglas por separado. Sin embargo, en este momento, la propuesta de Esparza reabre un debate de fondo en UPN: o rediseñar un camino político propio en la Navarra actual o terminar bajo amparo del PP desde Madrid. Una pugna histórica en el seno de UPN. Y es también el fin de la teoría del quesito que diseñó Sanz para conformar una alianza férrea con el PSN, un experimento político fracasado por los hechos del fallido Gobierno entre Barcina y Jiménez y rechazado en las urnas por los navarros y navarras. Es evidente que una suma de siglas por oportunismo electoral confirmará a la lista de la derecha como la más votada en Navarra -con el lastre de asumir la carga de la corrupción y la desastrosa gestión de Gobierno del PP y con el aliento del experimento de Ciudadanos-, pero difícilmente modificará la correlación de fuerzas expresada por la sociedad navarra en mayo a favor de un cambio político y social, que numéricamente se trasladará también a las elecciones generales. En cambio, puede abrir un debate profundo en un UPN que arrastra ya una dura crisis de identidad y de liderazgo, con una permanente división interna tanto por intereses personales como por diferencias ideológicas, estratégicas y de visión política. Sin olvidar que el PP puede ganar a corto plazo un escaño en esa candidatura conjunta, pero que aspira, cada vez más en serio, a eliminar la competencia del champiñón de UPN en Navarra, como ya ha hecho en otros territorios. De ahí la despreciativa respuesta de Maroto a la oferta de Esparza y también el poco entusiasmo con que UPN, exigiendo respeto al PP, la ha seguido. Tiempos de crisis en la derecha.
Editorial del Diario de Noticias
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