martes, 21 de octubre de 2014

ÉBOLA, RECORTES SANITARIOS Y EFECTOS COLATERALES

Hay palabras que evocan a África, como ébano, como ébola.  Que el precioso nombre  de un   río del antiguo Congo nos provoque un miedo irracional es, cuando menos, sorprendente. Fue en este lugar donde se aisló por vez primera un virus alargado, como un gusanito, en la sangre de una persona muerta tras una breve pero dramática enfermedad.  Un virus que produce una fiebre hemorrágica, afectando grave y simultáneamente  a muchos órganos importantes, a los que lleva a un fallo funcional y con él a la muerte. Todo ello en unos pocos días. Con el agravante de que no hay vacuna y los escasos tratamientos disponibles son experimentales. Hay que reconocer que da miedo. Contiene todos los elementos y características para generar miedo. Y el miedo es un sentimiento básico para la supervivencia individual , pero el miedo, los miedos, no siempre son ajustados al peligro real que corremos y es necesario introducir algún elemento de racionalidad que nos ayude a situarlos en su sitio.

Si nos ajustamos a las estadísticas y vemos las cifras de mortalidad, nos encontramos que el virus del Ebola desde su descubrimiento en el año 1976 ha provocado hasta la actualidad unas 4500 muertes, pero enfermedades infecciosas como el dengue mata todos los años a 20.000 personas, o el sarampión para el que existe una vacuna eficaz se lleva a 100.000 cada año, que por  diarreas por rotavirus morirán varios cientos de miles; y qué decir de la malaria, la mitad de la población mundial podría contagiarse de malaria y un niño muere cada 30 segundo por su causa. En 2004 hubo 1,8 millones de casos en el mundo, cifra que fue descendiendo cada año hasta el 2012 donde “solo “ la sufrieron 207 millones de personas  de las que 627.000 fallecieron.  Y nuestra acompañante de todos los años, la gripe estacional, provocará este invierno unas 250.000 muertes  y de esas, a España, le corresponderán entre 1000 y 4000.

No voy a comentar lo ya dicho hasta la saciedad sobre la ineptitud de la ministra de Sanidad y la falta de sentido de la medida y de prudencia del consejero de Sanidad. Tampoco de determinados medios de comunicación que, con el fin de ganar audiencia, hacen espectáculo de todo y de todos,  aliñando cualquier cosa con todo el morbo y la cutrez posible. Incluso los medios de comunicación más respetuosos y que trasmiten una información más veraz y sosegada contribuyen con la repetición y repetición de detalles a generar una sensación de catástrofe inminente.

Y catástrofe, es lo que  se está produciendo ahora mismo en África donde el ébola está provocando  una epidemia  en una población que carece de la mínima  infraestructura sanitaria. El actual brote ha producido 4500 muertes  y la OMS declara que para diciembre habrá más de 10.000 personas infectadas.  Y sobre esto pasamos como de puntillas.

Como estamos pasando aquí con el efecto  los recortes en sanidad y las privatizaciones y  su relación con la nefasta gestión de la crisis del ébola. 

Cabría hacerse muchas preguntas y reflexiones: ¿puede el Ministerio desentenderse de competencias de salud pública justificando que son competencias trasferidas a la Comunidad Autónoma?.   El Hospital Carlos III, hospital referencia nacional para las enfermedades infecciosas, ha sido desmantelado, privatizando determinadas áreas o desplazándolas a la gestión de fundaciones y disgregando al equipo de profesionales en varios centros e, incluso en otros casos, se han eliminado algunas secciones, por ejemplo la Sección de Brotes  que son quienes se encargarían de la organización y logística de brotes infecciosos.  Pero económicamente no es rentable.  Aunque el contagio de la auxiliar de enfermería es un accidente laboral,  no es responsabilidad de estos  gestionar una situación tan compleja como la del ébola.

Hospital de Alcorcón, gestión privada.  Los hospitales privatizados tienen por contrato la obligación de hacerse cargo de los casos diagnosticados pero, solo hay “caso” cuando, éste, es confirmado. Por lo tanto, si no hacemos las pruebas del ébola  no hay caso, solo una gripe fuerte, y no tenemos obligación de organizar todo el sistema de aislamiento y protección de ese nivel, que, por cierto, es carísimo.

En la Comunidad Autónoma de Madrid, las ambulancias están privatizadas y se rigen con el mismo principio, si no hay ”caso” no tenemos que preparar especialmente una ambulancia. Y así  tenemos a una paciente sin diagnosticar utilizando una ambulancia convencional. 

Se mire como se mire, las privatizaciones en salud son un despropósito, que se hace mucho más evidente en las situaciones complicadas.

Ya hemos vivido otras situaciones de crisis sanitarias, donde la gestión de la información ha generado y mantenido un gran  alarma social acompañada de perniciosos efectos colaterales. La aparición del virus del VIH y el sida supuso el rechazo y aislamiento de miles de enfermos y la estigmatización de colectivos enteros. Y la histeria provocada por las informaciones ante la  crisis  de las vacas locas cambió hábitos de alimentación en una parte importante de la población y supuso un cataclismo económico para  muchas granjas y explotaciones ganaderas.   Ante la amenaza de la gripe A los gobiernos invirtieron millones, para enriquecimiento de los laboratorios, en unas vacunas que no eran necesarias y  que, en muchos casos, ni siquiera se pusieron.  

¿Y con el miedo al ébola?. ¿Empezaremos a tener comportamientos de evitación ante los africanos? ¿Servirá de excusa para endurecer, aún más, las medidas fronterizas? ¿Haremos guetos para encerrar a determinados colectivos?

Ana Ansa

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