La madrugada del 7 al 8 de noviembre de 1967 tres jóvenes zugarramurdiarras conducían unos terneros por el monte, con el objetivo de pasarlos a Iparralde. El contrabando era habitual, algo que ayudaba a las familias a sobrevivir, o a poder vivir mejor. Era una noche de luna llena, y poco antes de las 3.00 horas los jóvenes se vieron sorprendidos por una patrulla de la Guardia Civil.
Todo fue muy rápido, cerca del paraje de Laputsegaraia los agentes comenzaron a disparar y uno de aquellos jóvenes, Miguel María Iturbide Elizalde, del caserío Jangoneko Borda, fue abatido por los disparos. Murió en el acto. Tenía 16 años. Los otros dos acompañantes, los hermanos Jesús y Juan Pedro, de Iruingoborda se dieron a la fuga, mientras los agentes dispersaban el ganado, que quedó pastando por los alrededores.
A las pocas horas, al levantar el cadáver, apareció una pistola junto al cuerpo de Miguel María. La Guardia Civil testificó que Iturbide había disparado a los agentes y estos respondieron, en defensa propia. Más tarde también dijeron que se trataba de un miembro de ETA, que quiso atacar a la Guardia Civil y estos lo abatieron. En aquel entonces, la organización armada todavía no había llevado a cabo ningún acto armado.
La noticia causó una gran consternación en el pueblo. Todos conocía a Miguel María, un humilde joven tímido y trabajador. Jesús y Juan Pedro fueron testigos del tiroteo, y pronto el pueblo supo la verdad de los hechos, Miguel María había sido tiroteado por la espalda por el cabo Eutiquio Chamorro Chamorro, que se hospedaba en la casa Barrentxea.
Según contó otro testigo, esa madrugada vio al cabo entrar a la casa y volver al paraje donde Iturbide fue abatido, "seguramente a por una pistola para depositarla junto al cadáver". La pistola que apareció junto al muerto era una belga, diferente a las que utilizaba la Guardia Civil. Según los acompañantes y amigos de Miguel María, los agentes dispararon el arma para luego decir que Miguel María la había disparado primero y ellos se defendieron.
El pueblo de Zugarramurdi no se creyó la versión oficial, pero ésta surtió efecto, y aunque los vecinos, y el párroco, José Otamendi, hicieron cuanto pudieron por hacer justicia, el caso se archivó tras llegar a Burgos, a la sede de la Capitanía General.
Han pasado 54 años desde la muerte de Miguel María Iturbide Elizalde, y aunque en el pueblo y alrededores casi todos han escuchado hablar algo del tema, desde hace mucho ha sido un tema tabú. El autor de los disparos se casó con una joven del pueblo, y la localidad ha mantenido el silencio hasta hace poco, hasta que el escritor Xabier Susperregi tuvo conocimiento de ese hecho.
EL LIBRO Hace más de diez años, Susperregi se encontraba en Zugarramurdi, investigando sobre las brujas y la tradición oral del pueblo. Se acercaba a viejos caserones donde habían vivido las mujeres y hombres acusados de brujería por la Inquisición en el año 1610 (curiosamente, fue el 7 de noviembre, el mismo día que murió Miguel María cuando 11 vecinos y vecinas de Zugarramurdi fueron ejecutados en Logroño).
El motivo principal de aquellas visitas era el de recabar información, sobre todo de tradición oral para un libro que estaba preparando, dirigido a los escolares, que finalmente vio la luz bajo el título Sorginen liburua (El libro de las brujas). Susperregi cuenta que además de todo lo que aprendió, se quedó con la amistad de los zugarramurdiarras, cuya hospitalidad ensalzó.
Pero mientras trabajaba en aquel libro, tuvo conocimiento de la muerte de Miguel María a manos de la Guardia Civil. Una vecina del pueblo le informó de ello, y Susperregi le dio su palabra de que trabajaría en ello, para que la verdad saliera a la luz.
Han pasado más de doce años de ello, y tras muchas idas y venidas, Xabier ha escrito el libro que este domingo presentó en el Museo de las Brujas de Zugarramurdi, Miguel María Iturbide. Crimen sin Castigo.
El libro tiene cuatro partes. En la primera cuenta la investigación de los hechos junto a las emociones que vive el escritor al conocer la historia, gracias a testimonios de familiares, amigos y vecinos de Iturbide. Además, describe la vida de Zugarramurdi en los años 50 y 60, donde sus vecinos podrán incluso reconocer a personas en las fotografías incluidas.
En la segunda parte, se rinde homenaje al joven zugarramurdiarra mediante poemas y obras de arte llegadas desde varios lugares del mundo.
Otro capítulo está dedicado "a otros cuatro crímenes sin castigo", las de Mikel Zabalza, José Antonio Cardosa, Juan Carlos García Goena, y por último, Joxi Zabala, parte que fue completada por su hermana Pili. Tanto Pili como Crescen, hermano de José Antonio, participaron este domingo en la presentación del libro, junto al sobrino de Miguel María Iturbide, Mikel Aleman Iturbide, y Xabier Susperregi.
HOMENAJE La presentación atrajo a muchos vecinos de Zugarramurdi, agradecidos por la labor realizada por el escritor en el camino de publicar la verdad y hacer, en cierto modo, justicia. Más de cinco décadas después, el libro viene a cerrar viejas heridas, a abrir la puerta a recordar a Miguel María como una víctima, tras muchos años de silencio y de dolor, sobre todo para sus familiares y amigos.
El sábado se ofició una misa en recuerdo de Miguel María, y este domingo por la mañana decenas de vecinos y familiares se acercaron al cementerio a hacerle una ofrenda floral. Además, le cantaron "Hegoak ebaki banizkio", porque "le cortaron las alas muy joven", y rezaron un padre nuestro. También anunciaron que está en marcha un proyecto para realizar una escultura en recuerdo de Miguel María.
Fernando Anbustegi, en Diario de Noticias
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