Javier Esparza no ha integrado en la dirección de UPN a ninguna figura del equipo de su rival en las primarias, Sergio Sayas, a pesar de que el de Buñuel superó el 40% de los apoyos. Pero el líder de la oposición en Navarra sí que ha tenido a bien recuperar a Miguel Sanz como responsable del nuevo Consejo de Experiencia de la formación regionalista.
Este nombramiento no favorece a UPN, que intenta restaurar políticamente a una figura alicaída como Sanz, y evidencia que el político corellano hace bueno el símil de Felipe González, que aseguró que todos los expresidentes son "jarrones chinos": tan vistosos como dados a estorbar.
Sanz, vida y milagros
La vida de Miguel Sanz es digna de novela: este corellano se afilió en la Transición a la socialista UGT, aparcó su proyecto de ser profesor de EGB para convertirse en director de la Caja Rural de Navarra en Cintruénigo y en 1983, apenas un año después del desplome de la UCD, se convertiría en alcalde de su Corella natal con una pose muy 'progre' a pesar de liderar UPN.
Sanz representaba la 'cuota ribera' y la generación renovadora de la derecha navarra. Y gracias a ello se convirtió en parlamentario foral, 1983; en vicepresidente de UPN, 1989; y en vicepresidente de Navarra cuando su entonces amigo, el también renovador Juan Cruz Allí, aprovechó que el socialista Gabriel Urralburu no llegase a un acuerdo con HB.
Pero esa pose progre pronto acabó para Sanz, que rompió con Juan Cruz Alli y se alió con la vieja guarda para convertirse en líder de UPN gracias a que su hasta entonces aliado quería asumir posiciones centristas que incluían txapela, euskera y reconocimiento de Navarra como "nacionalidad histórica".
Los navarros enviaron a Sanz a liderar la oposición en su estreno como candidato en 1995, pero al año siguiente la crisis del PSN-PSOE a cuenta de la corrupción de Gabriel Urralburu y Javier Otano conllevó que Ferraz abogase porque los socialistas navarros 'regalasen' el poder a UPN.
Sanz accedió a la presidencia de Navarra contra el sentir popular, 1996, y acabó sus días del mismo modo. Y es que su última investidura en 2007 la consiguió tras romper con el PP y aliarse con el PSOE para evitar que los socialistas no gobernasen con una formación que abogaba por la paz en el norte, Nafarroa Bai (que sin embargo podía dificultar electoralmente a la reelección de Zapatero en 2008, decían los gurús socialistas).
El político corellano había dicho meses antes de la ruptura con sus socios que el PP era "un buen compañero de cama" y había linchado a los socialistas antes de pactar con Pepe Blanco para mantenerse en el poder a cambio de que UPN apoyase al PSOE en Madrid.
Sanz encabezó una manifestación en Pamplona junto a Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre para pedirle al Gobierno central en la que los manifestantes insinuaban que Zapatero iba a entregar 'Navarra a ETA' a cambio de dejar de matar.
El presidente corellano sobreactuó contra el PSOE y luego se alió con ellos. Y puede que no le costaría demasiado porque ya fue capaz de negociar con HB en 1993 los presupuestos de Navarra, de asegurar en 1998 que Navarra sabría "ser generosa" con ETA si mantenían la tregua de aquel momento y posteriormente echar al CDN de su Gobierno con la excusa del apoyo de Alli al euskera.
Sanz fue siempre un camaleón: en 2004 pidió a José Bono que le prometiera por escrito que Defensa iba a dejar de bombardear Bardenas en 2008, pero cuando llegó el vencimiento miró para otro lado. También pidió la competencia de Tráfico para Navarra, pero cuando llegó el acuerdo entre el Gobierno de España y Navarra no lo celebró porque la competencia no la había conseguido UPN.
Obsesión por el poder
El 'camaleón' Sanz dejó el poder en UPN en 2009 y en Navarra en 2011, pero pronto intentó desdecirse e intentar arrebatarle el partido y la Comunidad a Yolanda Barcina, que fue carbonizada en la única legislatura que gobernó por la siniestra herencia de su antecesor.
El corellano, que llegó a devolver más de 80.000 euros de dietas de Caja Navarra tras ser imputado tras la 'muerte' de este recurso de independencia económica nivel foral (años antes había sido absuelto por un caso de estafa por vender productos italianos), intentó tumbar a la burgalesa.
Y lo hizo presentando a su eterno delfín Alberto Catalán, dócil mano derecha que se convirtió en su sombra desde que Sanz rompiera con Rafa Gurrea porque éste quería impedir que UPN se convirtiera en un partido personalista donde el líder diseñase las listas electorales a su antojo.
Pero Catalán perdió en 2013 las primarias de UPN contra Yolanda Barcina, contra la que Sanz maniobró para que no repitiera como candidata en 2015. Al menos la exalcaldesa de Pamplona pudo colocar como candidato en 2014 a Javier Esparza, que también tumbó a Catalán y acabaría rompiendo con su aliada para controlar con mando único el partido.
Enredando
Sanz se dedica en los últimos tiempos al enredo político a través de sus artículos publicados en un medio que hace años intentó tumbar, Diario de Navarra. Tras ser absuelto del 'Caso Caja Navarra', Sanz ha intentado interferir en la vida política de UPN: el año pasado aseguró que veía la imagen del partido "un poco confundida" dentro de Navarra Suma.
Poco después intentó que Esparza y Sayas libraran las primarias porque decía que no quería que se repitiese el cisma de 1995... a pesar de que lo posibilitó él con el apoyo con 'el sector de la boina'. Y ahora se ha unido al proyecto del ganador en las primarias mientras aboga por el acercamiento entre el PSOE y la coalición integrada por UPN, PP y Cs a pesar de que los regionalistas no dejan de demonizar a María Chivite por negociar con Euskal Herria Bildu.
e-Ribera
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