lunes, 16 de noviembre de 2020

BOLIVIA: ESTA VEZ NO PUDIERON CON LA VOLUNTAD POPULAR

Bolivia, por sus grandes reservas en minerales, gas y petróleo, muchas veces ha sido considerada como un mendigo sentado en un trono de oro. 

Al menos hasta finales del 2005, que es cuando el MAS (Movimiento Al Socialismo) ganó las elecciones generales con un casi 54%, bajo la dirección de Evo Morales. Sin embargo, haciendo bueno el dicho según el cual “la alegría dura poco en la casa del pobre” (en este caso del mendigo), aunque el MAS volvió a ganar en primera vuelta las elecciones del 2019, los poderes fácticos de siempre (clases adineradas y alta burguesía criolla, la iglesia, altos mandos militares e incluso sectores de la clase media que en las anteriores elecciones del 2009 y 2014 le apoyaron masivamente), con la excusa de “fraude electoral” a todas luces inexistente (como ya se demostró entonces y más ahora después del último triunfo del MAS), dieron un golpe de estado que obligó a exiliarse al presidente y vicepresidente, primero a México y de allí a Argentina. Los golpistas contaron con el inestimable beneplácito (y se supone que ayuda) de USA, y de su perrito faldero la Unión Europea, entidad política en la que cada vez más y más europeos no nos sentimos representados en ella.


    Bolivia en el siglo XXI

    Bolivia dio inicio al siglo XXI dentro de una grave crisis política, social y económica, y en el año 2005 la posibilidad de una guerra civil parecía inminente. No era difícil encontrar gente que te decía: “de seguir así nos vamos a matar unos a otros, sin siquiera saber quienes son nuestros enemigos”. Yo, por aquél entonces en Potosí, y ante la deteriorada situación que cada vez iba a peor, me planteaba el hacer acopio de alimentos y encerrarme en el hotel, a la espera de que se encontrase una salida negociada, si es que eran capaces.

    En octubre del 2003 y ante la ola de protestas sociales, el presidente Gonzalo Sánchez tuvo que dimitir, y en el 2005 parecía que lo mismo iba a ocurrir con el que le había sucedido, su vicepresidente Carlos Mesa (que en las últimas elecciones de hace menos de un mes quedó a 27 puntos de distancia del nuevo presidente Luis Arce). La oposición, con el MAS a la cabeza, pedía no solo su dimisión, sino también las de los presidentes del Legislativo y del Senado (que serían respectivamente los sucesores constitucionales para la presidencia); esta sería la única forma de que hubiese elecciones generales no solo para nombrar nuevo presidente, sino para renovar totalmente la cámara del legislativo y del senado. Pero ambos presidentes de estos órganos no estaban dispuestos a dimitir, y en junio del 2005 el fantasma de una guerra civil cada vez se veía más cercano.     Al final, en el último minuto, ambos dimitieron (el presidente también), y se pudieron convocar elecciones generales en diciembre del 2005, que ganó el MAS con Evo Morales como candidato en primera vuelta, y con una amplia mayoría del 53,7%. En el 2006 una Asamblea Constituyente se dedicó a redactar una nueva constitución, y en el 2009 hubo nuevamente elecciones para elegir un nuevo presidente y renovar los 3 poderes principales de la nación. Nuevamente volvió a ganar el MAS con Evo a la cabeza y con una gran diferencia del 64%, y lo mismo ocurrió en el 2014 con el 61,4%. En el 2016 el gobierno convocó un referéndum para que el presidente Evo se pudiese presentar de nuevo a las elecciones, y después de una muy sucia campaña electoral (incluso con alusiones a la vida personal del presidente), lo perdió por el 51,3%; sin embargo en el 2017 el TSJ aceptó las alegaciones presentadas por el gobierno, y habilitó a Evo para que se pudiese presentar a las próximas elecciones (2019). La sentencia del TSJ fue aceptada por los demás grupos políticos, pero sin embargo más tarde, cuando dieron el golpe de estado, volvieron a airear el tema como una de las excusas para justificar dicho golpe.

    En octubre del 2019 el pueblo boliviano fue llamado de nuevo a las urnas, en un ambiente cada vez más caldeado por las fuerzas que hasta el 2005 creían que, no solo el poder sino el gobierno también les pertenecía para siempre. 

    Ya en el 2008 el gobierno boliviano expulsó al embajador USA (el gobierno USA haría lo mismo con el embajador de Bolivia), en represalia por sus ingerencias en el contencioso entre el gobierno central y los departamentos llamados de la media luna: Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija. Dicho contencioso, latente desde hacía tiempo, al parecer fue azuzado convenientemente incluso desde el exterior, como una manera de debilitar e incluso derribar al gobierno del MAS. Aprovechando dicho conflicto se alentó un referéndum revocatorio presidencial, pero la jugada les salió mal pues aún salió más reforzado de él, con un respaldo del 67%. En el 2013 ocurrió en el espacio aéreo europeo un bochornoso incidente. Volviendo el presidente Evo de Moscú a Bolivia, 4 países europeos: Francia, Italia, España y Portugal le negaron permiso para sobrevolar su espacio aéreo. La excusa era que se pensaba llevaba escondido en el avión al ex funcionario de inteligencia Snowden, reclamado por el gobierno USA. Incluso al tener que aterrizar de emergencia en Viena para repostar, el embajador de España intentó subir al avión, lo cual lógicamente se lo impidieron. Todo quedó en un bulo propagado seguramente por el gobierno USA que presionó a los 4 países, y daba idea de la animosidad existente en Occidente contra el primer presidente indígena de Bolivia. Al final, al menos el gobierno español pidió disculpas por el incidente, pero no así los otros tres países.

    Las elecciones de octubre del 2019 las volvió a ganar en primera vuelta el MAS, aunque con un margen más estrecho: 47,08% contra 36,51%. Medio punto de diferencia, de cualquier manera suficiente para proclamarse vencedor en primera vuelta. Ya antes de las elecciones Carlos Mesa, su principal oponente, llegó a decir que ¡solo reconocería un resultado que le diese a él como ganador!, supuestamente en la segunda vuelta, pues en la primera todos daban como ganador al MAS, aunque no se sabía por cuanto diferencia. El estrecho margen dio alas a la oposición para seguir hablando de fraude (por supuesto sin aportar pruebas), y unido a esto el tendencioso informe de la OEA (en especial su presidente Almagro), que aun sin nombrar la palabra “fraude” si hablaban de “graves irregularidades” (muchas de ellas inexistentes y otras fácilmente desmontables como ya se hizo en su momento), fueron calentando el ambiente. Bandas fascistas empezaron a actuar primero contra votantes masistas y después, ya sin ningún escrúpulo, contra personas del propio gobierno, hasta el punto que el día 10 de noviembre el jefe del ejército le “aconseja” al presidente que dimita, consumándose el golpe de estado. 

    La historia que ha venido después, es de sobra conocida (ver artículo del miércoles 11 diciembre 2019). México concedió asilo político al presidente Morales y al vicepresidente Linera, que a duras penas consiguieron salir vivos del país, mientras los golpistas se quitaron de en medio momentáneamente a las personas que estarían en la línea sucesoria para llenar el “vacío de poder” (presidentes del congreso y del senado, ambos del MAS), y sobre una gran Biblia (se trata de un estado aconfesional) y ante el jefe del ejército, una desconocida que apenas contaba con  el respaldo del 4% del electorado (Jeanine Añez), se autoproclamó presidenta. Todo una chapuza para el que ni siquiera contaba con el mínimo y reglamentario quórum (a los del MAS se les bloqueó la entrada), pero querían aparentar una “legalidad y traspaso institucional”. Les salió un esperpento, que solo ha servido para que Occidente, sobre todo USA y Europa, “justificase” ese golpe. La impresión es que todo formaba parte de un plan premeditado, y de lo que se trataba era de, incluso usando la fuerza pues por las urnas no podían, derrocar al presidente legítimamente elegido y anular, o al menos debilitar, la hegemonía del MAS. Según los golpistas se trataba de un gobierno provisional únicamente formado para preparar unas elecciones “democráticas”, (aunque ya ha quedado demostrado que las de octubre del 2019 fueron totalmente democráticas). Pero el casi año transcurrido desde el golpe de estado se ha quedado como uno de los episodios más lúgubres y dramáticos, en todos los sentidos, de la historia de Bolivia: las masacres de Sacaba y Senkata, constantes humillaciones sobre todo a “las mujeres de las polleras”, continuas amenazas y persecución a organizaciones populares, intentos de ilegalizar el MAS, casos de corrupción constantes y destrucción de la economía del país, varios ministros del gobierno legítimo que han tenido que estar refugiados durante 11 meses en la embajada de México, vuelco total a la política y a la economía del país, para lo que obviamente no tenían ningún mandato ni derecho. Y todo esto con el beneplácito de ese Occidente, que sigue justificando los golpes de estado que así le interesan, y que prácticamente se ha dedicado a mirar para otra parte, dando carta blanca al gobierno golpista, para hacer y deshacer a su antojo.

    Este desde el principio intentó dar ante el mundo una apariencia de legalidad y continuidad democrática acorde con la constitución (…el presidente ha huido,…la nueva presidenta de facto, Añez, se ha postulado para salvar el vacío de poder etc.), pero con ello no consiguió sino enredarse cada vez más en un absurdo, que al final el pueblo ha rechazado de una manera abrumadora en las urnas. No solo el gobierno golpista ha quedado en entredicho, sino especialmente USA, y su perrito faldero la Unión Europea.


    Preparando el verdadero pucherazo para el 2020

    Se suponía que el gobierno presidido por la autonombrada Jeanine Añez, se había constituido para preparar las nuevas elecciones del 2020 que se suponía se celebrarían en mayo, pero con la excusa de la pandemia el gobierno de facto las fue retrasando, hasta que el legislativo (controlado por el MAS) se plantó, y puso como fecha tope el 18 de octubre. Mientras, hasta ese día, ha sido un continuo goteo de medias aprobadas con la finalidad de intentar arrinconar/aterrorizar al MAS y todas las organizaciones populares que le apoyan: intentos de criminalizar a los miembros del gobierno legítimo y en especial al presidente Evo acusándolo de sedición, terrorismo, golpista etc., (es decir justo lo contrario), pedir a la INTERPOL su detención (que desestimó por inapropiada), y todo esto dirigido por el siniestro pseudo ministro del interior Arturo Murillo, masacres de Sacaba y Senkata como forma de aterrorizar a la población, nombramiento a su media de un nuevo TSE (Tribunal Supremo Electoral de Bolivia), inhabilitación de Evo no solo para presentarse a las elecciones generales sino también al senado, intentos de criminalizar al nuevo candidato del MAS y ahora nuevo presidente Luis Alberto Arce, intentos de quitar el derecho al voto a la prefectura de Chuquisaca e incluso ilegalizar el MAS, etc. etc. Todo esto con el fin de crear el miedo y desánimo en la población, y conseguir quitarle el máximo de votos al MAS. Sin embargo, las encuestas le seguían dando como claro ganador en la primera vuelta, aunque sin saber si su diferencia con Carlos Mesa sería suficiente para salir elegido en dicha primera vuelta, y por si acaso la presidenta de facto, Añez (que había roto su palabra de no postularse a la presidencia) un mes antes se retiró de la carrera presidencial, según dijo para no dividir el voto de las derechas.

    Ya en última instancia, el día anterior a las elecciones el presidente del TSE dijo que no se darían datos (DIREPRE) sobre el cuenteo rápido, que no es sino una estimación temprana de los resultados, pero sin ningún valor legal. Curiosamente en octubre del 2019, las fuerza golpistas se basaron en que dicho cuenteo (que es solo estimativo), se había parado durante un lapso de tiempo en el 83%, pero ocultaron que el cuenteo real, más lento, nunca se paró. Al paralizar el DIREPRE, tal vez en previsión de un resultado adverso, seguramente quisieron ganar tiempo para poder dar su pucherazo, aunque los resultados fueron tan apabullantes que no les quedó más opción que reconocer el triunfo del MAS.


    Elecciones 18 octubre 2020

    Las encuestas a pie de urna ya preveían un triunfo del MAS, que al ser tan rotundo, no dejó margen de maniobra al gobierno de facto para intentar, esta vez sí, su pucherazo. Al principio se filtró un 52% para Luis Arce (MAS), que al final del recuento al cabo de unos días, llegó al 55,1% (es decir 27% más que su seguidor Carlos Mesa), y a pesar del ambiente represivo en el que se desarrollaron las elecciones, un 8% más de lo conseguido en octubre del 2019.

    Según esto, parece que fue un acierto el dúo Luis Alberto Arce, el artífice económico de la buena marcha del país hasta el golpe de estado, y David Choquehuanca, el sindicalista e intelectual indígena, y ambos de orientación marxista. Ese 8% más, posiblemente se deba a que la clase media que volvió la espalda al MAS (Luis Arce pertenece a dicha clase media), al ver el desastre económico que han creado los golpistas en apenas un año (corrupción, privatizaciones especulativas, aumento de la pobreza, la nula efectividad en combatir el virus), y la represión desatada por el gobierno de facto, han decidido volver a votar al MAS, al que en gran parte le deben su prosperidad como clase media. De todas formas, ni los más optimistas del MAS preveían un triunfo tan rotundo que les ha acercado a sus mejores resultados (64%), ni por supuesto la derecha recalcitrante que había usurpado el gobierno. Les ha dejado con el pie cambiado, y tardarán un tiempo en asimilar su total derrota en las urnas, y con sus propias reglas de juego.

    Ya en el 2005, cuando visité por primera vez Bolivia, pude observar el alto grado de concienciación política del pueblo boliviano, con mucha prensa, a veces semiclandestina, donde se podían leer todo tipo de artículos sobre la situación del país (especialmente en aquel momento bastante delicado), y en la plaza Murillo de La Paz era normal ver corrillos de gente discutiendo sobre política, o dando mítines que se escuchaban con gran atención. Seguramente esto ha ayudado a que el pueblo de Bolivia, y contra muchos pronósticos, haya podido capear el chaparrón represivo que le ha caído durante casi un año, pero del que ha sabido sobreponerse.


    El futuro

    Se presenta al menos complicado. La normalidad democrática ha sido restaurada, pero a un precio muy alto. Como ya ha dicho el nuevo presidente, en menos de un año han destrozado la economía que costará volver a enderezarla, la pobreza ha aumentado, y una de las prioridades será establecer un bono para los más necesitados, de cara a luchar contra ella. Todo esto sin olvidar el terrible reto que supondrá luchar de verdad contra la pandemia. En el aspecto político el nuevo gobierno tendrá que restablecer la línea política del último gobierno legítimo (el gobierno de facto se dedicó a ponerla patas arriba), restablecer los embajadores sustituidos arbitrariamente a dedo por auténticos fascistas, recomponer alianzas existentes hace un año y deshacer otras “contra natura”. Supongo que cuando las aguas se calmen algo, el gobierno tendrá que empezar a pedir cuentas y llevar a los tribunales, a los implicados en el golpe de estado, a los que provocaron las masacres de Sacaba y Senkata, a los torturadores, y seguramente más de un ministro de ese gobierno de facto, deberá de dar más de una explicación, así como su autoproclamada presidenta. Tema delicado será el de las fuerzas armadas, pues no hay que olvidar que ellas fueron las que dieron la puntilla al gobierno legítimo, y un gobierno constitucionalmente elegido no puede permitirse el estar al arbitrio de una cúpula militar que no tiene intención de respetar la voluntad popular.

    Hace poco, el pseudo ministro del interior del gobierno de facto, fue recusado por el parlamento (es decir debía ser cesado como ministro), debido a que no acudió a él para dar unas explicaciones que se le exigieron. Sin embargo y después de conocerse el resultado electoral, la presidenta de facto Añez lo volvió a reponer en su puesto. Ya había pasado esto con anterioridad y con otros ministros (el ser recusados y vueltos a nombrar), pero el que lo hiciese habiendo perdido ya las elecciones y yendo a ser sustituida en breve por el nuevo gobierno, supone una especie de burla al pueblo. Es como si se sintiese segura de sus valedores, y produce malestar sobre las intenciones de los golpistas de cara al futuro.


    La OEA, y las falsedades del supuesto fraude del 2019 

    En el 2019, la consigna era que el MAS, Evo Morales, no ganase las elecciones, pues entre otras cosas, Occidente no podía permitir el mal ejemplo de que de nuevo ganase un gobierno formado mayoritariamente por indígenas, que para colmo y desde el 2006 estaban demostrando que sabían gobernar, y llevar prosperidad a su pueblo. No ganaron con la contundencia de otras veces, pero sí con el suficiente margen para hacerlo en primera vuelta. A la luz de los hechos, el golpe fue la culminación de un proceso de acoso y derribo del gobierno legítimo, con el visto bueno USA, y la UE diciendo a todo amén. 

.- La OEA (su presidente Almagro, que no lo olvidemos formaba parte del Frente Amplio de Uruguay del que fue expulsado) alegó que hasta el 83% del cuenteo la diferencia entre Evo y Mesa era del 7%, y que no pudo revertirse este resultado hasta llegar a una diferencia de más del 10%. En su momento ya se demostró que sí era posible, pues quedaba por añadir ese 17% en una mayoría abrumadora, voto rural (de zonas remotas) favorable a Evo. También decía aquel informe que no era creíble que en algunos distritos de Chuquisaca, Evo hubiese sacado hasta un 93% de los votos. Pues bien, en las últimas elecciones, en esos mismos distritos de Chuquisaca (y controlando los resultados el gobierno de facto), el representante del MAS ha llegado a sacar resultados de hasta un 97% de los votos. Es lo mismo que ha pasado en las elecciones en USA, donde en el voto por correo, ha habido distritos favorables a los demócratas (que han votado más que los republicanos por correo) donde han llegado a sacar más del 90% de los votos. 

    Al haber habido una diferencia de menos de un año entre ambas elecciones, y poder cotejar mejor los datos, ha quedado claro algo que ya se sabía (para el que lo quería saber): que no solo no hubo fraude, sino que a pesar de la represión existente en estas últimas elecciones, el MAS ha sacado un 8% más. ¿Cómo se podría decir que entonces hubo fraude y sacaron menos votos que ahora, cuando las elecciones las ha controlado el gobierno de facto?

Sencillamente no se puede decir, y sí habrá que admitir que entonces se manipuló el informe, cosa que ya admitieron organismos de prestigio, y más tarde hasta el New York Times o el Washington Post (nada favorables al MAS). Sin embargo hace poco ha vuelto a decir Almagro (presidente de la OEA) que sí hubo fraude: sostenella y no enmendalla, seguramente siguiendo órdenes de su amo del norte.


    El triste papel de la UE

    Una vez más ha quedado patente el triste papel de la UE. USA alega que, Latinoamérica es su patio trasero (por supuesto mal alegado), pero ¿y Europa, la UE? De nuevo ha demostrado ser el perrito faldero de USA. A finales del 2019, en una resolución penosa (y además por amplia mayoría que no creo responda al sentir de la población en general, y a eso se llama manipulación), dijo que no había habido un golpe de estado en Bolivia, que sencillamente el presidente y los demás del gobierno se habían marchado dejando un vacío de poder (¡hay que tener cara dura!), y que la OEA ya “demostró” que había habido “fraude”. Sería de agradecer que ahora que ya esta meridianamente claro y demostrado que de fraude nada, sacase un nuevo comunicado diciendo al menos que: ante los nuevos acontecimientos reconocemos que nos precipitamos. 

    Pero por desgracia aquello fue una declaración política tomada de antemano, y seguramente nada de esto va a ocurrir. Ni siquiera los/as representantes vascos/as en dicho organismo, pues entre otras cosas habría que dar algunas explicaciones embarazosas. Estos seguidismos   apriorísticos están produciendo muchos sufrimientos en el mundo, y es más penoso todavía al constatar que, Europa que en su conjunto es la mayor economía del mundo, carece de una política propia en la que vele por sus intereses, y se dedica a tirar piedras sobre su tejado. Si tuviese voluntad política, podría tener una participación más activa, en muchos temas a nivel mundial. El triunfo electoral del MAS en Bolivia teniendo todo en su contra (como se suele decir jugando en campo contrario y con el árbitro comprado), es una muestra más del hartazgo de la población, en este caso latinoamericana. El presidente del Perú acaba de ser cesado (y ya van dos en el mismo mandato), se acaba de ganar el referéndum para cambiar la constitución pinochetista en Chile (¡ya era hora!), las masacres de líderes sociales, de excombatientes de las FARC, de indígenas, en Colombia no cesan, Bolssonaro en Brasil se balancea en la cuerda floja, las elecciones en Ecuador que parece van a tener un carácter plebiscitario se acercan, y también las de Venezuela (aunque por si acaso y poniéndose la venda antes de la herida) serán boicoteadas por USA y sus seguidores (UE), y ahora con más razón después del fracaso en Bolivia. Futuro inmediato movido, y ¡ojalá que dejen a Bolivia seguir en paz el camino que ha elegido! 


                                         Jose E./ Josela

    


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