martes, 28 de abril de 2020

EUSKAL ERREPUBLIKA-CONFEDERACIÓN DE REPÚBLICAS IBÉRICAS

EUSKAL ERREPUBLIKA ¿PARA QUE?
Partamos de una constatación: compartimos un suficiente consenso entre todas las fuerzas sociales y políticas que aspiramos a un cambio del actual estado de cosas. Deseamos una sociedad que ponga en el centro de sus actividades sociales, económicas, políticas y culturales el logro de una vida digna basada en la solidaridad, libertad y el bien común de los más, o, mejor dicho, de todas las pobladoras de nuestro territorio. Una razón social que pone en el centro el cuidado de nuestras vidas y no en la razón dineraria de acumular poder al servicio de unas pocas para quienes no parece tener relevancia alguna, aquello de “la avaricia rompe el saco”, pues el saco de las capitalistas no tiene fondo y nos condena a una permanente acumulación monetaria sin fin.

Una república que ponga el poder político en mano directa de nuestras compatriotas bajo fórmulas de poder local, municipal, que sean el núcleo básico de la democracia popular, y que, mediante sistemas de confederación de pueblos, valles y ciudades mancomunados, plasma la voluntad general en una superestructura nacional, bajo la forma de una Asamblea Nacional compuesta por delegadas de esos municipios y ciudades.

El poder en manos de una democracia directa en las repúblicas locales y que subsidiariamente ceden parte de su poder a esa Asamblea Nacional a la hora de decidir proyectos y planes de conjunto.
Una república con pocos niveles de jerarquía; los mínimos. Somos un pequeño territorio y la distribución de nuestros pueblos facilita este tipo de organización confederal cercana a la ciudadanía, ligera y flexible.

Una república soberana en la que la autogestión de sus recursos y actividades sea lo normal, donde el cooperativismo y la colaboración sean preeminentes frente a la competencia, pero que deje espacio para la iniciativa personal, mediante sistemas de planificación indicativa, de socialismo con mercado, nacionalización de bancos y grandes empresas, pero dejando espacio para PYMES…

Resumiendo, podemos decir que aspiramos a una República Ecosocialista Feminista que culturalmente cuida y desarrolla el euskera, sin despreciar el otro idioma que a principios de este siglo es ya también nuestro idioma, el castellano.

ZELAN LORTU? ¿QUÉ ESTRATEGIA, QUÉ CAMINO, CON QUÉ FUERZAS SOCIALES?
Toda una historia vital desfila en nuestra memoria, la memoria de los que conocimos el reinicio de la lucha por la Liberación Nacional y Social de nuestro pueblo allá por los primeros años 60.
Hemos intentado varias estrategias, desde lograr nuestros objetivos por medio de una insurrección popular, pasando por la estrategia que lo intenta por medio de la lucha armada combinada con crecimiento electoral, con el objetivo de forzar una mesa de diálogo que acuerde el derecho a decidir… y pese a todo ello, estamos como estamos. Pasados 45 años desde la muerte del dictador convenimos en que es hora de hacer un balance de fuerzas y tratar de atisbar otra estrategia. Ensayar otra estrategia tampoco significa apostar por el caballo ganador, pero sin arriesgarse a mojarnos nunca cruzaremos el rio. Para muchas de nuestras activistas nos hallamos ante una encrucijada, y es sabido que cuando una se encuentra con no saber qué camino tomar, lo perceptivo es ponerse a razonar cuál puede ser la siguiente vía, la siguiente ruta a explorar y recorrer.
El procés de Catalunya es un enfoque al que parecen apostar buena parte de nuestras fuerzas. Y pese al inmenso esfuerzo realizado por las masas populares catalanas, pese a su voluntad heroica de avanzar unilateralmente a la soberanía, hemos comprobado que, desgraciadamente, su arrojo tampoco ha logrado romper las cadenas del unionismo españolista de la que se vale la oligarquía, a fin de tener a las masas populares bien atadas.

Frente a la tenaz y pacífica resistencia, en pocas jornadas el uso de las solas fuerzas policiales del estado fueron suficientes para parar en seco la iniciativa y empantanar a las fuerzas nacionalistas catalanas en un agrio y confuso escenario, donde la carencia de una nueva estrategia se deja sentir y tarda en nacer.

En Catalunya el 50% de las masas electorales estaban bien definidas por la consecución de la Republica Catalana. Incluso la mayor parte del electorado nacionalista de derecha hizo causa común con la izquierda nacionalista. Pero ese 50% no ha sido suficiente para imponer por la vía unilateral la soñada República Catalana.

No obstante, el avance de las fuerzas soberanistas ha sido muy potente y seguro que supone un buen peldaño para intentos sucesivos.

Y, en Euskal Herria, ¿podemos aspirar a tanto?
Hagamos un análisis de estos últimos 40 años para ver cómo han evolucionado las relaciones de fuerza a este respecto.

TRANSCRECER LA RELACION DE FUERZAS EN EUSKADI. UN ANALISIS DE CUARENTA AÑOS DE CONSULTAS POLITICAS ELECTORALES
De entrada, chocamos con una relación de fuerzas entre las así mismo llamadas nacionalistas vascas y el resto de las consideradas como no nacionalistas vascas, en un casi empate sin grandes desviaciones durante este largo espacio de cuarenta años. Según se atienda a elecciones al Parlamento Vasco o Congreso español podemos decir que el empate se mueve en torno al 50% del universo electoral Vasco-Navarro.

Las espadas permanecen en alto y en la misma posición y el problema se enquista sin visos de solución a corto o medio plazo. Un problema vivo, que ocupa toda la lucha política vasca y que hace retroceder a segundo plano, enmascara la solución de otros problemas sociales urgentes y de vital solución para nuestras comunidades. Nada de lo que observamos al respecto parece indicar que el problema vaya a perder su virulencia, y el enquistamiento aludido permanezca en el estado actual.
Por esta razón, las reformadoras sociales, revolucionarias, tenemos la obligación de analizar esta situación y hacer un esfuerzo para ofrecer alternativas nuevas que ayuden a su solución. Es por eso que imbuidos del lema: haciendo siempre lo mismo, repitiendo lo mismo, es difícil lograr nuevos y distintos resultados, avanzamos el siguiente cuadro de análisis e ideas, con la humilde pretensión de ayudar en la búsqueda de nuevas rutas.

Intentaremos analizar el cuadro con la relación de fuerzas electorales a lo largo de los más de 40 años de democracia postfranquista, a fin de atisbar si el cuadro de esa relación de fuerzas se esté moviendo en una dirección u otra. Para ello utilizamos la información procedente de las bases de datos del Gobierno de la CAV y del Gobierno Foral de Navarra.

Sabemos que trasladar estos datos de cara a poder visualizar el estado real de la opinión popular en un referéndum de autodeterminación pueden no corresponderse a la hora de su ejercicio. Más difícil, aún, será pronosticar cómo se comportarían más del 30% de la ciudadanía vasca que ocupan el espacio de las no votantes, si bien los datos que arrojan las encuestas ad hoc no mejoran la relación de fuerzas a favor de los independentistas.

En todo caso hay un previo, y es el de la consecución de ese derecho de autodeterminación, para lo que se hace necesario tener una aproximación a las fuerzas que estén dispuestas a tal exigencia. Y si el análisis de los datos electorales al Congreso español y a los Parlamentos Vascos de éstos últimos 40 años nos indicasen que la relación de fuerzas electorales está estancada en valores promedio con poca desviación sobre sus medias, nos atreveríamos a arriesgar una hipótesis en el sentido de que existe una fuerte correlación entre esas medias y el estado actual de las conciencias populares al respecto. La permanencia de ese equilibrio de fuerzas a lo largo de tantos años es una señal inequívoca de que las conciencias políticas de las masas vascas están bastante petrificadas al respecto.

Vayamos pues a los datos.

Un mapa estable: dos campos en permanente equilibrio
Hemos sumado los apoyos en la CAV a los obtenidos en Nafarroa. Nos parece adecuado a la hora de analizar las posibilidades de una reivindicación nacional vasca en el territorio español, dejando para otro estudio ver estas correlaciones en el estado francés. No obstante, a groso modo sabemos que la situación en Euskal Herria norte es mucho más desfavorable a este fin.

En el campo nacionalista vasco sumamos dos columnas, la del PNV y la de Bildu. En la columna de Bildu se suman las del centro izquierda vasquista, es decir, las de EE, Aralar, EA…y las siglas en las que se ha presentado la izquierda abertzale durante todo este período.

En el campo no nacionalista hemos sumado todo el resto. En la columna de Podemos hemos agrupado los de IU, Ezker Batua y sus siglas diversas. En la columna de Otros hemos metido todo el resto de pequeñas formaciones tanto de izquierda extrema como de derecha, por considerarlas no favorables a las fuerzas nacionalistas vascas. En la columna de PP están incluidas las de sus anteriores marcas, desde la CDS, y las diversas configuraciones en siglas de la derecha españolista.
Los datos analizados arrojan una primera constatación: las fuerzas nacionalistas vascas obtienen una media de 40,50% de los votos emitidos válidos en las elecciones al Congreso español, mientras que las fuerzas no nacionalistas vascas alcanzan una media de 59,50% (ver gráfica 1: "Elecciones generales al congreso español”):



Estas medias representan los resultados obtenidos en 15 consultas electorales a lo largo de estos más de 40 años. La desviación sobre esos valores medios no presenta una dirección unívoca de ascenso o descenso de una u otra parte, por lo que podemos considerar que la relación de fuerzas en este sentido es bastante estancada y estable. Y eso a pesar de los cambios que han ocurrido en el campo político de Euskadi, desde una situación de extrema virulencia de la lucha armada de ETA, pasando por diversos gobiernos en el estado español, la desaparición de fuerzas políticas como EE, cambios en la derecha española, de UCD a AP y PP. Escisiones y reagrupamientos varios.

A la hora de analizar más en detalle la gráfica correspondiente, hay que tener presente que, durante tres convocatorias, del 2000, 2004 y 2008, la marca HB o su correspondiente no tiene presencia en la suma, por lo que, si incluimos una media de 150.000 votos de esta opción en esas ocasiones, la desviación negativa que se observa en el diagrama durante esos años desaparece, y la media asciende a 41,40%.

En cuanto a sus progresiones o regresiones, podemos ver que desde el inicio de la democracia los apoyos nacionalistas están claramente por encima de su media. Tras atravesar un valle de menor apoyo, vuelve a superar su media en las dos últimas convocatorias hasta alcanzar ese valor de 44,45% en la última convocatoria, pero que queda lejos del valor 51,88% alcanzado en la convocatoria del año 89.

Los apoyos a fuerzas no nacionalistas vascas se mueven alrededor de su media de 59,50%, alcanzando un pico de 68% en la convocatoria del 2008. En las convocatorias del año 2019 baja hasta el 55,50%. Pero si observamos la votación de abril del 2019 los valores se acercan más a los resultados históricos, y no se debe olvidar el castigo puntual a PSE y Podemos en la votación de noviembre del 2019. Pese a todo, las desviaciones sobre su media tampoco indican cambios significativos hacia una progresión a lo largo de estos últimos 40 años de democracia postfranquista.
Si pasamos a analizar los datos que resultan de las convocatorias al Parlamento Vasco y Navarro, nos encontraremos con un mapa también estable, pero con un cambio significativo: en las convocatorias a estas elecciones que podemos considerar como nacionales y no estatales, el apoyo a las fuerzas nacionalistas vascas invierte la relación anterior a favor suyo. (ver gráfica 2: “Elecciones a los Parlamentos vascos”).


El valor que resulta como media de las 11 convocatorias de estos últimos 40 años es de 51,50% para el apoyo a los nacionalistas. La desviación sobre este valor medio es todavía menor que en el caso de las elecciones al Congreso español, observando unos valores ligeramente por encima durante las convocatorias, de hecho, hasta las elecciones del año 1990, con un pico de 59,50% en el año 1986. En las dos siguientes, vuelve a valores pegados a la media histórica. El pico más bajo es de 43,80% en la convocatoria del 2009.

En cuanto al apoyo a las fuerzas no nacionalistas vascas en las elecciones a los Parlamentos nacionales, constatamos un valor medio de 48,50%, con un pico superior de 56% en el año 2009, y una depresión máxima de 40,50% en el año 1986.

De estos datos podemos deducir con cierta confianza, que la relación de fuerzas es en este tipo de elecciones a Parlamentos nacionales un empate histórico mayor aún que el observado en las convocadas para el Congreso español.

Si descendiésemos a un estudio por separado de la CAV y Nafarroa, las conclusiones bailan, pero sin invalidar esta conclusión. Claro que en la CAV la relación de fuerzas es más favorable para las fuerzas nacionalistas mientras que en el caso de Nafarroa las fuerzas no nacionalistas tienen una clara preponderancia.

Nuestro interés en este estudio es el de ver la relación de fuerzas entre ambas opciones en el marco del estado español, marco en el que pretendemos lanzar una nueva estrategia de acumulación de fuerzas favorable a la consecución de la liberación nacional y social vasca, con un proyecto de repúblicas soberanas confederadas. Por tanto, no entramos en la discusión en detalle de otro tipo de convocatoria, léase municipales, europeas etc.

Y, ¿qué se puede decir de la correlación de fuerzas al interior del electorado nacionalista vasco?

Análisis de la relación entre fuerzas intranacionalistas
Una vez corregidos los años en los que se prohíbe la presentación de HB  ̶  una corrección en cierto sentido arbitraria, aunque puede ser bastante aproximada  ̶  tenemos los resultados que se reflejan en la gráfica 3 referida a las votaciones a los Parlamentos Vascos de Euskal Herria sur. Presentamos estos datos a los Parlamentos nacionales como los más idóneos a la hora de ver la fuerza relativa de ambas opciones en la comunidad nacional vasca.


La relación de fuerzas es favorable al PNV, y parece que nos aproximamos a sus medias respectivas de 60% al PNV y 40% a la izquierda abertzale. Son valores promedio, y según las cuales ahora mismo Bildu estaría 4 puntos por debajo de la media. Tanto en votaciones al Parlamento como al Congreso español, los porcentajes mutuos se mantienen en ambos casos.

Una constatación que parece posible es la recuperación del centro vasco por el PNV, pues tras su caída con la escisión de EA, vuelve a recuperar ese espacio, en detrimento de la columna de Bildu, es decir del centro izquierda más izquierda vasca abertzale, a partir del año 2000 tanto en votación al Congreso como a las Autonómicas.

Podemos decir que el PNV vuelve a ocupar todo el centro nacionalista, dejando el centro izquierda en manos de la izquierda abertzale históricamente plasmada en las opciones políticas expresadas por HB, EE, Aralar, pero que en realidad son todas ellas distintas fórmulas electorales de ese nacionalismo revolucionario que surge en la década del 60 del pasado siglo.

Se puede afirmar que el campo nacionalista queda de nuevo dividido en dos opciones claras, una de derecha y otra de izquierda, sin flecos señalables entre ellos. Y la distancia, de en torno al 20%, muestra un cierto incremento de las opciones de derecha dentro del campo nacionalista.

Si observamos el porcentaje actual de Bildu respecto a la izquierda abertzale al inicio de este periodo de 40 años, se observa una pérdida relativa de 4 puntos. Si desechamos el impacto engorde que provoca EA en la columna de centro más izquierda abertzale, el resultado se corresponde con esa caída relativa de las posiciones de izquierda dentro del campo nacionalista vasco.

El progreso del PNV al final de estos 40 años va desde el 57 al 63% en las convocatorias al Congreso. Mientras el retroceso de la izquierda abertzale va desde el 42 al 38%. Los datos que arrojan las votaciones autonómicas no se alejan mucho de las anteriores. El PNV pasa del 56,5 al 62%, en tanto que la izquierda abertzale del 43,5 al 38%.

De este análisis se desprende una larga estabilización de relación de fuerzas también dentro del campo de fuerzas nacionalistas vascas. Es como si durante todos estos años la lucha política estuviese encajonada desde el propio inicio de la salida de la dictadura franquista.

Si algo parece enseñar esta historia electoral de los últimos 40 años es el de la existencia de dos identidades políticas en nuestra comunidad. Dos identidades que permanecen con las espadas en alto, y a las que no se ve desenlace hacia uno u otro lado en el corto y medio plazo. Parece lícito afirmar, que, con esta relación de fuerzas internas a la Comunidad Vasca, es impensable soñar, en una prueba de fuerza que pueda imponer al estado centralista una concesión que permita la realización de un referéndum sobre el derecho a decidir, derecho de autodeterminación política. Y no digamos nada respecto a la aceptación de una medida de tipo unilateral como la realizada en Catalunya.

Una estrategia que nos acerque a una relación de fuerzas favorable, debe partir de lograr una mayoría relativa suficiente en nuestra sociedad vasca. Pongamos un 70% con lo que podamos lanzar un órdago al poder central. Y dada la situación, la relación de fuerzas actuales, esto parece imposible.

Hay otro parámetro que nos parece necesario introducir en esta imagen. Nos referimos al peso electoral que representan las opciones soberanistas, agrupando a las nacionalistas vascas más aquellas no nacionalistas pero que se declaran favorables al derecho a decidir, cuya última y más fuerte presencia representa la opción de Podemos.

La observación de los datos de las convocatorias electorales nos arroja lo siguiente: la suma de fuerzas nacionalistas más soberanistas en el conjunto de Euskadi Sur nos muestra una media de 53%, pero con una clara progresión desde el año 2011, y con un pico que llega al 64% en el año 2015, y que se mantiene en un valor de 60% hasta las últimas convocatorias. (ver gráficas 4 y 5 "Soberanistas Congreso español” y "Soberanistas Parlamentos vascos”):


Respecto a los Parlamentos de la CAV y de Nafarroa, la media es de 56,60% con un ascenso hasta llegar al actual 65% en la elección de 2016, y que tras andar rampando en el decil 50, muestra una clara afirmación al alza tras las parlamentarias del 2012. Así pues, las últimas elecciones nos muestran una representación de entre el 60 y el 65% de los votos emitidos.

Es de destacar la emergencia de Podemos que se coloca como primera opción electoral en el año 2015 y que permanece hasta ahora en cotas significativas. En realidad, esta emergencia de nueva opción soberanista es lo que más rompe el histórico empate entre opciones en los dos campos anteriormente estudiados.

Hacer una explicación aproximativa a este fenómeno en Euskadi nos parece del todo necesario.

UNA PEQUEÑA DIGRESION SOCIOLOGICA
Si bien la existencia de dos opciones en el terreno de la reivindicación nacionalista viene de antiguo, y hunde sus raíces en la propia diferenciación de la formación social vasca durante el siglo XIX, esa diferenciación será engordada en la opción centralista como consecuencia de la fuerte inmigración de masas trabajadoras al llamado de la fuerte industrialización de final del siglo XIX, y sobre todo de la segunda mitad del siglo XX. Las masas de trabajadores que provienen, sobre todo, de la España rural, vienen aculturizados en el mensaje de una España única, y se encuentran con una población autóctona que les hace sentir su rechazo como “maketos” ... Del choque de esas dos identidades culturales se alimenta ese antivasquismo de amplios sectores de estos trabajadores, pese a que la integración en la lucha obrera de finales de los 60 y 70 va limando prejuicios y desconfianzas de manera muy rápida.

La integración en matrimonios mixtos, un real y rápido mestizaje en los años 70 y 80 entre las personas de segunda generación y, sobre todo, en los de tercera generación de esas masas inmigrantes, hace cambiar de manera significativa las identidades de las nuevas generaciones de votantes. Son los nuevos vascos, que ya no se reclaman de la identidad nacional de sus progenitores que todavía tenían ese otro pueblo, referencia de su pertenencia a su territorio de origen. Y estas nuevas generaciones fruto de ese mestizaje son las que pueden estar en la base de este crecimiento real de la opción soberanista no nacionalista.

Si a este fenómeno tenemos el atrevimiento de añadir, de tomar en consideración las masas de jóvenes fruto de generaciones autóctonas que tampoco han conocido la represión y la negación de la cultura vasca, podremos estar en condiciones de explicarnos la pérdida de influencia de las opciones irredentistas nacionalistas vascas. Y cuando decimos irredentistas no lo hacemos en sentido peyorativo, sino en el de aquellas generaciones que nos lanzamos a la lucha antifranquista y por la recuperación del euskara y de nuestra identidad nacional reprimida por la dictadura.

Esa nueva geometría sociológica puede explicarnos la relativa pérdida de lealtades cerradas en la izquierda vasca a la hora del voto, que se expresó por ejemplo en la alternativa sucesiva entre Bildu y Podemos en convocatorias consecutivas. Y esta nueva composición de las clases populares vascas puede ser la nueva base en la que hacerse fuerte una nueva estrategia.

EUSKAL ERREPUBLIKA Y CONFEDERACION DE REPUBLICAS IBERICAS
El ejemplo del procés Catalá nos demuestra que con el 50% de electorado no es suficiente para imponer por la vía de los hechos y de manera unilateral la Republica Catalana. Y para los que decían que la Europa democrática vendría en su apoyo lo menos que cabe opinar es que les ha dejado con el culo al aire.

Con la mitad de sus conciudadanos en contra o, al menos, sin apoyar esa demanda, a la oligarquía española le ha sido relativamente fácil el pararlos en seco. Y solo con la utilización de la parte policial de sus fuerzas armadas. Pero apoyados eso sí, en la legitimidad que le ha dado, por acción u omisión el grueso de los pueblos bajo el estado español.

Dos elementos clave para que el gobierno monárquico haya actuado con tan impune libertad se debe, a nuestro parecer, al factor divisor intra comunidad nacional y la incomprensión de una mayoría de otros pueblos a una tentativa de secesión, de separatismo, que las fuerzas derechistas han alimentado y machacado en las conciencias de las masas populares de esos pueblos.

¿Cómo romper ese techo represor que amarra a todos los pueblos bajo el estado español? ¿Qué estrategia seguir para ello?
Es necesario lograr una relación de fuerzas favorables a la proclamación de repúblicas soberanas en los dos espacios siguientes :

dentro de la comunidad vasca, y por cierta similitud en la catalana, se debe alcanzar una relación de fuerzas favorables en el seno de las propias comunidades. 
En el marco del estado español ganar a nuestro favor un amplio movimiento de masas que sea capaz de frenar los intentos represivos del estado monárquico.

Para ambos objetivos es preciso elaborar unos programas de construcción nacional que incluya de manera proactiva a los sectores soberanistas. Un programa que deje atrás concepciones independentistas en una lectura simplemente separatista, y que sea capaz de discurrir la independencia en una lectura de soberanía solidaria y compartida en lo que soberanamente se decida en cada comunidad.

Una propuesta que llene de contenido Ecosocialista Feminista nuestra reclamación de independencia a la hora de gobernarnos sin imposiciones externas. Un programa que aúne los esfuerzos de todas aquellas y aquellos que desean para nuestro pueblo una sociedad que elimine para siempre la pesada losa de explotación salarial, con unas desigualdades sin justificación en la justicia social… una Euskadi sin opresión nacional y sin explotación y opresión social. Una Euskadi que no tenga que ver con la dominación actual de unas élites oligárquicas capitalistas…

Esa propuesta no podemos alcanzarla con la derecha nacionalista, y por tanto es hora de levantar una propuesta que forje una alianza entre los sectores populares bajo un acuerdo estable por el derecho a decidir. De ese modo pensamos que podemos alcanzar la unión en la lucha de los sectores de izquierda en cada comunidad, pudiendo ser en Euskadi la primera fuerza electoral y el agrupamiento de fuerzas sociales para ir imponiendo la legitimidad en el seno de la sociedad vasca.
Una política de este tipo puede ser el mejor instrumento para combatir el discurso de las fuerzas españolistas que se presentan ante las masas populares como los auténticos defensores, la última muralla frente a la disgregación egoísta y anti-solidaria de los pueblos que reclaman su soberanía nacional.
Para desarmar ese mensaje tan útil al nacionalismo españolista centralista se debe resituar nuestra lucha ideológica destacando el aspecto solidario de nuestras pretensiones. No queremos romper la solidaridad entre los trabajadores, y frente a su acusación de separatismo egoísta, podemos lanzar la consigna de: “ni unionismo negador de libertades nacionales ni separatismo rompedores de la solidaridad interpueblos”; “ni unionismo centralista ni separatismo excluyente: confederalismo”.

La lucha de cada comunidad nacionalista de modo unilateral ya se ha comprobado como insuficiente para una estrategia victoriosa. En cuanto a las fuerzas nacionalistas de derecha, no debemos olvidar que las fuerzas nacionalistas de derecha catalana fueron en buena parte los bruñidores de la actual constitución monárquica, y que la derecha nacionalista vasca está muy cómoda con el statu quo, sistema neoliberal capitalista con la que comparte al ciento por ciento su filosofía y política económica.

Las fuerzas Ecosocialistas Feministas vascas no pueden soñar con que la derecha nacionalista esté dispuesta a arriesgar lo más mínimo por la República vasca. Si en el procés hizo historia aquella proclamación de sus diputados en el sentido que la República no merecía derramar una gota de sangre, para significar su voluntad pacifista, la derecha nacionalista vasca se guía por no meterse en aventura republicana alguna que suponga el mínimo riesgo de perder las cotas de poder adquiridos bajo el actual régimen. Ya no se trata de no derramar una gota de sangre sino de ni siquiera perder en lo mínimo la bolsa de los euros.

Proponemos un cambio de estrategia y de tácticas, en la esperanza de que ésta nueva estrategia pueda romper los techos que nos imponen las derechas oligárquicas de Madrid, pero también los de casa.
Nos preguntamos: ¿qué sentido tiene el construir una Euskal Errepublika en un afán de simple separación, de proponer una vida comunitaria fuera de la colaboración con nuestros pueblos vecinos? La fijación de fronteras en un estado separado podía tener su sentido hace 50 años, pero en el marco de relaciones de interdependencia nacional actual, se presenta como una idea sin visos de realidad. ¿Acaso no estamos en una unidad europea con la que compartimos poder, y a corto plazo posiblemente sigamos perteneciendo?

Nuestra propuesta asegura la soberanía de cada república nacional y busca la colaboración sinérgica entre todos los que compartimos esta península, rodeada de mar y separada del resto por la cadena Pirenaica. Compartir desde nuestra soberanía con los pueblos que nos rodean, puede ser lo más conveniente para alcanzar esas comunidades libres, solidarias Ecosocialistas Feministas que proclamamos las fuerzas del cambio.

Somos pueblos con diferencias en grados de desarrollo industrial, de especialización en producciones, por lo que las sinergias positivas favorecen una integración confederal. Y retos, como el del cambio climático en el que estamos envueltos en el mismo mapa geográfico. O, en el reto de la transformación energética, donde a nadie relativamente informado se le escapan las potencialidades de los extensos territorios soleados de la meseta central y del sur de la península a la hora de la producción de la energía solar, energía del futuro.

¿Cómo se asegura esa soberanía nacional? Se preguntará más de una persona.
El modelo que se propone es el de una Confederación de Republicas Soberanas, y no la de una República Federal unitaria. En el modelo confederal el sujeto de soberanía política está reservada a cada comunidad nacional mientras en el modelo federal el sujeto de soberanía política es el conjunto de todos los pobladores de esa Federación. Este modelo puede colmar las ansias de soberanía nacional de cada comunidad, más interiorizado en las fuerzas nacionalistas y en la medida que asegura la pertenencia a una organización política común, la Confederación Hispánica en la vía de la Confederación Ibérica puede dar satisfacción ,asimismo,a los compatriotas que así lo desean.

Cuando hablamos de una nueva estrategia para la acumulación de fuerzas pro-soberanistas, en primer lugar, hablamos de la necesidad de esa acumulación de fuerzas en clave interna, dentro del territorio de Euskal Herria, pero no se agota en ese nivel. Aún en el caso de lograr tal relación de fuerzas favorables en nuestra comunidad, resulta improbable imponer ese derecho de autodeterminación sin tener en cuenta otra relación de fuerzas: la del estado centralista español. Ese nacionalismo españolista no parece que vaya a conceder tal derecho por simple cambio de idea o de convencimiento moral. Por tanto, una nueva estrategia debe tener en cuenta ese obstáculo exterior a la comunidad vasca pero que es el que tiene el argumento en última instancia, el argumento de la fuerza del estado.

La experiencia histórica nos enseña que la fuerza del estado opresor no descansa solamente y únicamente en la fuerza represora, sino fundamentalmente en la fuerza que le da la legitimidad ante sus ciudadanos para hacer uso de la represión. En el medio plazo, sobre todo en sociedades organizadas de manera democrática representativa, la carencia de tal legitimidad en el ejercicio del poder represivo termina con su reprobación por las masas populares.

Esta es pues la otra cara de una nueva estrategia: levantar una salida, un programa de reorganización territorial que sea asumible por el resto de pueblos y comunidades de Hispania, de manera que vaya quitando la legitimidad a este estado monárquico oligárquico. No olvidamos que el esfuerzo debe hacerse en cada comunidad, y que los ritmos de acumulación de fuerzas no van a ser necesariamente unívocos en el tiempo, ni igualmente amplios en los territorios. Pero apoyándonos mutuamente, los distintos pueblos podemos ir creando las condiciones para que aquellos que avancen más rápidamente puedan tener la ayuda de los demás, a la vez que los más atrasados en la tarea puedan ser espoleados por los más avanzados.

Asegurar la confraternización de las clases trabajadoras, su acción unitaria en la lucha común por una sociedad socialista es una tarea primordial para los internacionalistas. Combinar esa unidad internacionalista al tiempo que se defienda el derecho a la construcción nacional de los trabajadores de cada nación, es nuestra prioridad.

No obstante, a que podamos estar de acuerdo en las bondades de esta estrategia tampoco podemos olvidar otra interrogante: Pero, ¿este camino es viable? Bien, aceptemos un nuevo interrogante: aunque sea moralmente buena, éticamente justa y políticamente correcta, ¿es una estrategia viable, practicable? o ¿estamos ante deseos quiméricos?

¿Deseos quiméricos u objetivos realizables?
De entrada, constatamos la realización de un frente común por la coalición de fuerzas nacionalistas de izquierda, que ha sido operativo en las últimas elecciones europeas bajo el eslogan de Ahora Repúblicas. Sus resultados arrojan unos buenos datos. Pero además de ello, un pensamiento atento puede vislumbrar la importancia de que en comunidades, ciudades y pueblos fuera del marco territorial de esas fuerzas, centenares, incluso millares han votado por esa coalición. Y eso pese a que esa coalición no ha abierto sus candidaturas a esas poblaciones durante esa campaña electoral. Esa incipiente empatía nos parece muy a tener en cuenta a la hora de lanzar una estrategia confederalista. Si sumamos a esta realidad aquellas fuerzas que pueden asociarse perfectamente a una estrategia confederalista para toda la península, las voces que en Andalucía comienzan a reclamar la soberanía en el mismo grado que las demás naciones, e incluso las recientes proclamaciones de la comunidad leonesa, la esperanza en acumular fuerzas adquiere otro viso más optimista.

Ante el empantanamiento del procés catalá y el uso de la descarada violencia represiva por el estado español como única y última razón de estado, estamos observando la publicación de artículos de opinión que se atreven a reclamar la federación de repúblicas, incluso la confederación, de la pluma de fuentes variadas de la izquierda peninsular.

Y ¿qué hay de la opinión pública? Más allá de la opinión publicitada nos encontramos con la encuesta del CEO catalán, realizada a lo largo del Estado español, y que arroja unos datos nada desdeñables. Si el 40% de los consultados están de acuerdo en que se realice el referéndum y una cifra parecida, según otras encuestas publicadas, están por la inclusión del derecho de autodeterminación en la Constitución, esos datos nos están indicando algo: es posible que la cantidad de gente que puede apoyar una salida de tipo confederal es mucho mayor de lo que los medios de comunicación del sistema nos quieren hacer ver.

¿República federal o confederación de repúblicas?
Una república federal asimétrica, donde las naciones peninsulares que así lo decidan puedan estar asociadas con el derecho a su autodeterminación cuando así lo expresen sus propios ciudadanos, es decir manteniendo la soberanía política en sus manos, puede ser una fórmula aceptable por las naciones sin estado.

Pero otra fórmula, la de la confederación de repúblicas libres, parece más en la línea de una vieja aspiración de los pueblos peninsulares, que se concretó en el movimiento republicano del cantonalismo de corta vigencia a finales del siglo XIX y que tomó forma en la proclamación de la primera república en el año 1873.

Confederación de repúblicas, federación asimétrica, u otras fórmulas de estados asociados, pueden ser formas de acercarnos a esa vieja aspiración de los demócratas y socialistas revolucionarios, la convivencia fraternal entre pueblos iguales en poder, pero diversos en su ser.
Apostemos por la unidad de fuerzas de las masas trabajadoras, explotadas y humilladas de todos nuestros pueblos. Perdamos las ilusiones en alianzas con las derechas nacionalistas.

Solo la unidad de las personas que aspiramos a un mundo Ecosocialista Feminista e Internacionalista puede asegurar nuestra victoria, la victoria de las trabajadoras y los pueblos oprimidos. Las clases trabajadoras vascas, andaluzas, extremeñas… no tienen interés alguno en oprimir a las demás. Nuestra suerte bajo el capitalismo oligárquico español nos ha hermanado en el espacio y en el tiempo histórico presente.

Seamos lo suficientemente inteligentes para unir nuestros esfuerzos sin dejarnos engañar por los cantos de sirena de nuestras respectivas clases capitalistas y sus líderes derechistas. O lo que es peor, caer en el autoengaño de confundir nuestros deseos con la realidad, la querencia de una acumulación de fuerzas con la derecha nacionalista. La única manera de arrancar a las masas populares que siguen cautivos de la ideología y política del PNV hacia posiciones abiertamente combativas, solo se dará como resultado de una ofensiva de masas populares que aparezcan ante ellos como una posibilidad práctica de victoria. Y cuando eso llegue, cuando seamos capaces de situar la lucha en esos parámetros, es posible que el olfato oportunista del PNV gire hacia una posición de colaboración con la nueva relación de fuerzas.

Desde un punto de vista táctico, la defensa intransigente de los valores y objetivos económicos, sociales y culturales de las masas trabajadoras, desde un programa de izquierda Ecosocialista Feminista, sin edulcoraciones o rebajas en aras a un común denominador con la derecha, es la táctica correcta para ir ganando la mayoría electoral y social.

Un programa claramente definido en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras junto a programas específicos para las distintas clases pequeño burguesas, es la ruta a seguir. Planificación indicativa, empresas auto-gestionadas, cooperativismo… nacionalización de la banca, de las empresas oligopólicas y una regulación de PYMES que combine la libertad de empresa con la protección y participación de las trabajadoras.

Asumamos el reto de ser las masas trabajadoras las que abanderen la lucha por dar a nuestras comunidades nacionales el carácter Ecosocialista Feminista, la identidad cultural propia basada en valores de justicia, honestidad y libertad solidaria. Una identidad nacional en la que las mujeres cubran con su color morado la bandera del futuro.

La táctica del momento: hoy todas por una, mañana cada una por todas.

Isidoro Apraiz, sociologo

1 comentario:

Vicpevic. dijo...

Viva España, Viva este gran país. Viva, Viva y Viva!!!!