La recaudación tributaria creció en Navarra el pasado año un 13,4%. Una cifra mejor de la prevista, lo que va a permitir cerrar el ejercicio presupuestario con superávit y encarar los primeros meses del año sin necesidad de recurrir a préstamos a corto plazo para financiar la Administración Foral. Navarra ha ordenado sus cuentas, y por primera vez desde el inicio de la crisis no emitirá nueva deuda pública. La mejora de la economía, la reforma fiscal y la actualización del Convenio han permitido dar la vuelta a la sombría situación financiera que Mikel Aranburu se encontró al llegar al último piso de la Hacienda Foral. Un hombre de la casa que ha pasado por todos los escalones del Departamento, y que dos años y medio después da por cumplidos los dos principales objetivos que se había marcado al inicio de la Legislatura. “Pero todavía queda mucho por hacer”, matiza quien guarda la llave de la caja fuerza, que sin embargo avisa de que no hay mucho margen si no se quiere incumplir la regla de gasto. “Vamos a analizar qué opciones hay, pero habrá que hablarlo con el Ministerio, que es quién interpreta la Ley de Estabilidad Presupuestaria”, avanza.
Acuerdo del convenio, presupuestos aprobados, superávit presupuestario, aumento de ingresos... los Reyes Magos se han portado bien con usted.
Bueno... sí, eso parece. Hace dos años y medio no hubiéramos pensado que íbamos a revertir la situación tan rápidamente. Sin embargo, podemos decir que los principales objetivos que nos habíamos marcado para toda la legislatura están cumplidos. Así que estamos satisfechos, sí.
¿Tan mal estaba la cosa cuando llegaron?
Nos encontramos una situación desastrosa. Con un remanente de tesorería negativo, una deuda que se había disparado terriblemente y muchos compromisos presupuestarios ya adquiridos. No solo los intereses de la deuda, también los peajes en sombra y algún otro que hemos ido conociendo sobre la marcha. En 2017 por ejemplo hemos tenido que pagar más de 60 millones por gastos sobrevenidos como los terrenos de la Ciudad del Transporte que compró UPN.
¿Navarra no se hunde entonces?
No, más bien al contrario, está saliendo a flote. La reforma fiscal, la actualización del Convenio Económico y la mejora de la economía nos han ayudado también a sanear las cuentas. Y ni se han cerrado empresas, ni hay cataclismo ni Apocalipsis. Es una evidencia, por más que algunos sigan insistiendo. Pero en fin, qué le vamos a hacer.
¿Qué va a suponer esa normalización de las cuentas publicas?
Es muy importante. Por primera vez hemos superado la recaudación previa a la crisis, y eso nos ha permitido cerrar 2017 con superávit y con un remanente de tesorería a 1 de enero de 300 millones positivo. Hacia diez años que eso no pasaba. Teníamos que sobrevivir con préstamos a corto hasta febrero o marzo. Este año no va a ser así. Vamos a poder reducir a la mitad de tiempo las devoluciones de IVA y Sociedades a las empresas y cubrir con nuestros propios recursos el déficit del 0,4% autorizado por el Estado.
¿Eso quiere decir que Navarra no va a emitir más deuda pública?
Tal vez refinanciemos algún préstamo para rebajar los tipos y ahorrarnos intereses. Pero lo que es nueva deuda, no, este año no va a haber. Esos 80 millones los tenemos en cartera y podemos financiar el déficit.
¿Y no se puede aumentar el techo de gasto para destinar ese dinero a más inversión?
Bueno, ese es un tema más complejo, como ya hemos visto con los 215 millones que nos ha devuelto el Estado. Ahí chocamos con la regla de gasto, que nos impide aumentar la inversión pública más allá de un porcentaje, y que obliga a destinar el resto a amortizar la deuda acumulada estos últimos años.
¿Por qué Navarra no puede gastar si tiene autonomía fiscal y dinero?
Por la Ley de Estabilidad Financiera. Si con el límite de déficit el Estado impide que gastes si no ingresas, con la regla de gasto te limita el aumento presupuestario aunque mejoren los ingresos. El problema es que la ley no tiene un desarrollo normativo, así que hay margen de interpretación, y es lo que estamos mirando.
¿Ha hablado ya de todo esto con las cuatro fuerzas que apoyan al Gobierno foral?
Hemos creado un grupo de trabajo que se va a reunir esta semana, al que irán parlamentarios y expertos de confianza. Hacienda ha preparado ya un estudio técnico que ahora tendremos que debatir y ver qué posibilidades nos ofrece la regla de gasto.
¿Qué margen ven en Hacienda?
Bueno, al final es una cuestión de interpretar la Ley de Estabilidad. Por ejemplo, sí permite aumentar el gasto si proviene de reformas tributarias permanentes, así que ahí podemos tener un margen. Luego está el superávit de los ayuntamientos. El Estado se lo computa a su favor, pero las entidades locales las financia el Gobierno de Navarra, así que lo tendremos que discutir y arreglar con el Ministerio de Hacienda.
¿Y cree que será receptivo?
El problema es que el Estado generalmente nos trata como una comunidad autónoma más, y muchas veces no tiene en cuenta nuestras especificidades. Veremos qué margen tenemos, pero sí es algo que hay que aclarar en este nuevo escenario de mejora financiera. Porque el Gobierno de Navarra tiene claro que el superávit es de los ciudadanos de Navarra, y les corresponde a ellos, a su Parlamento, decidir qué hace con él.
El PSN dice que la ley sí deja margen para acometer inversiones.
Que nos manden los estudios y los vemos. Yo, encantado. Pero hasta ahora solo he visto artículos en los periódicos, y ningún informe serio. Si me los pasan mi gente los estudia, pero tengo la impresión de que no tienen ninguno.
¿Se han planteado la posibilidad de incumplir la regla de gasto?
No, ni yo ni el Gobierno ni la presidenta estamos en ese escenario. Vamos a analizar qué opciones hay para lograr lo que sea mejor para Navarra, pero no vamos a forzar la ley.
¿Qué pasa si se incumple?
El Ministerio tiene herramientas para hacer cumplir la Ley de Estabilidad. De forma gradual, primero te advierte, luego te pide un plan de ajuste y puede incluso acabar en una intervención de la comunidad. Porque además en el Ministerio son listos, y mandan las cartas a la Intervención General del Gobierno. Así que es difícil que un acuerdo que supusiera un incumplimiento de la ley pudiera prosperar.
¿La decisión final pasa entonces por un acuerdo con el Ministerio?
Evidentemente esto es algo que contrastaremos con ellos y con la Airef, que nos orienta en estas cosas. En ese sentido hemos sido honestos siempre, para lo bueno y para lo malo. Otra cosa es que haya una discrepancia de interpretación como, por ejemplo, hubo en el caso del Convenio cuando dejamos de pagar los 82 millones. Pero eso es algo que debe estar jurídicamente muy bien argumentado. Lo ideal es llegar a un pacto con el Estado, claro.
¿Le preocupa que sus socios le puedan exigir gastar más ahora que las cuentas están saneadas?
Imagino que algo habrá, pero las cosas son como son. A veces tengo la impresión de que el propio cuatripartito no se da cuenta de las cosas que se han hecho estos años. Hemos subido en más de 400 millones el presupuesto, y la mayor parte ha sido para mejorar el gasto social. Eso está ahí también para 2018 y para 2019.
Siempre hay urgencias que se quedan fuera del presupuesto.
Claro, soy consciente. Lo que digo es que se pueden seguir haciendo muchas cosas, este año y los próximos, porque creo que el cambio va a seguir la próxima legislatura también. Aunque igual hay alguno que no lo cree así.
Sin embargo, es más fácil ganar las elecciones aumentando determinadas inversiones.
Las elecciones también se pueden ganar sacando pecho de todo lo que se ha hecho, y que se ha hecho bien, en vez de estar diciendo que se ha hecho poco. Lo que tampoco podemos hacer es seguir aumentando la deuda sin freno, como hizo UPN.
¿Es más difícil negociar con el cuatripartito o con el Ministerio?
Con el cuatripartito la relación es muy buena. También con el Ministerio, pero ahí los desencuentros suelen ser más habituales.
¿Ha sido dura la negociación del Convenio Económico?
Ha sido muy larga y tensa, con momentos de desencuentros importantes. Pero he de decir que la relación siempre ha sido buena y cordial.
¿También con el ministro Cristóbal Montoro?
Nos hemos entendido bien desde la primera reunión, sinceramente. Y tengo que reconocer que ha cumplido siempre todo lo que hemos ido acordando. El ministro siempre ha defendido el régimen foral como parte de la Constitución, y era consciente de que había que arreglarlo. Otra cosa es que los detalles de la negociación luego hayan sido más duros de cerrar. Pero con el Ministerio siempre pasa así.
¿Porque en Madrid no todos se acaban de creer el Convenio?
Porque para el funcionario de carrera que está en Madrid esto es una anomalía, algo incomprensible, y siempre nos ven con algo de recelo. No sé si con antipatía o desconfianza. De alguna forma, se creen que aquí hacemos lo que nos da la gana. Pero bueno, yo les entiendo, nosotros también defendemos lo nuestro a capa y espada.
¿Está satisfecho del acuerdo final?
Ellos siempre dicen que un buen acuerdo es aquel en el que las dos partes quedan insatisfechas. Asi que creo que ha sido un buen acuerdo, tanto por el contenido final como por la metodología.
¿Por qué?
Por varios aspectos. De entrada, porque hemos sido transparentes, y eso creo que es bueno para el propio Convenio. Antes ni siquiera se hacían publicas las cifras y era difícil acceder a las propias actas. También porque la metodología que hemos seguido, que se ha sustentado en el estudio que hizo la Hacienda Foral hace un año, nos ha permitido explicar mejor nuestra postura, y nos va a servir también para el futuro. Y porque la cifra final de aportación entra dentro de la horquilla que habíamos fijado, claro.
Dentro de la horquilla, pero en su parte alta. Más cerca del máximo de 494 millones que de los 340.
La aportación yo creo que esta bien calculada. Es verdad que 480 millones está es la parte alta de la horquilla, pero eso también estaba previsto, y está lejos de los más de 600 que pedía el Estado. Y no son 510 como dice UPN porque eso incluye los ajustes de el sector eléctrico, que antes se contaba a parte. O se suma o se resta, pero contarlo ahora y no antes es hacer trampa.
¿Sabían que la aportación se iba a jugar en la parte alta de la horquilla?
La cifra final es el resultado de muchas cosas: El cálculo presupuestario, el análisis de cada partida a la que debe contribuir Navarra y también del contexto de la negociación. Además de la aportación se incluyen otros ajustes fiscales, y a veces se cede de un lado pero se gana de otro. Al final es una negociación.
¿En qué ha salido Navarra beneficiada?
No me gusta mucho hablar en esos términos porque puede llevar a equívoco. Pero sí creo que hemos llegado a un buen acuerdo en los ajustes del consumo y de hidrocarburos, y eso es un bien para futuro porque es difícil que se cambie en nuevos quinquenios. También hemos quitado la penalización de 25 millones que se acordó tras el cambio comercialización de Volkswagen, y que siempre salía en contra de Navarra. Y se ha eliminado el tope máximo de 1.100 policías forales a descontar de la aportación.
¿Se ha sentido políticamente respaldado desde Navarra?
Está claro que no, y eso es algo que históricamente nunca ha ocurrido. Navarra siempre ha cerrado filas, pero esta vez no. El otro día en el Parlamento alguien le preguntaba a UPN a ver en qué parte de la mesa había estado. Y puedo decir que en mi lado, no.
¿Ha habido interferencias para obstaculizar la negociación?
No lo puedo demostrar, pero sí tengo la impresión de que no había muchas ganas de que llegáramos a un acuerdo porque no le interesaba a UPN. Porque el sistema provisional subía la cifra de aportación de forma casi aritmética, de 500 a 700 millones. Y eso nos llevaba a la ruina y al hundimiento del Gobierno del cambio. Ahora que le hemos dado la vuelta a esa inercia el enfado de UPN es clarísimo.
¿Le ha molestado algo especial?
Que hayan querido debilitar nuestra posición negociadora. Porque mientras negociábamos nos acusaban de desleales, de incumplir el Convenio, de no tener credibilidad y de ser poco menos que delincuentes. Y UPN apoyó los presupuestos en Madrid que recogían una aportación de más de 600 millones, muy superior a la que debía ser. Eso es algo que nunca antes se había producido en Navarra.
Este acuerdo es solo para el periodo 2015-2019. En apenas dos años toca volver a negociar. ¿Va a ser tan costoso?
Dependera de la voluntad de la otra parte, porque si uno no quiere es difícil pactar. Pero el trabajo que hemos hecho va a facilitar mucho las cosas porque el porcentaje de aportación a cada partida del Estado está ya calculado.
Si se estabiliza esta situación financiera, puede haber margen para bajar los impuestos.
No creo que estemos como para bajar impuestos porque quedan muchas necesidades por cubrir. De hecho, nuestra carga fiscal todavía está lejos de los países que tienen mejores prestaciones y mejores sueldos. Ellos destinan un 45% del PIB a su Estado del bienestar, y nosotros el 35%. Deberíamos fijarnos más en ellos y menos en quienes prometen bajadas de impuestos.
¿Como la derecha?
La derecha siempre dice que va a bajar impuestos y luego no lo hace de verdad. Porque si quiere el PP puede bajar el IVA. Tiene competencias y lo puede hacer ya. Eso además iba a beneficiar a las rentas más bajas, que gastan todos sus ingresos mientras que las rentas altas pueden destinar su dinero al ahorro o a productos financieros menos gravosos.
¿Vienen tiempos duros para el régimen foral?
Hay un ataque permanente, que no es nuevo, y que va contra la diferencia, que es el régimen foral. Históricamente han ido contra el Concierto vasco, pero ahora también contra el Convenio, no sé si porque hay un cambio de Gobierno o por qué. Habrá que estar atentos, pero incluso aunque nos triplicasen la aportación, el Estado no iba a solucionar el problema de financiación de las comunidades autónomas, que es de muchos más millones. Eso, claro, ya lo sabe el ministro.
¿Por dónde cree que pasa la solución del problema de financiación que tienen las comunidades?
Parece claro que ha habido un fracaso enorme del sistema al que no han sabido darle cara. Pero al final, yo creo que tendrán que ir hacia un modelo de corresponsabilidad fiscal más parecido al nuestro. No sé como, pero deberán ir por ese camino. Lo que no puede ser es que comunidades que dependen de la financiación del Estado y que están en déficit encima bajen los impuestos, y desmantelen Sucesiones, Patrimonio...
¿Bajar impuestos no puede ser un aliciente para atraer inversiones o grandes patrimonios?
Eso al final nos lleva a un tipo cero en impuestos, y el sistema público así no es sostenible. Esto lo vemos en Madrid. Tiene la capacidad de concentrar sedes y patrimonios porque es capital, y se puede permitir el lujo de bajar impuestos. Pero claro, las comunidades de alrededor, que son del PP, ya se están quejando.
¿La reforma fiscal ha sido tan dura como denuncia la oposición?
No, para nada. En mi opinión ha sido una reforma moderada. Evidentemente, hemos tenido que acometer modificaciones tributarias, pero la mayoría de los cambios no han tenido tanto un objetivo recaudatorio. Han sido correcciones más de tipo ideológico para buscar la equidad y la justicia tributaria.
¿Cree que en la calle se comparte esa impresión?
Puede haber un resquemor por cómo se ha gestionado en el pasado, porque parece que el dinero se despilfarra. Pero cuando saquemos el sociómetro se va a ver que quienes han notado la subida han sido las rentas de más de 30.000 euros. Pero hablamos de 100 o 200 euros al año. A partir de 70.000 euros sí que se ha notado más. Lo que pasa es que son las que más poder mediático tienen, y eso ha hecho un efecto amplificador.
¿Tampoco hay una fuga de empresas en Navarra?
No, las empresas no se van. Puede haber algún movimiento, pero hoy en Navarra se están creando más empresas de las que se destruyen, y eso, viniendo de dónde venimos, es una buena señal. Además, si alguna cambiara su sede fiscal daría igual porque tributan por la parte del negocio que tienen aquí. De hecho, el tema tributario es el quinto o sexto elemento que tienen en cuenta para tomar este tipo de decisiones. Antes está por ejemplo la seguridad jurídica, las conexiones o la cualificación de los trabajadores del entorno.
Sin embargo, llevamos oyendo toda la legislatura que esto es un infierno fiscal para las empresas.
Eso es falso. El Impuesto de Sociedades aquí sigue siendo más barato que en el régimen común. Recaudamos el 1,2% del PIB y en el régimen común el 2,4%. Tenemos muchos beneficios y deducciones que en otros sitios no hay. Lo que pasa es que cuando digo esto siempre hay alguien de la otra parte que me dice que hay que subirlo más.
¿No cree entonces que haya preocupación en el mundo empresarial?
Por mucho que se empeñe la oposición, los empresarios no son tontos, y los asesores fiscales tampoco. Más allá de lo que pueda decir alguno de sus portavoces, el empresariado está relativamente tranquilo porque hay seguridad jurídica, y también tiene seguridad en cuanto a la honestidad de la gestión de Hacienda, y eso tranquiliza mucho.
¿Le preocupa que cunda la idea de que pagar impuestos es malo?
Es una idea muy generalizada, sí. No me extraña en la ideología liberal, que quiere impuestos cero y que luego cada uno que se apañe. Me sorprende más en el PSN, que nos pide que protejamos más los planes de pensiones. Eso supone dar una ayuda fiscal, un premio, a quien tiene dinero para ahorrar, pero es a costa de quitarlo de otro sitio, de la Sanidad por ejemplo. Es una reflexión que deberíamos hacer más a menudo.
¿Y no se hace?
En el Parlamento desde luego no. Mire, una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido que en el Parlamento todas las intervenciones, mociones y demás son siempre para aumentar el gasto. Todos los días. Yo no las sumo, pero es que son los mismo que luego piden bajar los impuestos.
¿Le ha sorprendido la superficialidad de la política?
La verdad es que, como la mayoría de la gente, no la conocía de cerca cómo funciona el debate político. Yo le tengo mucho respeto al Parlamento, pero a veces no sé si los parlamentarios están a la altura de su responsabilidad. Al menos algunos. Se entretienen siempre con lo mismo, en salir por salir, para que se les oiga... cuando hay muchas cosas que se podrían mejorar desde el Legislativo.
Patxi Cascante, en Diario de Noticias
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