Eran las 12 y media de la noche del 17 al 18 de enero de 1969, cuando policías de la Brigada Política-Social (la Policía política de la dictadura franquista) detienen en un bar, a Enrique Ruano Casanova, estudiante de Derecho de 21 años y militante del Frente de Liberación Popular (comúnmente conocido como el "Felipe"), a su novia Dolores González Ruiz y a otras dos personas más, Abilio Villena y José Bailó. Acusados de actividades subversivas contra el régimen de Franco y de arrojar propaganda de su partido y del entonces clandestino sindicato Comisiones Obreras en la calle. La prensa de la época informaba que, según fuentes policiales, se había descubierto a una nueva organización marxista llamada Partido Comunista Revolucionario.
Tras tres días de interrogatorios (palabro que edulcoraba la práctica de la tortura) y sin permitirle dormir, Enrique Ruano fue llevado por tres policías a practicar un registro en el séptimo pido del nº 60 de la C/ General Mola (hoy Príncipe Vergara); entran, se oyen gritos, se oye un disparo, y según la versión policial, Enrique Ruano emprendió una carrera hacia la salida de la cass y "sin llegar a la escalera, se arrojó a un patio interior, falleciendo en el acto."
¿Se arrojó? Bajo la tutela, del Ministro de Información y Turismo dirigido entonces por Manuel Fraga Iribarne, se ideó un relato en que la mentira, la manipulación y la difamación se entremezclaron con la complicidad de las instituciones que sostenían el andiamaje del franquismo.
Al día siguiente, todos los periódicos españoles reproducían exactamente la "Nota Oficial" emitida por la Dirección General de Seguridad, que decía:
"Sobre las 14 horas (del día 20 de enero de 1969) se tuvo conocimiento de que Enrique Ruano Casanova inopinadamente emprendió un corta carrera hacia la salida de la casa, e inmediatamente de ellos, sin llegar a la escalera, se arrojó a un patio interior, falleciendo en el acto, ya que el piso corresponde a la séptima planta. Entre los documentos ocupado al finado figura una especie de diario, en el que refleja su idea obsesiva de suicidio, al parecer con algún disgusto con un amigo llamado Javier y algunas contrariedades con su novia."
Sin embargo, lo peor para los padres de Enrique Ruano Casanova vendría al día siguiente, cuando el periódico "ABC", publicaba en la primera página un supuesto diario de Enrique Ruano donde se manifestaban intenciones suicidas. El 22 de enero de 1969, el director del "ABC", Torcuato Luca de Tena, publicaba unas líneas entresacadas de una carta de Enrique Ruano, presentándolas como si fueran su diario, con al frase: "Pienso que el suicidio será la solución."
Ese mismo día "EL ALCÁZAR" publicaba el mismo fragmento.
Y ese mismo día, Torcuato Luca de Tena publicaba un editorial contra el fallecido Sr. Ruano:
" VÍCTIMA SÍ, ¿PERO DE QUIÉN? (ABC, 22-01-1969)
A la luz de los esclarecedores y terribles documentos que obran en nuestro poder, y que publicamos muy reducidos a continuación, podemos afirmar que le pobre muchacho, Enrique Ruano Casanova, de cuyo suicidio dimos cuenta en nuestro número de ayer, ha sido, en efecto, una víctima. Víctima sí, pero ¿de quién? De los textos entresacados de las páginas del diario del desventurado suicida se desprende cegadoramente esta triste verdad: Enrique Ruano Casanova -hijo de una familia dignísima y respetabilísima de Madrid- padecía una tremenda crisis depresiva, un invencible complejo de inferioridad, una frustración patética de sus posibilidades intelectuales y un claro sentido de sentirse oprimido, utilizando otras manos: "los otros son el infierno" dice uno de los párrafos de su diario. La veracidad del documento queda además avalada por referencias familiares y circunstancias privadas (muchas de las cuales hemos omitido) que nadie, excepto él mismo podía conocer.
A la luz de los hechos resulta infinitamente despreciable y perverso por parte de quienes le arrastraron fuera de la ley haber utilizado para la acción subversiva a un pobre muchacho tocado de una clara y típica psicopatía, convirtiéndole en un desarraigado de la sociedad en la que vivía. Resulta estremecedora la sensación de verse atrapado en otras manos, como lo revela el infortunado muchacho a lo largo de su pletórico diario: "Me encuentro vendido"; "siento que me chupan la sangre"; "me siento dominado"; ....
Son afirmaciones desgarradoras. Todo el respeto que nos invade a leer este diario -pues ¿cómo no sentirlo al penetrar en la intimidad de un alma perseguida y enferma, de un ser acorralado que palpita en la angustia?- se torna indignación y encendida repulsa al ver así, tan despiadadamente, su debilidad, su incapacidad para reacciones y sobreponerse; para romper la red donde está cogido.
La detención de los cuatro comunistas, en una de cuyas posteriores diligencias consumó su triste propósito suicida Enrique Ruano Casanova, ha sido pretexto para que los revoltosos volvieran a ayer a perturbar gravemente el roden universitario. Banderas rojas con la hoz y el martillo, banderas republicanas, carteles subversivos, asambleas universitarias, agresiones a coches de policía...
Lógicamente es preguntarnos, ante esta serie de violencias. ¿Cómo se puede pretender que la sociedad quede inerme, permanezca indefensa, sin intentar, por todos los medios legítimos, la búsqueda, detención y aislamiento de los revoltosos?
Crespones negros han llorado el suicidio de un muchacho. Pero esta muerte, que todos deploramos, ¿a la cuenta de quién hay que cargarla? ¿Puede rechazarla acaso, como obra suya, la subversión? Víctima sí, ¿pero de quién?".
La demanda posterior de los padres de Enrique Ruano presentada contra el director del "ABC", Torcuato Luca de Tena; obligó a que el periódico a que rectificara, y el 30 de mayo de 1969, aparecía en sus páginas el siguiente texto:
ABC (...) debidamente informado desautoriza y destituye de todo valor y efecto cuantas palabras y conceptos hacen referencia a la persona de Enrique Ruano Casanova, estudiante de quinto de Derecho, en el artículo sin firma titulado "Víctima sí ¿pero de quién?"... por cuanto no son conformes a las cualidades y valores espirituales de dicha persona, que le merecen el máximo respeto.
Que el escrito titulado "Del diario de Enrique Ruano", sin firma, aparecido en el mismo número de ABC, da la forma fragmentada en que fue publicado, no expresa el auténtico sentido que a su integridad corresponde, a más de que debe entenderse que las particulares notas que constituían estaban redactados para su envío a un profesor facultativo.
Que hace la expresa manifestación de que la finalidad que movió ambas publicaciones nunca fue la de injuriar la personalidad y memoria de Enrique Ruano Casanova, ni la de la familia a que perteneció, para las que sintió y siente cumplida consideración y respeto."
La familia de Enrique Ruano consiguió reabrir el caso 20 año después. La primera autopsia, en 1969, localizó una herida "contusa redondeada" en un clavícula, que se le atribuyó a un clavo contra el que impactó en su caída. Pero ¡oh sorpresa!, al exhumarse el cadáver en 1991, apareció serrado ese trozo de hueso, que aún no ha aparecido; y que contiene la clave para poder descarar el suicidio como causa de su muerte, tal como afirmó en su momento la propaganda de la dictadura franquista, que como hemos indicado, anteriormente, estaba dirigida en aquellos momentos por Manuel Fraga Iribarne, Ministro de Información y Turismo.
Este segundo informe forense desestimó la hipótesis del clavo y asegura que pudo ser una bala la que penetró en el cuerpo de Enrique Ruano. Los tres policías, que le acompañaban al piso, fueron juzgados en 1996 pero fueron absueltos; con el voto discrepante de una magistrada que aseguraba que fue asesinado recibiendo un disparo antes de caer desde el séptimo piso. Se destruyeron pruebas forenses, alguna sierra invisible cortó un trozo de clavícula que desapareció porque era la "prueba inequívoca para determinar en términos absolutos del proyectil causante de la herida", según la jueza que no se calló como el resto.
En 1969, nunca se le permitió a la familia realizar una autopsia particular ni se hizo un registro de las armas policiales. Pero, afortunadamente, los esfuerzo de la familia no fue en vano. Primero despejando la nebulosa del suicidio, pero también dejando en claro que los estamentos franquistas habían destruido y ocultando pruebas.
Torcuato Luca de Tena había presentado a Enrique Ruano Casanova como un joven débil e irresponsable, que se extendió a todos los "ruanos" que intentaban luchar contar la dictadura franquista. Pero no era así. Enrique Ruano Casanova fue un joven que sufrió la represión policial y la muerte por responsabilidad propia, que nacía de una decisión personal que emanaba de una ética que consideraba necesario para poder vivir con decencia el compromiso político.
El asesinato de Enrique Ruano Casanova provocó que en los ámbitos universitarios se produjesen protestas, saltos y movilizaciones estudiantiles, lo que unido a otras huelgas y protestas, por otros motivos, en distintos punto de España, hizo que el régimen franquista decretara el 24 de enero de 1969 el Estado de excepción (y que terminaría el 24 de marzo de 1969), el octavo de la dictadura y el primero de ámbito nacional y que eliminaba las garantías personales y establecía la censura de la prensa, para: "luchar contra las acciones minoritarias sistemáticamente dirigidas a alterar la paz española y evitar que se arrastre a la juventud a una orgía de nihilismo y anarquía."
Durante el tiempo que duró el Estado de excepción hubo cientos de detenciones, siendo enviados, los detenidos, al Tribunal de Orden Público (TOP) y que conllevaron después torturas, encarcelamientos y deportaciones al Sáhara. Todo bajo la consigna de que había que hacer lo que fuese necesario para parar todo tipo de movilización sin reparar en medios y, de paso, materializar en la atmósfera del momento que los alborotadores tenían la batalla perdida.
Un homenaje a los que, usando una sentencia de Claudio Pavone, lucharon por la democracia y son un ejemplo de "la moralidad de la resistencia".
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