“Navarra nunca será la misma. Ofrecemos toda nuestra colaboración para impulsar un gobierno de mayoría progresista y abiertamente pluralista que aproveche las iniciativas puestas en marcha por el Gobierno del cambio. Nunca más unaNavarra de los quesitos”.
Estas palabras, pronunciadas por Uxue Barkos en la misma noche del 26M, son una referencia para los próximos 4 años. Porque no sería posible el actual Gobierno de Navarra sin el Gobierno del cambio. Porque se abrió el camino para seguir construyendo una Navarra solidaria desde una visión progresista y pluralista, y consolidar en Navarra la imprescindible Segunda Transición: “Estamos haciendo historia, y vamos a seguir haciendo historia”. Esta cita de Barkos, repetida durante su mandato, está plenamente vigente. Vamos a comprobarlo.
En el último tercio del siglo XX, Navarra evolucionó de manera extraordinaria en su sociología. Emergía una nueva sociedad civil mucho más abierta, dinámica, democrática, plural y transformadora que sus élites político institucionales, mediáticas o culturales, firmemente arraigadas en el poder. Unas élites que, además de suponer la derecha más reaccionaria del Estado (con desarrollo autónomo propio durante la guerra y el franquismo), cultivaban un arquetipo de lo navarroabsolutamente excluyente para con una gran parte de nuestra sociedad. En esa realidad polarizada entre lo nuevo y lo viejo también incidía la actividad terrorista de ETA que, además de causar en la sociedad un enorme sufrimiento sin sentido alguno, inutilizaba a una parte de la izquierda para cualquier actividad parlamentaria en la recién estrenada democracia.
En ese panorama, Navarra llegó más tarde que nadie a aquello que se llamó Transición (y que ahora llamaremos Primera Transición). No fue en 1979, sino en 1984, cuando se pudo constituir en Navarra el primer gobierno de mayoría progresista, liderado por el PSOE con el indispensable apoyo del nacionalismo democrático.
Aquella Primera Transición quedó truncada unos años más tarde, tras importantes episodios de corrupción convenientemente adobados por la Navarra fáctica y el reclamo de la cuestión de Estado. La nueva situación nos convertía en la única comunidad de todo el Estado en que el PSOE sostenía al gobierno de la derecha. Nacía así la Navarra de los quesitos: 19 años en los que una ciudadanía mayoritariamente progresista era gobernada por una Navarra institucional más a la derecha y antivasca que la mayoría social.
La Navarra excluida de esa mayoría social hacía historia creando Nafarroa Bai. Le puso voz a esa otra Navarra: la vasca, la progresista, la pluralista, la que apostaba por la paz plena y la convivencia, la comprometida con el autogobierno;la que reclamaba que Navarra fuera sujeto político y, nunca más, objeto político. Dimos testimonio en Madrid de la otra Navarra, y logramos ser la 2ª fuerza en Navarra en 2007. Sufrimos el agostazo que nos recordó que la cuestión de Estado imponía que el Gobierno de Navarra no se decidiera en su Parlamento Foral, sino en oscuros despachos de Madrid y Pamplona.
Volvimos a hacer historia en 2011, recogiendo en Geroa Bai el espíritu, la música, la letra y la mejor intérprete de NaBai: Uxue Barkos. De nuevo, en Madrid. Pero faltaba impulsar en Navarra esa Segunda Transición. Una transición hacia una nueva centralidad: más acorde con su sociedad civil, más progresista en su concepción social y claramente abierta y plural en sus formas de sentir la navarridad. Navarra debía quitarse el lastre de ser cuestión de Estado y poder decidir libremente su gobierno desde su propio parlamento. Navarra tenía que dejar de ser objeto de objetivos políticos externos a ella para ejercer directamente desujeto político, y así profundizar en los valores más radicales de la democracia, sin exclusiones.
Esa Segunda Transición se inició en 2015, cuando una mayoría parlamentaria impedía la repetición de la aritmética de la Navarra de los quesitos. Esta mayoría progresista suscribía un Acuerdo Programático de Gobierno pluralista, y, por primera vez en 19 años, elegía una presidencia del Gobierno desde el Parlamento, sin injerencias de la cuestión de Estado. Una mayoría de 26 a la que se invitó a sumarse al PSN, que prefirió abstenerse.
Un Gobierno del cambio que hacía historia con su llegada, y también con su acción de gobierno. El gobierno de Barkos hizo caer el mito: ni UPN era el único gestor, ni tan siquiera había sido un buen gestor. Se logró equilibrio en las cuentas con el objetivo último de lograr la equidad. Del déficit cronificado desde 2008 en Navarra se pasó al superávit desde 2017;se redujo el endeudamiento multiplicado por 5 por UPN;de un remanente negativo de Tesorería heredado se pasó a un remanente positivo;tras varios años con gobiernos de UPN con presupuestos prorrogados, se consiguió la estabilidad institucional de aprobar 4 presupuestos en 4 años… y se logró una histórica negociación de la nueva aportación foral al Estado.
El equilibrio permitió acometer cotas importantes en el camino de la equidad: reduciendo los índices de pobreza, revirtiendo los recortes y mejorando todos los índices del estado de bienestar, incrementando el acceso a vivienda pública o implementando el primer PIL para los ayuntamientos navarros desde 2011.
Navarra fue también la última comunidad en abordar la terrible deuda de la Memoria Histórica del 36 y del franquismo;y la última comunidad en dotarse institucionalmente de la atención a las víctimas del terrorismo para fijar las bases éticas de una Navarra en paz y convivencia porque los gobiernos anteriores no lo habían hecho. Asistimos también al final de ETA, sin blanqueos y con un posicionamiento institucional inequívoco como la Declaración de Bértiz de los dos lehendakaris, Barkos y Urkullu.
El gobierno Barkos ha librado la batalla del pluralismo ante la sociedad cainita que cultivan esas élites que todavía hoy perviven. Se ha promovido el respeto a las diferentes maneras de sentir la navarridad, y el orgullo de promover el desarrollo y convivencia de las lenguas propias de Nafarroa. Sí, se ha hecho historia. Ahora toca seguir haciéndola.
(continuará)
Koldo Martínez, Esther Cremaes, Ana Ansa, Jabi Arakama, Juana García, Pello Salaburu, miembros de Zabaltzen, asociación integrada en Geroa Bai
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