En efecto, ese ha sido el lema del PSOE en este su último Congreso del pasado fin de semana: “Somos la izquierda”. Resulta llamativa la apropiación tan descarada que se hace de dicho espacio ideológico, pero si al menos fuera verdad, habría que reconocerles la claridad y sinceridad aportadas. El problema es que no es cierto, y por tanto, la manipulación hacia la militancia, y el posible electorado, resulta más que evidente. El PSOE no es la izquierda de este país, y además resulta incluso vergonzante que mantenga en sus siglas la “S” de Socialista (como gustan llamarse a sí mismos en innumerables ocasiones) y la “O” de Obrero, que debieran haber suprimido de su nombre, al menos por coherencia política. Reivindican sus casi 140 años de historia, pero se olvidan de mencionar las enormes diferencias entre el PSOE que fundara Pablo Iglesias, y el engendro esperpéntico que resulta hoy día el partido. Por tanto, lo primero que debiera hacer este “nuevo” PSOE surgido de las últimas Elecciones Primarias, es dejar de arrogarse y apropiarse indecentemente de un espacio ideológico que no les corresponde, máxime cuando le han criticado mucho a Unidos Podemos que estuvieran “repartiendo carnets” de adscripción ideológica, justamente cuando la formación morada les destapaba sus enormes contradicciones. Y es que hoy día, en estos tiempos de enorme confusión ideológica, habría que adscribir claramente a los partidos al segmento al que pertenecen, y al menos, la gente les votaría con mayor conocimiento de causa.
Pero vamos a aportar algunos elementos de juicio y discusión para apoyar lo que decimos. En el PSOE no está la izquierda. Quizá hoy día sólo un pequeño núcleo de la militancia conserve la raíz ideológica que se corresponda a los fundamentos del partido que fundara Pablo Iglesias, pero la inmensa mayoría, o bien ha perdido el norte de la brújula ideológica, o está en dicho partido por otros motivos. Entiéndase bien: lo que criticamos no es el cambio o evolución ideológica que cada formación política pueda experimentar en su justo derecho a la actualización de su ideario, sino que lo que criticamos es el engaño y la manipulación. Lo que criticamos es el intento de continuar apropiándose de un espacio ideológico que ya no les corresponde. Porque…¿puede reivindicar la izquierda ideológica un partido que hace décadas que renegó abiertamente del marxismo? Las tesis de Marx y de Engels, todo el corpus teórico-práctico y la metodología de análisis de la realidad material e histórica que dichos pensadores dejaron, continúa siendo la base para cualquier partido que se enmarque en el espectro ideológico de la izquierda. Y a partir de ahí, comenzamos a comprender la deriva del PSOE desde que llegó al poder, con los gobiernos de Felipe González, hasta hoy. La última barrabasada que acaban de hacer es abstenerse en la votación de la Moción de Censura propuesta por Unidos Podemos, argumentando errores de planteamiento, problemas formales y de apoyos para sacar la moción hacia adelante. Pero dejémonos de paños calientes. Ante el clima de corrupción galopante que nos sacude, y que constituye nuestra decadente realidad cotidiana, ninguna formación política que reclame para sí el espacio de la izquierda podría haberse abstenido.
¿Cómo puede reclamarse un partido de izquierdas manteniendo aún sus máximos referentes en Felipe González, y en un abanico de auténticos dinosaurios que han gobernado en la sombra los designios del PSOE, muchos de ellos históricos y muchos otros territoriales, que han representado el continuismo de la línea neoliberal más dura? ¿Cómo puede reclamarse de izquierdas un partido político que no se rebela ante la Monarquía, en pleno siglo XXI, cuando estamos hablando de un modelo de Estado anacrónico y antidemocrático por excelencia? El PSOE saca su “espíritu republicano” únicamente cuando le conviene, pero lleva defendido a capa y espada la Monarquía desde la proclamación de Juan Carlos I, hoy Rey Emérito. De hecho, en este último Congreso Federal, acaba de impedir que prosperara una iniciativa de sus Juventudes Socialistas que pedía una reforma constitucional para instaurar la República. ¿Cómo puede declararse un partido de izquierdas, y decir abiertamente “Somos la izquierda”, cuando llevan décadas sin poner en cuestión los dogmas del modelo económico neoliberal, el mismo que defienden las instituciones europeas a sangre y fuego, y que está provocando la muerte de países como Grecia? ¿Es que acaso puede declarar un partido “Somos la izquierda”, y abrazar a continuación la nueva hornada de Tratados de Libre Comercio, sabiendo que dichos tratados representan en realidad una nueva vuelta de tuerca para aumentar la hegemonía y el poder de las grandes empresas transnacionales, las mismas que son responsables del cambio climático, de la globalización capitalista, y de la explotación salvaje de millones de personas por todo el mundo?
¿Puede autoproclamarse un partido de izquierdas y decir al mismo tiempo que reniegan del derecho de autodeterminación de los pueblos, una de las máximas de la democracia internacionalista? ¿Cómo se puede decir “Somos la izquierda” y a renglón seguido asegurar que “nunca apoyaremos el referéndum secesionista en Cataluña”? ¿Pero cuándo se ha visto tal desfachatez? ¿Existe mayor contradicción ideológica? El derecho de autodeterminación de los pueblos es una máxima sagrada, y no tiene nada que ver con la independencia. El PSOE puede estar en contra de la independencia de Cataluña (lo cual nos parece muy bien, nosotros también lo estamos), y puede promover una reforma constitucional en sentido federal (lo cual también nos parece muy bien, y estamos de acuerdo), pero lo que no puede es apoyar la prohibición de un hecho democrático en sí mismo, como es la celebración de un referéndum popular. En el fondo, lo que subyace es un claro temor a lo que verdaderamente supone el referéndum, y mucho más si se proclamara una República Catalana, como ya explicamos a fondo en este otro artículo. ¿Cómo puede un partido afirmar “Somos la izquierda”, olvidándose y renegando de los planteamientos auténticamente pacifistas? Más bien al contrario, desde aquél famoso referéndum, defendieron nuestro ingreso en la OTAN, en su estructura militar, y hoy día tenemos instalado hasta un sofisticado sistema de Escudo Antimisiles, dando apoyo y soporte territorial y logístico para los supuestos ataques estadounidenses hacia el norte de África y Oriente Medio. El PSOE se ha unido vergonzosamente al llamado Pacto Antiterrorista, validando los espurios planteamientos de la derecha, que esconden sus necesidades belicistas para encubrir el alto grado de apoyo al complejo militar-industrial, el único al que al parecer no le afecta la crisis, pues aumenta sus presupuestos año tras año.
Mientras sostienen “Somos la izquierda”, votan en el Parlamento Europeo el 75% de las propuestas con el Partido Popular, están a favor del fracking, y no se definen en cuanto al modelo energético que defienden, ni en cuanto a la Renta Básica Universal, ni en cuanto al modelo de fiscalidad progresiva, por citar sólo algunos aspectos y medidas fundamentales. Y mientras afirman “Somos la izquierda”, continúan sin luchar contra los enormes privilegios de la Iglesia Católica, ni apoyan las propuestas para ir migrando hacia un verdadero Estado Laico, que separe absolutamente el ámbito público (donde no se puede apoyar a ninguna confesión religiosa) del ámbito privado, donde cada cual es libre de profesar las creencias que estime convenientes. Y mientras dicen ser “la izquierda”, condenan en cuanto tienen oportunidad al régimen chavista en Venezuela, criminalizan a su Presidente Nicolás Maduro, declaran abiertamente que existen “presos políticos” en dicho país, y apoyan en sus violentos actos a la oposición venezolana. Si el PSOE fuera de verdad la izquierda, habría defendido sin fisuras (y esto también es extensivo para Podemos, cuyos líderes lo hacen pero con mucha tibieza) tanto la Revolución Bolivariana como la Revolución Cubana, por ser auténticos referentes del Socialismo del siglo XXI. Pero en cambio, en lugar de eso, sus dirigentes afirman vergonzosamente que tanto Chávez como Castro o Maduro son “dictadores”…Así nos va. Y en coherencia con todo lo anterior, en cuanto tienen la menor oportunidad, el PSOE, ese partido que se autoproclama “la izquierda” de este país, para consolidar su poder (que en realidad es lo único que le interesa), pacta con fuerzas políticas demagógicas y ultraliberales, tamizadas con un falso barniz de regeneración, que se definen engañosamente como “de centro”, como es Ciudadanos, de Albert Rivera.
Como estamos viendo, y aún se nos quedan otras muchas razones en el tintero, el eslógan “Somos la izquierda” es absolutamente falso. Es simplemente un eslógan propagandístico, otra herramienta de confusión para el electorado, porque si el “Somos la izquierda” fuera cierto para el PSOE, hace mucho tiempo que hubieran renegado de las instituciones europeas y sus mandatos, objetivos y programas, rebelándose claramente contra sus planes de acoso y derribo a las mayorías sociales, y su sistema de defensa del gran capital financiero y transnacional. Pero en vez de ello, tal y como hizo el ex Presidente Zapatero (“me cueste lo que me cueste” fueron sus palabras) defienden y capa y espada los dictados de estas macabras instituciones, y acatan sus perversas políticas, a sabiendas de que son las últimas responsables de tanta destrucción, pobreza y desigualdad. Por tanto, que no nos vengan con milongas. Ser de izquierdas es algo mucho más complejo y extenso que defender a los homosexuales, atacar la violencia de género, o recuperar (parte de) la memoria histórica, asuntos que el PSOE ha abordado durante sus últimos años de gobierno, todos ellos de forma muy tímida, pero que relatan grandes avances sociales. Pero ser de izquierdas va mucho más allá. Ser la izquierda implica una constante denuncia contra el modelo económico responsable de las desigualdades, se manifieste éste como se manifieste, así como una decidida apuesta por la libertad y el reconocimiento de todos los derechos humanos, del resto de los animales y de la naturaleza. Porque hoy día ecologismo, feminismo, pacifismo, internacionalismo…, se dan la mano en sus respectivos ámbitos de actuación, pero sin renunciar a la propia base del marxismo, como sustento de toda la teoría y el método que desmonta el sistema de explotación y la lucha de clases. Si no se cree en todo ello, simplemente, no somos la izquierda.
Seremos otra cosa. Podremos ser progresistas (palabra utilizada como comodín de significante vacío o confuso muchas veces), pero no seremos la izquierda. La izquierda política hoy día es una amalgama de la base marxista con el resto de tendencias y disciplinas que han venido a completar y actualizar el ideario marxista, pero sin olvidarlo. Refrescándolo, pero sin traicionarlo. Denunciemos la falsedad del PSOE. Porque deformaciones y manipulaciones intelectuales tan intensas e importantes como éstas están contribuyendo no sólo al permanente engaño colectivo y al desprestigio de la política, sino que están poniendo su granito de arena para que entre todos tengamos que darle la razón a Francis Fukuyama cuando proclamaba abiertamente “el fin de las ideologías”. En un caso práctico y actual, por ejemplo, han contribuido a la configuración casi monocolor del nuevo Parlamento francés, dominado absolutamente por la coalición “En Marcha!” de Emmanuel Macron, a resultas, entre otros muchos factores, de un altísimo y vergonzoso porcentaje de abstención. Macron se define como aquí nuestro personaje Albert Rivera, es decir, “ni de izquierdas ni de derechas”, sino intentando hacer políticas “sensatas y útiles”. No nos dejemos engañar. El PSOE no es la izquierda, y las ideologías sirven para mucho. Sirven para no perder el norte, para no dejarse embaucar, para ser fieles en la construcción de un proyecto de país y del mundo, y sirven sobre todo para ofrecer coherencia, algo hoy día en claro declive. El PSOE continúa jugando en ese espacio electoral, coqueteando con él, en realidad destruyéndolo, porque lo que le importa es la manipulación del pueblo, para que éste continúe creyendo en su causa. Pero su causa, hoy día, la de toda la socialdemocracia devenida en social-liberalismo, no es otra que aderezar y suavizar el capitalismo, mediante mecanismos que puedan ilusionar a la gente, pero que en realidad, no cambian nada de lo sustancial. No hagamos caso. Si el PSOE fuera sincero, su eslógan debería ser: “NO Somos la izquierda”.
Rafael Silva, en Nueva Revolución
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