Hace tiempo que UPN da síntomas de no sentirse cómodo en la oposición parlamentaria. Tras los exabruptos de algunos de sus responsables y el tono bronco que imprime al debate parlamentario se esconde muchas veces una actitud frívola y populista en cuestiones en las que resulta exigible un mínimo de rigor. Sobre todo a un partido con experiencia en la gestión pública y que pretende ser además alternativa de Gobierno.
Resulta por ello triste comprobar cómo los regionalistas han renunciado definitivamente a una oposición seria y solvente que les permita recuperar la credibilidad perdida durante su nefasta última legislatura en el Palacio de Navarra, a cambio un discurso estridente y cortoplacista que el tiempo acaba por poner en evidencia. Ha ocurrido con la reforma fiscal, criticada durante un año en Navarra con calificativos fáciles de recordar, para terminar apoyando en Madrid una subida de impuestos injusta y socialmente regresiva.
Un populismo fiscal y económico que vuelve a quedar en evidencia con las enmiendas presentadas a los presupuestos de 2017. Plantear un aumento del gasto de casi 150 millones solo dos semanas después de calificar de “excesivamente optimista” la previsión de ingresos y de pedir una rebaja de impuestos, no solo resulta sonrojante sino que desacredita el propio proyecto económico. Sobre todo si casi todo el gasto nuevo se dedica a pedir inversiones que no hizo cuando estaba en el Gobierno y se cargan además a una partida que apenas tiene 12 millones. Todo un despropósito presupuestario que no solo es imposible de realizar, sino que describe una vez más el nivel de la oposición desmemoriada, carente de rigor y de la más mínima seriedad por la que ha optado UPN.
Es cierto que el regate corto y el titular rápido es un recurso habitual, y tal vez comprensible, en las fuerzas que ejercen la oposición parlamentaria. Pero no puede ser el único argumento si se pretende aparecer ante la sociedad como una fuerza política creíble y realista. Los atajos y la búsqueda del aplauso fácil tal vez resulten reconfortantes en la soledad de la oposición parlamentaria, pero no parecen lo más recomendable para salir del aislamiento político en el que continúa UPN año y medio después de perder el poder. Que Esparza lo quiera ver ya es otra cosa.
Editorial del Diario de Noticias
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