La sesión de investidura no ha tenido novedades en el discurso del candidato Urkullu. Como era de esperar, la columna vertebral de su intervención se ha ajustado al acuerdo sucrito por PNV y PSE. Un pacto que Urkullu ha calificado como "un acuerdo de país", para resaltar la idea de que los pilares del pacto responden a las necesidades de la gente y del país. La intervención de Maddalen Iriarte ha estado también dentro de los parámetros que se esperaba tanto en el tono cono en el contenido, salvo la propuesta de celebrar una consulta vinculante en 2018. Un discurso dirigido especialmente a su gente más que a las otras formaciones con las que en teoría tendría que pactar el apoyo a su investidura.
El posicionamiento de EH Bildu y Podemos sobre el pacto de nacionalistas y socialistas obedece a mi entender a una obligación ritual por el mero hecho de estar en la oposición más que a un examen detallado del acuerdo suscrito. Portavoces de estas formaciones han calificado el mismo como no progresista, contrario a los intereses de las clases populares y alineado con el neoliberalismo empresarial. A esto le llamo acto ritual, pues tales valoraciones ya se dieron antes de que se conociera el contenido del acuerdo.
Me he preocupado de examinar los objetivos y medidas relacionadas con todo el área económico-social y las he comparado con el acuerdo para el Gobierno de Navarra suscrito por Geroa Bai, Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra. Créanme que no he encontrado diferencias sustanciales como para calificar el acuerdo vasco de no progresista y neoliberal, y, en cambio, el acuerdo navarro como expresión del progresismo y de la defensa de las clases populares.
Lo mismo sucede si comparamos las propuestas sobre autogobierno que se recogen en ambos pactos. ¿Dónde está en el acuerdo navarro el carácter nacional de Navarra como parte integrante de la nación vasca? ¿Dónde está el compromiso de celebrar una consulta vinculante sobre el nuevo estatus de Navarra que incluya el derecho a decidir de los navarros y su compromiso de ejercerlo si hace falta por la vía de hecho de forma unilateral?
Maddalen Iriarte se ha reafirmado en el compromiso independentista de Bildu. Ha planteado que hay que preparar desde ahora las bases jurídicas y técnicas para, llegado el momento, dar el salto a la independencia. Y en ese contexto ha situado la celebración de una consulta vinculante para 2018.
A mi juicio existe una gran confusión sobre la estrategia a seguir sobre el ejercicio del derecho a decidir y la creación de la República vasca. La puesta en marcha de un proceso independentista en la CAV, bien vía referéndum, bien por la vía de hecho, sin haber conseguido previamente la unidad territorial de Euskadi y Navarra va en contra de la estrategia definida en la llamada "Vía vasca", consistente en la puesta en marcha de tres procesos constituyentes para después converger en el proceso constituyente de la República vasca.
En esa estrategia aprobada por Bildu existe una autolimitación para el proceso en la CAV, consistente en que antes de poner en marcha el mecanismo de la independencia en esta comunidad se debe priorizar el logro de la unidad territorial con Navarra. Las prisas y la necesidad de criticar al PNV les llevan a formular propuestas que entran en contradicción con sus propias decisiones estratégicas.
Xabier Gurrutxaga, en El Diario Vasco
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