De chaval estaba El Caso. Ibas a la hora del recreo a la tienda de alimentación más cercana al colegio a comprarte una bomba de crema o un triángulo de chocolate y de la puerta colgaba la prensa del día y allá estaba la portada de El Caso, con una cabeza abierta por la mitad o algo aún más truculento. Algunas portadas ya comenzaban a introducir el color, así que las imágenes en blanco y negro de El Caso todavía resaltaban más. Convenía no mirar muchos aquella portada si querías digerir tu festín de azúcar sin que se te cuajase en el estómago. Hoy El Caso abre los telediarios pues todos hacen un repaso exhaustivo de los asuntos más tétricos, con un detalle y una duración que algunos días te obliga sí o sí a apagar la televisión si no quieres que tu digestión se trunque definitivamente. En el telediario de Antena 3 del viernes por la noche el locutor dio como primera o segunda noticia la detención del presunto asesino de una chica hace 18 años y no contento con anunciar cómo la mataron nos contó el número exacto de puñaladas que recibió. Daba la impresión de que le brillaban los ojos. Supongo que el número de puñaladas es clave para que nos percatemos del asunto. Poco después, en pleno subidón de adrenalina, dio paso a la pieza del juicio por la muerte de la famosa niña Asunta y tanto los rótulos como él mismo cargaron contra la actitud del padre de la niña, uno de los dos acusados, con un ímpetu y un vocabulario que más pareciera que la niña no era hija del acusado sino del presentador. Quizá tuvo que ver el hecho de que el padre cargó contra la cadena y otros medios por ofrecer fotos privadas de la niña, algo que por tan habitual no deja de ser nauseabundo. Luego pasó a otras informaciones y se recompuso, digo yo que satisfecho por seguir alimentando -y alimentándose de- tanta casquería, real y moral, que deja a El Caso en cuentos de hadas.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias
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