Alde Zaharra acoge el 85% de los actos de todo tipo que se celebran en Iruñea, organizados por diferentes asociaciones y movimientos populares que se congregan en el barrio, haciendo de este un epicentro de lucha y escenario en el que se tejen redes sociales vecinales para encarar las diferentes problemáticas en comunidad, desde el asamblearismo y la organización. Refugio de la izquierda en años malos y no tan malos, Alde Zaharra ha sido como las personas de 50-60 años que se preocupan más por la edad que por la muerte. No obstante, parece que hoy día su deceso es una realidad; no física pero sí relacionada con la pérdida de su idiosincrasia e identidad. Y es que en los últimos años viene padeciendo un proceso lento, sigiloso y disfrazado, con una narrativa posmoderna, de «revitalización del barrio» o «regeneración». Conceptos con un reverso peligroso que tienen mucho que ver con la gentrificación y la turistificación, intensificadas gracias a la nueva normativa que aprobó el pasado jueves el Pleno del Ayuntamiento de Iruñea.
Antes que nada, y ante alarmistas partidarios de la turismofilia, es necesario señalar que, obviamente, Alde Zaharra no es el Barrio Gótico de Barcelona, ni Alde Zaharra de Donostia, donde, por cierto, la ordenanza de 2017 prohibió la instauración de nuevos pisos turísticos. Sin embargo, tanto desde la plataforma Bizitzeko Alde Zaharra, integrada en la iniciativa AZ Ekimena, como desde Alde Zaharrean Bizi/Convivir en lo Viejo, avisan: la gentrificación es un proceso lento, muy eficaz, y por eso hacen falta medidas preventivas.
En el libro de Lisa Vollmer “Estrategias contra la gentrificación”, la autora alemana resalta que el concepto de gentrificación permite explicar los procesos de regeneración urbana que tienen como resultado el aumento del precio del suelo y el desplazamiento de poblaciones de menos ingresos de unos barrios a otros, siendo esta la «esencia» de la gentrificación y no un «efecto colateral no deseado». Vollmer insiste, además, en la necesidad de encarar este problema desde la crítica a los intereses de la industria inmobiliaria. Por tanto, el debate se aleja del hipster con gafas de pasta que vende té matcha en el portal de tu piso, ya que este no es el origen del problema, sino una expresión del mismo. Una pena.
Para Javier Uhalde, de Alde Zaharrean Bizi, el problema comenzó en 2006, con la modificación de la normativa que permitió que se pudieran instaurar pisos turísticos en plantas elevadas. «Lo que está ocurriendo es que lo que era un barrio residencial ya no es residencial», remarca. Algo que se agrava ahora con la nueva modificación de la ordenanza. Esta regulación permitirá implantar apartamentos turísticos en las primeras plantas de los edificios y el uso de bloques enteros como alojamiento turístico siempre y cuando no se destine a esta finalidad más del 25% de la manzana.
«La normativa no dice nada de las habitaciones, que también se podrían alquilar», puntualizan miembros de Bizitzeko Alde Zaharra. Asimismo, subrayan que a todo esto hay que añadir los alojamientos turísticos que ya existen en Alde Zaharra.
Según el análisis urbano de la relación entre alojamientos turísticos y residentes que elaboró en 2017 Meridiano Zero, encargado por el anterior Gobierno municipal, hay 221 alojamientos reglados entre hoteles, hostales, pensiones, albergues y apartamentos turísticos en Iruñea, y un total de 4.515 plazas. El 47,5% de los negocios de alojamiento y el 37,8% de las plazas turísticas se encuentran en Alde Zaharra.
Además, en este estudio se identificaron 227 apartamentos turísticos ilegales en la ciudad y 790 plazas, concentrando el 68,6% del total de la oferta ilegal, en plataformas P2P (AirBnb, Homeaway, Wimdu, etc). El 34% del total de alojamientos no reglados y el 41,6% de las plazas se centraron en Alde Zaharra, la zona más turística de la capital.
Si analizamos la oferta total de alojamientos por cada 1.000 residentes, el barrio con mayor presión en cuanto al número total de plazas regladas sigue siendo Alde Zaharra, con un valor de 165,6 pl/1.000hab. En el mapa se aprecia que el resto de barrios presentan niveles muy inferiores. Teniendo en cuenta las plazas ilegales, el resultado es de 178,9pl/1.000hab, mientras que la media de Iruñea, quitando Alde Zaharra, es de 16,7pl/1.000hab.
En segundo lugar está Mendebaldea, con 92,1pl/1.000hab. Por tanto, solo se identifica Alde Zaharra con un nivel de presión relativamente crítico. Igualmente, el informe señala que el 45,5% de los residentes en este barrio tiene entre 100 y más de 400 plazas de alojamiento turístico reglado en un radio de 100 metros de su portal. Así, en 2017 se veían afectadas 4.695 personas, con diferente intensidad, pero de forma muy directa en su día a día. Por el contrario, el 77,5% del total de residentes de la ciudad no cuenta con ninguna plaza de alojamiento a 100 metros o menos de su vivienda de residencia –esta cifra se incrementa al 81,7% si se excluye los residentes en Alde Zaharra –, mientras que esta situación en el propio Alde Zaharra se da solo en el 0,5% de su población, concretamente en Caballo Blanco.
«Con esta modificación se han eliminado las distancias y ahora los pisos se regulan por manzana», señalan desde Bizitzeko Alde Zaharra, añadiendo que esto puede dar pie a la creación de macrohoteles en varios lugares del barrio, ya que el cruce de calles posibilitaría la acumulación de alojamientos. De igual modo, la nueva ordenanza facilita la imposición del megahostel de Unzu, de 277 camas y 10 apartamentos de lujo. Para Bizizeko Alde Zaharra, este es el «elemento más visible de la transformación social y urbanística que está sufriendo Alde Zaharra», pues, frente a la posibilidad de un modelo de turismo respetuoso con el barrio, «el proyecto de Unzu no hace sino ahondar en un modelo de barrio impuesto que alimenta los intereses privados y fomenta un modelo de consumo enfocado al turismo».
Otro factor importante, y que está pasando desapercibido, indica Uhalde, es «el anteproyecto de Ley de Áreas de Promoción Económica (APE) en el que trabajaba el anterior Gobierno de Nafarroa y que continúa trabajando este Gobierno», que permitiría la calificación como APE de diferentes áreas de la ciudad, una iniciativa público-privada para, según el Ejecutivo navarro, «revitalizar los centros urbanos». Sin embargo, Uhalde explica que «Alde Zaharra va a ser la primera y esto da lugar a la privatización del espacio público. Es para echarse a temblar».
Hacia la expulsión
Vollmer destaca en su ensayo que la turistificación va de la mano de la gentrificación debido al «uso turístico del espacio residencial» y su consecuencia notable es la expulsión de los residentes y sus comerciantes. Peter Marcuse, investigador de la gentrificación, describe varias formas de expulsión. La expulsión directa implica «la demolición de la vivienda o la pérdida de la misma por el aumento del alquiler»; la indirecta ocurre cuando «las familias se marchan de un barrio porque este resulta cada vez menos atractivo para las capas poblacionales»; y la excluyente examina las viviendas disponibles para familias de bajos ingresos.
En este sentido, los últimos datos que proporciona el Servicio de Sociología del Ayuntamiento de Iruñea señalan que la población ha aumentado un 6% en lo que a Iruñea se refiere, pasando de 195.734 en enero de 2006 a 207.649 en setiembre de 2019. En Alde Zaharra, en cambio, la población ha descendido un 8,25%, de 12.312 a 11.387. Y no solo eso; mientras la población menor de 5 años ha descendido un 14% en Iruñea, en Alde Zaharra lo ha hecho en un 40%.
Desde Bizitzeko Alde Zaharra afirman que «siempre dicen que este modelo de turismo es bueno para el barrio, pero hay que preguntarse para quién». Así, critican la proliferación de hostales cuando, en lo que a infraestructuras se refiere, Alde Zaharra sigue siendo el único barrio sin un polideportivo. Tampoco cuentan con un instituto, a pesar de que existen dos colegios de Primaria.
Por otro lado, incidiendo en la expulsión indirecta de la que habla Vollmer, el barrio es cada vez menos atractivo para la inmigración. Las personas migrantes han aumentado un 28% en Iruñea en los últimos trece años, pero en Alde Zaharra han descendido un 28%. La subida del precio del alquiler también es un factor a tener en cuenta. De acuerdo con la web Idealista, en octubre de 2019 el precio por metro cuadrado era de 10 euros, en tanto que en abril de 2012 era de 8,7 euros/m2 y en abril de 2014, de 7,3.
Desde colectivos vecinales remarcan que es necesario declarar Alde Zaharra como «Zona Turística Saturada antes de que sea demasiado tarde y pase como en otras ciudades, donde la gentrificación es irreversible». «Estaremos enfrente», advierten.
Ibai Azparren, en GARA
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