Durante estos días pasados, la política y abogada Julia Álvarez (Villafranca, 1903-México 1948), ha vuelto a ser noticia en el Parlamento navarro, debido al cruce dialéctico entre Laura Pérez, de Orain Bai, y Carlos Jimeno, del PSN. Dejo de lado el tono bronco de la intervención de este último y del anuncio de que era el único y gran conocedor de la activista villafranquesa, a quien calificó, ahí es nada, como “patrimonio navarro y español”. Escuchando su intervención, Julia Álvarez más pareció que era patrimonio socialista, exclusivo y excluyente. Y al que nadie tenía derecho a nombrar sin pedir permiso al PSN;menos aún Laura Pérez.
Julia Álvarez ha sido una política marginada y olvidada, hasta que un grupo de personas de Villafranca se empeñó en recordarla y conseguir que su nombre figurase en la Casa de Cultura, sin olvidar que la derecha del pueblo se negó en redondo a dedicarle una calle o una plaza cuando se le solicitó. Más vejatoria es, sin embargo, la actitud del PSN, quien durante seis legislaturas seguidas ostentó la alcaldía y nunca dijo una palabra a favor de Julia Álvarez.
La intervención de Jimeno no fue, precisamente, de las que ayudan a recuperar la riqueza política y humana de Julia Álvarez. Y no solo por la forma agresiva de transmitir sus conocimientos, sino por los datos que ofreció, sesgados y, a veces, poco compatibles con la verdad histórica. Arrojó la imagen de que las relaciones de Julia Álvarez con el PSOE fueron siempre idílicas, pero el capítulo de las querellas internas dentro del PSOE en el exilio, acabada la guerra, y en las que intervino de forma sobresaliente Julia, no dejan en muy buen lugar al partido.
De hecho, las tensas relaciones de Julia y la dirección del PSOE culminarían con su expulsión del partido. Estas confrontadas relaciones comenzaron a vislumbrarse desde que Julia fue nombrada gobernadora civil en Ciudad Real por Decreto del 12 de julio de 1937 y (Gaceta 13). Su primer saludo a la provincia, como gobernadora, las presagiaban: “Cumplo un mandato del gobierno y otro más imperativo de mi conciencia antifascista;pero si obstinadamente se pretendiese por alguien, seguir obstruyendo la labor de depuración de la retaguardia, estoy dispuesta a obrar con toda energía contra los obstruccionistas y recomendantes”.
Los enfrentamientos con la Federación Provincial fueron tales que, finalmente, la gobernadora presentó su dimisión y de inmediato fue aceptada. El 28 de marzo de 1939 se instaló en Francia. Aquí apoyó a los refugiados en la organización de evacuaciones a América, “culminando con su participación en la Junta de Unión Nacional Española” (UNE), organización del exilio que agrupaba a diversos grupos y personalidades republicanas con predominio del PCE. Aquí coincidió con su paisano, el comunista Jesús Monzón. UNE polemizó frontalmente con el PSOE, que condenó la presencia de militantes suyos en dicha unión. De hecho, a Julia Álvarez y a un grupo de socialistas se les prohibió la entrada en el congreso de Toulouse (24, 25 de septiembre de 1944). A finales de este mes, se formaría una Comisión Ejecutiva en Francia, conocida como grupo de Ramón Lamoneda, negrinista, y en la que Julia ocupó la Secretaría General. En la organización de la conferencia celebrada en Toulouse del 2 al 5 de noviembre de 1944 lo haría de la secretaría de la UNE. A través de una versión de El socialista, dirigida por Lamoneda, haría urgentes llamadas al resto de grupos socialistas existentes para llegar a la unidad, proponiendo, incluso, prescindir de su propia tendencia. De hecho, ella abandonaría la UNE en el verano de 1945.
La división del PSOE y de la UGT tuvo su máxima representación en la expulsión de sus más destacados negrinistas, entre los que se encontraban tres diputadas socialistas, luego residentes en México: Veneranda García, Matilde de la Torre y Julia.
Fue oficialmente expulsada del partido a comienzos de 1946 al no incorporarse a la AS de Toulouse siguiendo el mandato de la Comisión Ejecutiva del Interior, para unificar los distintos grupos socialistas que existían en el exilio en esos momentos. La Fundación Pablo Iglesias no desmiente el hecho.
Resulta difícil entender que se diga que no fuera expulsada, o que lo fuera en grupo y que, luego, se sostenga que fue readmitida honoríficamente en el PSOE, a título póstumo, por su XXXVII Congreso celebrado en julio de 2008, a propuesta de la Federación de Canarias que solicitó la rehabilitación de 35 expulsados en 1946, entre ellos, Negrín, Julia Álvarez, Max Aub, Julio Álvarez del Vayo... No es baladí el detalle: lo pidió la Federación de Canarias;no el Comité Federal del Partido.
Terminaré diciendo que hasta el 25 de octubre 1994 no hubo iniciativa institucional alguna para recobrar la memoria de Julia Álvarez. Cuando la hubo en esa fecha, no nació del PSOE, sino de Izquierda Unida, cuyo grupo municipal del Ayuntamiento de Madrid propuso poner el nombre de Julia Álvarez a una de sus calles.
Víctor María Moreno Bayona, en Diario de Noticias
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