El cuestionamiento de la monarquía es un elemento que sobrevuela de manera casi constante el debate público en España, sobre todo desde la abdicación del rey Juan Carlos I. Sin embargo, escasean los estudios sociológicos que pregunten a la población sobre su opinión hacia la monarquía y, sobre todo, que sondeen cuestiones relativas a los posibles niveles de apoyo a otras formas de organización del Estado.
El más llamativo de los silencios en torno a la Casa Real proviene del principal órgano estadístico de la administración española: el Centro de Estudios Sociológicos (CIS) lleva sin preguntar sobre la institución monárquica desde abril de 2015. En adición, son pocos los estudios privados que plantean cuestiones acerca de la percepción sobre Corona o el modelo de Estado. Algunas de las empresas más importantes del sector como Metroscopia o Sigma Dos llevan más de tres años sin publicar datos sobre el asunto.
José Pablo Ferrándiz, investigador principal de Metroscopia, explica que las empresas demoscópicas atienden encargos específicos, habitualmente procedentes de medios de comunicación. “Al fin y al cabo lo que nosotros hacemos público es lo que permite nuestro cliente, habitualmente El País, que es el dueño de estos datos”, relata. Este doctor en sociología dice no poder ser categórico al respecto, pero en su opinión, la ausencia de preguntas sobre la monarquía puede deberse a un “tipo de autocensura” por parte de las empresas periodísticas. “Mejor no preguntar, porque no quiero que en mi medio de comunicación salga una encuesta en la que el rey o la Corona salgan mal parados”, apunta.
Más allá de los motivos que puedan detrás de la escasez de investigaciones sociológicas en torno a la monarquía, Ferrándiz se muestra convencido de que “esto no es una orden que provenga de la Casa Real”. En su opinión, la falta de escrutinio puede ser contraproducente para la Corona ya que “se transmite la sensación de que se está ocultando algo, cuando seguramente la institución ya haya superado sus momentos más difíciles” tras el cuestionamiento generado por la abdicación y los escándalos relacionados con Juan Carlos I.
Una de las pocas empresas que sí realizó en los últimos meses un seguimiento regular de la Corona fue Sociométrica, cuyos estudios son normalmente publicados por El Español. Los estudios de esta empresa suelen tener como telón de fondo la valoración de hechos noticiosos relacionados con Felipe VI. Por ejemplo, Sociométrica realizó investigaciones por las que se puede saber que el 84% de las personas que vieron el último discurso de nochebuena del rey aprueban su contenido o que un 61% de españoles (pero sólo el 30% de catalanes) se mostró satisfecho con el mensaje del monarca tras el referéndum del 1 de octubre.
Por su parte, NC Report realizó recientemente un estudio en el que se analizaron algunas cuestiones más de fondo. Además de dar una valoración de 7,2 sobre 10 a Felipe VI, un 60,5% de las 600 personas encuestadas en su estudio se decantaron por considerar innecesaria una consulta para elegir entre monarquía y república, opción solo respaldada por el 29,8% de los preguntados.
Roberto Barbeito, doctor en sociología por la Universidad Rey Juan Carlos (y que en otro tiempo fue director técnico del instituyo de investigaciones sociológicas Tábula V) afirma que la mayoría de estudios privados sobre la monarquía no ofrecen garantías suficientes para sacar conclusiones fiables sobre sus niveles de aceptación. “La mayor parte de encuestas que realizan los medios tienen unas limitaciones metodológicas muy grandes, con unas bases muestrales pequeñitas que habitualmente son consultadas por teléfono, lo que puede dar lugar a importantes márgenes de error”, afirma.
Además, este sociólogo destaca que los resultados de estas encuestas suelen estar condicionadas por la elección y formulación de las preguntas, sobre todo teniendo en cuenta que “en las pocas ocasiones que se pregunta” se suele apuntar más a “valoración de actuaciones concretas” que “a la aceptación de la institución”.
La parálisis del CIS
En ese sentido, Barbeito apunta que el CIS es el organismo con mayor capacidad para proporcionar información “altamente fiable” sobre cualquier objeto de estudio. Sin embargo, el organismo renunció en los últimos años a analizar el clima de opinión en torno a la institución monárquica. Según recuerda Barbeito, el CIS investigó “muy poco” a lo largo de su historia sobre la monarquía. “En la época de la Transición se hicieron algunos estudios monográficos y luego en los años 90 también”. Pese a la falta de tradición, sigue considerando “llamativo” que los años de nuevo reinado de Felipe VI no hayan sido un objeto de estudio preferente, sobre todo si se tiene en cuenta el clima de cuestionamiento del sistema institucional español, que encuentra su mayor exponente en la crisis catalana.
Belén Barreiro, exdirectora del CIS y directora de la empresa demoscópica MyWord, recuerda que el ente público no tiene obligación de preguntar sobre la monarquía, ya que lo único regulado sobre su actividad tiene que ver con la publicación de barómetros de intención de voto. “No está escrito en ningún lado que tengas que preguntar por la monarquía en un momento u otro”, resume antes de opinar que a ella le parecería correcto incluir investigaciones sobre la corona “sí o sí” de manera periódica.
En un sentido similar se expresa José Pablo Ferrándiz, que achaca la falta de preguntas del CIS sobre la monarquía a la rigidez del instituto público. “Como todo organismo público, todo es muy burocrático y no muy dado a realizar cambios”, apunta antes de recordar que la cuestión monárquica no es la única en la que el CIS mostró incapacidad tomar el pulso a la actualidad. Como ejemplo esa falta de cintura, Ferrándiz recuerda que hubo una época en la que el CIS no preguntaba sobre Albert Rivera y Pablo Iglesias porque no eran diputados electos, aunque su presencia en el debate público era constante.
Cuando el CIS cuestiona sobre la monarquía, suele hacerlo bajo el paraguas de una pregunta sobre valoración de instituciones, en la que los encuestados deben calificar en una escala de 0 a 10 a entes como el Gobierno, las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación, los sindicatos o la Corona. En esa escala, 0 significa “ninguna confianza en la institución” y 10 quiere decir que el encuestado tiene “mucha confianza”.
La última vez que se incluyó esta pregunta en un estudio del CIS, la monarquía obtuvo una nota de 4,34, lo que supone un suspenso pero mejora a la confianza otorgada a instituciones como el Gobierno (2,77), el Parlamento (2,83) o la Iglesia Católica (3,61). Especialmente llamativo es que un 21,7% de las personas preguntadas en aquella ocasión otorgaran un 0 a la institución. En abril de 2014, la monarquía obtuvo su segunda valoración más negativa a nivel histórico (3,73), no muy lejos del récord negativo de 3,68 marcado un año antes, en abril de 2013. Es decir, las preguntas sobre la monarquía en el CIS cesaron tras un breve repunte de popularidad precedido por unos de los peores datos de su historia.
A falta de conocer nuevos datos a nivel nacional, algunos estudios realizados en clave autonómica mantienen esta tendencia. Por ejemplo, el Euskobarómetro relativo al mes de octubre otorgaba al rey, en una pregunta similar a la formulada por el CIS, una valoración de 2,7 puntos sobre 10. Del mismo modo, en el último barómetro del Centre de Estudis d'Opinió (dependiente de la Generalitat), los catalanes calificaron a la monarquía con un 1,82. Entre los datos de este estudio destaca que seis de cada diez catalanes (60,3%) dijeron no tener ningún tipo de confianza en la Corona, otorgando a la institución una calificación de 0 puntos. En total, el 77,9% de los encuestados dieron a la monarquía un suspenso.
“Las encuestas son instrumentos de acción política”
En cualquier caso, las preguntas sobre la valoración de la monarquía, incluso cuando son formuladas por organismos tan solventes como el CIS, no terminan de ofrecer una idea fiel sobre cuál es el sentir de la opinión pública. “Llevamos prácticamente quince años en los que apenas el CIS ha preguntado por estas cuestiones y, cuando lo hizo, fue mediante esa pregunta de valoración de instituciones”, recuerda Roberto Barbeito.
Aunque el indicador se llama de valoración de instituciones, en el fondo lo que mide es la “confianza” que se tiene sobre el ente en cuestión, algo que según este sociólogo “no sabemos muy bien lo que significa”. A su modo de ver, esta pregunta “no es especialmente válida” ya que en términos técnicos no permite analizar “la legitimidad de la institución”. “Tampoco nos permite saber si realmente la gente considera la monarquía parlamentaria como una fórmula de organización política del Estado más valorada que otras alternativas”, añade.
A modo de conclusión, Roberto Barbeito recuerda que, “las encuestas son instrumentos de acción política” ya que el hecho de preguntar sobre cualquier cuestión significa “darle más realce”. En este sentido, este sociólogo llama la atención sobre “el poderoso efecto consenso de las encuestas”, por el que se “inducen la idea de que hay una mayoría que piensa de determinada manera, cuando no necesariamente tiene que por qué tiene que ser así, ya que puede haber asuntos más preocupantes no recogidos en los cuestionarios”.
Daniel Martín, en Público
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