La semana pasada nos levantamos con la noticia difundida a los cuatro vientos de qué el RACE proponía que todos los practicantes de ciclismo aficionado de carretera, deberían tener carnet por puntos, matrícula y seguro de accidentes, con la única finalidad de reducir la siniestrabilidad en la carretera que padece este colectivo.
Mi primera reacción, tengo que reconocerlo, fue de risa incontrolada (y mira que los Santos Inocentes ya habían pasado), ya que no entendía exactamente en qué podían influir estas medidas en la mejora de la seguridad de los practicantes del ciclismo aficionado de carretera y cómo se conseguía reducir la siniestrabilidad indicada.
Los 33 fallecidos indicados fueron atropellados por vehículos motorizados, en algunos casos por personas al volante bajo los efectos del alcohol. En estas circunstancias, me parece patético que una entidad que se jacta de ser expertos en materia de circulación, intente hacernos creer que estas medidas habrían salvado la vida de esos 33 practicantes de ciclismo aficionado de carretera.
Pero cuando he analizado la propuesta, la risa que tenía se ha convertido en indignación. ¡Si, si! ¡Indignación! Si hay alguien que le guste que el RACE pretenda hacerle pasar por idiota lo veo bien, pero al resto de ciudadanos nos resulta insultante. ¿Por qué? Pues muy simple: con estas medidas sólo se consigue criminalizar a las víctimas, haciéndolas culpables de las acciones de terceros.
Y para que lo entendamos, que mejor manera de llevarlo al absurdo y sin querer frivolizar sobre el tema. Imaginemos que, con todos mis respetos y salvando las distancias, se propusiera que para reducir el número de personas afectadas por la violencia de género, todas las víctimas o potenciales víctimas, se sacaran un carnet que las identificara, contrataran un seguro médico privado para cuando les hiciera falta y se apuntaran a cursos de defensa personal.
¿Serían insúltantes estas propuestas o no? ¿No sería más justo y coherente actuar sobre los verdugos? La respuesta es clara si se tiene un poco, ¡sólo un poco!, de sentido común.
Pues lo que ha propuesto el RACE en relación al ciclismo aficionado de carretera es similar. Es entonces cuando surge la gran pregunta: ¿por qué lo ha hecho entonces?
Opinar es fácil. Pero un RACE debería medir sus propuestas o, al menos, avalarlas con estudios que las justifiquen. Actuar como incendiarios y polemistas en materia de seguridad vial es vergonzoso y, utilizar un colectivo como es el del ciclismo aficionado de carretera es injustificable.
Pero, ¿por qué ha actuado así el RACE?
El ciclismo en general es el único deporte que lleva una carga política implícita. Es el único deporte que cuestiona modelos de desarrollo de país. Desde temas sanitarios, infraestructuras, energía, movilidad,… Y además no entiende ni de colores ni de partidos.
Con estas premisas es normal que haya ciertos sectores o lobbies de influencia (seguros, energético, automóvil,…) que se sientan amenazados por una simple bicicleta. Saben que el avance de la bici es imparable. Sólo es cuestión de tiempo, aunque eso no quiere decir que no intenten retrasar ese momento.
Y el RACE y medios de comunicación afines, como Antena3TV, lo único que hacen es actuar como palmeros. Son meros instrumentos para enfrentar, con polémicas baratas e innecesarias, a la ciudadanía y, de paso, recurrir al miedo para quitarle a muchas personas la bicicleta de la cabeza.
Lo más triste es que no defienden a sus propios asociados en temas capitales. A nivel de ejemplo sólo decir que en el 2015 y 2016, por real decreto se modificaron leyes que dejaron indefensas a las víctimas de accidentes ante las compañías de seguros, las auténticas beneficiadas de estas reformas legislativas. El RACE, y clubs afines, no han movido un dedo para defender a sus propios socios de estas injusticias.
Pero quiero hacer un apunte más. Si el RACE y afines se preocuparan realmente de sus socios, ¿por qué no expulsan de sus clubs a aquellos conductores que demuestran tener actuaciones negligentes y delictivas al volante, conducción temeraria, conducción bajo efectos del alcohol o drogas, o negar auxilio en caso de accidente? Dudosa moral de alguien que pretende ser paladín de la coherencia y sentido común al volante.
Nicolás Camarero, en Sexto Anillo
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