Como resultado del enorme dominio que las fuerzas conservadoras ejercieron sobre los aparatos del Estado español, y también sobre los mayores medios de información, durante el periodo de la Transición, la cultura política y económica del país es también profundamente conservadora. En realidad, lo que en la terminología anglosajona se llama el “establishment financiero y económico” (es decir, la estructura de poder basada en los poderes fácticos de los sectores financieros e industriales) es de los más conservadores y reaccionarios que existen hoy en la Unión Europea. Y continúa ejerciendo una enorme influencia política sobre el Estado español y sobre la mayoría de los grandes medios de información y persuasión (como bien ha señalado The New York Times en un artículo reciente del 06.11.15, que analiza la prensa en España). Es esta influencia de los grandes poderes financieros y económicos sobre el Estado y sobre los medios la que es responsable del enorme retraso del Estado del Bienestar español, incluyendo las transferencias públicas –como las pensiones- y los servicios públicos -como la sanidad, la educación, las escuelas de infancia, los servicios domiciliarios para las personas con discapacidad, los servicios sociales, la vivienda pública, o los servicios y las transferencias para prevenir la pobreza y la exclusión social, entre otros-. El nivel de financiación de cada uno de estos capítulos del Estado del Bienestar está en España muy por debajo del nivel de financiación de los mismos capítulos en el promedio de los países de la UE-15 (que es el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al español).
En realidad, el Estado español se gasta mucho menos de lo que debería gastarse por su nivel de desarrollo económico (ya antes de la crisis, la cifra se situaba cerca de los 70.000 millones de euros anuales menos). Y una de las razones de esta subfinanciación es la escasez de ingresos al Estado, consecuencia de unas políticas tributarias altamente regresivas, muy favorables para las rentas del capital (a costa de las rentas del trabajo, que son las que constituyen la gran mayoría de ingresos al Estado), así como para las rentas superiores, es decir, en lenguaje popular, para los ricos y los super-ricos.
Los instrumentos políticos utilizados por dicha estructura de poder (cuya cúspide es el IBEX-35) han sido el Partido Popular en España y el partido Convergencia Democrática (CDC) en Catalunya, partidos que han sido siempre muy próximos a la banca y a las grandes empresas del país (que los han estado financiando como muestran los conocidos y frecuentes casos de corrupción que caracterizan ambos partidos). Ahora bien, el enorme descréditos de tales partidos y el surgimiento de una fuerza política nueva favorable a un cambio sustancial del estado de cosas en el país (y que, en apenas un año, surgió con tal fuerza que parecía que tenía posibilidades de ganar las próximas elecciones legislativas de este año 2015) creó pánico en el establishment financiero y económico español, incluido el catalán. Como bien indicó el Presidente del Banco de Sabadell, el Sr. Josep Oliu, había que buscar rápidamente un Podemos de derechas.
Y así apareció Ciudadanos en España y Ciutadans en Catalunya. Este partido, que durante ocho años había sido muy pequeño en Catalunya y prácticamente desconocido en España, fue promocionado muy activamente por tal estructura de poder para llenar el vacío que se estaba creando en el espacio ocupado por las derechas. Ciudadanos era un proyecto claramente promovido por la gran patronal, bajo el dominio del IBEX-35, a fin de parar a Podemos y salvar así el orden de cosas existente en España. Ni que decir tiene que para que fuera exitoso, tal partido debía proyectar una imagen algo distinta a la de las derechas de siempre. Había necesidad de cambios, incluyendo la desconexión del nuevo partido con la Iglesia, apareciendo como un partido “moderno”, “progresista”, “laico” y “de centro”, con vocación democrática. Esta promoción de Ciudadanos en los medios de información y persuasión del establishment financiero y económico españoles iba acompañado de una enorme hostilidad hacia Podemos. Es obvio que la promoción de Ciudadanos ha sido una medida claramente diseñada para evitar el triunfo de Podemos. Véase la enorme visibilidad del equipo y del programa económico de Ciudadanos en comparación con la marginación, cuando no veto, al equipo y programa económico de Podemos (o de IU).
El término “derecha” está tan desacreditado en España que ningún partido se define a sí mismo como de derechas cuando, en realidad, la derecha española (incluyendo la catalana) está más a la derecha que el promedio de las derechas europeas. Ello no es obstáculo para que la derecha quiera presentarse como de centro. Y, cómo no, así se presenta Ciudadanos, que se proclama como un partido de centro, un partido laico y progresista. Y, como muestra de su centrismo, señala que se alía con las izquierdas en algunas comunidades (como en Andalucía) y con las derechas en otras CCAA (como en Madrid).
Esta imagen, sin embargo, es falsa y la dirección de Ciudadanos es plenamente consciente de ello. Están insistiendo en que son equidistantes, cuando saben que no lo son, como es fácil de mostrar. Para que este argumento de equidistancia sea válido, es necesario que se cumpla una condición: que el hecho de que una Comunidad Autónoma tenga un gobierno de derechas o de izquierdas dependa de a quién apoye Ciudadanos. Es decir, que el hecho de que exista un gobierno de izquierdas o un gobierno de derechas dependa de la decisión de Ciudadanos. Pues bien, nunca se ha dado la ocasión de que Ciudadanos haya escogido las izquierdas. En Andalucía no es cierto que Ciudadanos pudiera haberse aliado con las derechas para formar gobierno, porque la suma de las derechas (incluyendo Ciudadanos) no hubiera constituido la mayoría parlamentaria. No había, por lo tanto, una elección entre derechas o izquierdas. La única posible era con la izquierda: el PSOE. Cuando sí que hubo posibilidades de que aliándose con las izquierdas hubieran ganado las izquierdas, Ciudadanos no lo hizo. Escogió, en su lugar, aliarse con las derechas. Siempre que Ciudadanos ha tenido la posibilidad de facilitar el gobierno a las derechas de siempre (el PP), lo ha hecho (en lugar de facilitar un gobierno de izquierdas). Votó por el PP haciendo presidenta a Cristina Cifuentes y su programa de derechas en la Comunidad de Madrid, cuando podía haber hecho presidente a Ángel Gabilondo y su programa de izquierdas (aliándose con el PSOE y Podemos). Una situación semejante ocurrió en Murcia y la Rioja. En ambas CCAA, Ciudadanos (que se presentó como un partido de centro) fue determinante para que continuara gobernando el Partido Popular (el mismo partido contaminado por la corrupción hasta la médula), cuando, en realidad, podría haber apoyado a las izquierdas en cada una de aquellas CCAA, facilitando que estas gobernaran.
Ciudadanos pertenece a la misma familia política que la parte más derechista del PP (José Mª Aznar y Esperanza Aguirre). Es un partido que pertenece a la familia política liberal (a la que también pertenece CDC, el partido gobernante en Catalunya), que ha sido la máxima defensora de las políticas neoliberales promocionadas primordialmente por las derechas europeas, que controlan las mayores instituciones europeas (que incluyen el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Eurogrupo) y cuyas políticas neoliberales han sido responsables de la Gran Recesión (ver mi último libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico y dominante. Anagrama, 2015)
Las reformas laborales neoliberales aplicadas en España han causado el mayor deterioro del mercado laboral que España (incluida Catalunya) haya conocido en su etapa democrática. Los salarios han bajado de una manera muy marcada, y la precariedad laboral ha alcanzado unos niveles no conocidos antes en este país. Mientras tanto, los beneficios empresariales del IBEX-35 han alcanzado niveles elevadísimos (su asesor económico, el Sr. Luis Garicano, fue uno de los fundadores del blog Nada es Gratis, respaldado durante mucho tiempo por Fedea, la Fundación financiada por IBEX-35).
Como partido neoliberal, Ciudadanos (como su homólogo en política económica en Catalunya, CDC) es partidario de disminuir el gasto público enfatizando la privatización de las transferencias y servicios públicos, continuando así las políticas de austeridad del gasto público que han debilitado el ya muy poco financiado Estado del Bienestar español (incluyendo el catalán). Todo ello se ha hecho bajo la argumentación también utilizada por el Partido Popular, de que no había alternativa posible, aunque, como Juan Torres, Alberto Garzón y yo hemos mostrado, sí que las había (ver el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España).
El equipo económico de Ciudadanos apoya también la enormemente regresiva reforma laboral realizada por el PP, yendo incluso en algunas áreas más lejos que el PP. Desea imponer un contrato laboral único (a lo que el PP no se ha atrevido), lo cual quiere decir que, en la práctica, todos los contratos se convertirán en temporales y precarios, eliminando los contratos fijos.
Ciudadanos ha presentado también propuesta de introducción y expansión de los copagos en las CCAA en la atención sanitaria pública, favoreciendo la privatización de la gestión de las instituciones sanitarias. Y en cuanto a su política tributaria, favorece elevar uno de los impuestos más regresivos que hay en España, el IVA, subiéndolo de un 4% a un 7% en elementos tan básicos como el pan, la leche, las verduras, los libros y la vivienda de protección social.
Otra dimensión que define a tal partido como un partido de derechas es su escasa cultura democrática, que aparece en la manera cómo actúa en el escenario mediático, un componente que no es detectado por lo general en nuestro país, donde la cultura democrática está escasamente desarrollada, alcanzando la máxima expresión de esta insuficiencia entre las derechas. Las personas de derechas en España (incluyendo Catalunya), sean políticos, sean opinadores o periodistas, no saben debatir. En lugar de argumentar, insultan, interrumpiendo al adversario constantemente, sin permitir que este último pueda hablar. No son reacios a utilizar la mentira y la manipulación como práctica ordinaria. El periodista que tipifica mejor este tipo de comportamiento es el Sr. Eduardo Inda, que aparece como persona clave en La Sexta, cuyos mal llamados “debates en la Sexta Noche” representan muy bien lo que en España se conoce como debates políticos, con un nivel de manipulación y mezquindad sin parangón hoy en la mayoría de los países de la UE-15. Ni la Fox en EEUU llega a este nivel de insultos, manipulaciones y mentiras, que proceden en su mayoría de los tertulianos de derechas. Y Ciudadanos presenta también tales características. En el llamado debate en el programa televisivo Salvados, Albert Rivera interrumpió constantemente a Pablo Iglesias, sin dejarle que terminara su argumento. Y definió algunas propuestas de Podemos como “comunistas” (propuestas que, por cierto, están ya aceptadas en otros países europeos), término que no debería ser insultante en sí, aunque él lo utilizó como insulto, intentando tergiversar el programa de Podemos. Y también es práctica común la mentira. En otro programa televisivo dijo que yo, Vicenç Navarro, que asesoro a Podemos en temas económicos, había propuesto salir del euro, siendo consciente de que ello no era cierto.
Ciudadanos apareció en Catalunya con un mensaje parecido al partido fundado por Rosa Díez un año después. Su máximo signo identitario era el oponerse al nacionalismo catalán, defendiendo una visión de España uninacional, jacobina y centralizada. Puesto que el PP ha sido siempre un partido muy minoritario en Catalunya (y descendiendo cada vez más), el nacionalismo españolista necesitaba un nuevo instrumento. Y cuando el nacionalismo catalán tomó la deriva independentista, Ciudadanos intentó exitosamente canalizar el rechazo hacia el independentismo, explicándose así su éxito transversal, recogiendo votos tanto en las clases pudientes como en la clase trabajadora.
Este mensaje es el que también explica su atractivo en el resto de España, junto con la imagen de marketing de ser nuevo e incorrupto, promocionado por la gran patronal como la gran esperanza. Pero su visión de España es la imagen que ha prevalecido en un gran número de medios de información instrumentalizados por los poderes fácticos financieros y empresariales. Gran parte de sus cuadros proceden del PP y han sido exponentes del centralismo españolista, mostrando una gran hostilidad hacia la visión de España como un Estado plurinacional, que ha caracterizado la visión de España de las izquierdas.
En realidad, Ciudadanos, que siempre ha ejercido presión para reconocer a las víctimas de ETA, ha sido, no solo indiferente, sino que se ha opuesto a homenajear a las víctimas del Estado dictatorial, recurriendo al mismo argumento de las derechas, que no hay que reabrir las heridas (asumiendo erróneamente que se hubieran cerrado). Hoy Ciudadanos intentará, como lo hizo durante las elecciones autonómicas en Catalunya, utilizar la bandera española para ganar las elecciones presentándose como el defensor de la unidad de España, estableciendo la figura de la derecha catalana, Francesc Cambó, como uno de sus referentes, el mismo Cambó que financió y apoyó el golpe militar de 1936 enfrente de la redefinición de España sostenida por el Frente Popular que había ganado las elecciones. Y a este partido lo quieren presentar como de centro.
Vicenç Navarro, en Público
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