Diez meses después, la comisión parlamentaria que investiga la desaparición de Caja Navarra ha elaborado ya sus conclusiones, que serán debatidas y votadas el viernes Y no pueden ser más contundentes. Los cuatro grupos que respaldan al Gobierno de Navarra han consensuado un documento de 157 páginas en el que dejan claro que fueron las decisiones estratégicas tomadas desde 2002, con el nombramiento de Goñi por parte de UPN y la posterior gestión durante la crisis, las que explican la falta de resistencia de la entidad ante la recesión económica desatada en 2008.
“No existe evidencia para negar que Caja Navarra pudiera haber continuado en solitario, ni desde el punto de vista financiero ni regulatorio”, señala textualmente el documento pactado por Geroa Bai, EH, Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra. El texto señala asimismo que “la decisión estratégica de integrar a Cajasol en Banca Cívica y de salir a Bolsa resultaron fatales para el patrimonio. En caso de no haber adoptado dichas decisiones estratégicas, el patrimonio que mantendría hoy día Caja Navarra (bajo la forma jurídica que fuese), sería mucho más elevado”.
Las conclusiones del cuatripartito -tanto UPN como el PSN han presentad las suyas- suponen un relato minucioso de la historia de Caja Navarra durante el siglo XXI. Con el nombramiento de Enrique Goñi como punto de partida, las conclusiones repasan la trayectoria de una entidad que en 2001 pasaba por ser una de las más sólidas del sector. Aquejada de cierta falta de rentabilidad, Can era entonces una entidad básicamente estable, centrada en el negocio bancario tradicional y cuyas inversiones empresariales solían diseñarse a largo plazo. Todo cambió a partir de entonces, sostiene el informe, que desmonta punto por punto los argumentos aportados por Enrique Goñi, Miguel Sanz y José Antonio Asiáin durante sus comparecencias.
EXPANSIÓN EN PLENA BURBUJA El informe recuerda así que la expansión de oficinas “se concentró especialmente en los años de mayor burbuja inmobiliaria, con el impacto que esto tuvo en el precio de los inmuebles”, que las prejubilaciones acometidas a partir de 2003 no respondían a ningún solapamiento de redes y que, pese a ellas, la plantilla de la entidad siguió creciendo, “por lo que resulta difícil aceptar que dichas prejubilaciones respondían a criterios de eficiencia”.
Del mismo modo, los grupos entienden que la ratio de solvencia, si bien ya descendió durante los años de Lorenzo Riezu, profundizó su caída con Goñi, “cuando descendió del 13,7% en 2002 al 7,5% en diciembre de 2007.? Esta disminución de la solvencia -recuerda el informe-, adquiere mayor gravedad cuanto más cerca se está de los mínimos regulatorios, como ocurrió durante el mandato de Goñi”. Una solvencia por encima del 10%, por ejemplo, le habría ayudado a Banca Cívica en 2011 para evitar la salida a Bolsa.
Este nuevo modo de gestionar la entidad no encontró además ninguna resistencia en los órganos de administración y control de Caja Navarra, creada en 1921 por la Diputación Foral de Navarra y que “contaba una importante vocación de servicio público”. El informe recuerda que este espíritu perdura hasta la fusión y el nombramiento de Goñi, “que instauró un cambio de modelo de negocio que supuso, entre otras cosas, ir desligando la Caja de las instituciones que la habían creado, con la imprescindible dejación de funciones de control que les correspondían.
El informe precisa en este sentido que “del análisis de los Estatutos de Can, de la Lorafna, del Informe de la Cámara de Comptos y del Informe de los Servicios Jurídicos del Parlamento de Navarra, en contraposición a las posturas expresadas por miembros del Gobierno de Navarra, se desprende que correspondía al Gobierno de Navarra la tarea de inspección de Caja Navarra”.? Estas tareas, continúa el documento, no se llevaron a cabo desde el año 1978 a pesar de reservarse estatutariamente puestos estratégicos en los órganos de Gobierno de Can para ejercer la inspección.
Con esa mochila llega Caja Navarra a 2008, cuando se suma a un baile de fusiones propiciado por el Banco de España, pero que entidades más solventes evitan. Las consecuencias son conocidas y el informe lo resumía así. “Las decisiones estratégicas adoptadas por el equipo de Enrique Goñi, tomadas sin supervisión de las instituciones forales, agravaron los efectos de la crisis financiera vivida, provocando una pérdida patrimonial del 80%, muy superior a la sufrida por otras entidades del entorno, que ha conllevado su desaparición”.
Juan Ángel Monreal e Iñaki Porto, en Diario de Noticias
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