El pasado 4 de agosto un vecino de Donostia sufrió un accidente en el Orhi. Dos bomberos de Nafarroa y otros dos de Donibane Lohizune se encontraban en las inmediaciones –donde se celebraba una carrera de montaña–, movilizaron a otros equipos del cuerpo de bomberos y atendieron rápidamente al herido, que había caído unos 100 metros por la pendiente. Ya estabilizado, un equipo del Greim llegó en helicóptero y se lo llevó al hospital. Horas después, el teletipo de Efe informaba de que «agentes del Greim de la Guardia Civil han rescatado hoy a un montañero de 56 años».
«A ver, lo primero es el rescate, que el montañero herido sea atendido como debe, la prioridad siempre es esa», señala de entrada Mintxo Astiz, bombero en Oronotz-Mugaire. En segundo plano, sin embargo, no esconde que, en demasiadas ocasiones, los bomberos se encargan de la búsqueda y la primera atención de los rescatados, pero que luego es la Guardia Civil la que llega en helicóptero y se lo lleva al hospital, aunque su actuación a veces se limite a cambiar al herido de la camilla de los bomberos a la del cuerpo militar.
Las cosas suelen entenderse mejor gráficamente. Así lo explica Astiz: «Alguien se pierde o sufre un accidente en alguna montaña de Nafarroa, nos avisan a los bomberos, que acudimos al lugar y muchas veces realizamos la búsqueda y la primera atención, llega entonces un helicóptero que paga el Gobierno navarro, baja un guardia civil y se lleva al herido a un hospital también navarro. Por decirlo de alguna manera, el único elemento ajeno en todo el proceso es el miembro del Greim».
La escena descrita por Astiz, que calcula que solo en el parque situado en Baztan atienden una veintena de rescates al año –en parques como los de Nabazkotze y Zangotza son más, al acudir estos al Pirineo–, tiene los días contados en Nafarroa, donde está en marcha la constitución de un Grupo de Rescate Técnico en el seno del cuerpo de bomberos. Las pruebas para seleccionar a la veintena de miembros que tendrá en un inicio se realizaron durante el primer semestre de 2017, y los elegidos recibirán una formación específica durante los próximos meses.
Dos décadas sin grupo de rescate
No será el primer grupo de rescate de los Bomberos. La competencia es de Nafarroa desde hace tiempo y, de hecho, ya funcionó un grupo entre 1990 y 1999. «Eran bomberos profesionales que realizaron decenas y decenas de rescates de todo tipo, pero su participación en el grupo era voluntaria», explica Astiz. Es decir, eran efectivos del cuerpo de bomberos que cuando ocurría un accidente, dejaban su parque para acudir al rescate. «El helicóptero igual tenía que pasar primero por Oronotz y luego por Nabazkotze antes de acudir al lugar del accidente», añade.
La situación colapsó a principios de 1999, cuando un rescate en condiciones adversas, de nuevo en el Orhi, acabó con un miembro del grupo de rescate herido de gravedad. Los bomberos se plantaron, pidieron más medios, mejor formación, mayor especialización y una normativa clara, y UPN, entonces ya en el Gobierno, se negó a invertir y apostar por el grupo. Desde entonces, aunque la competencia sigue siendo de Nafarroa, los rescates en el medio natural los realiza la Guardia Civil.
Desde entonces, y Astiz lo sabe bien pues se ha pasado años empujando a favor de ello como delegado de LAB, la demanda de un grupo de rescate propio que recuperase la competencia efectiva para el territorio ha sido constante. «Existía la capacidad humana sin duda ninguna, pues hay bomberos muy preparados, y en Nafarroa hay un volumen de rescates lo suficientemente grande para justificar un grupo específico. Solo faltaba la voluntad política para llevarlo a cabo». Esta voluntad nunca existió con Miguel Sanz y Yolanda Barcina al frente del Ejecutivo foral. De hecho, ni cuando fue posible reorganizar el grupo con fondos europeos se decidieron a dar el paso de arrebatar la competencia efectiva a la Guardia Civil.
La dejadez con el servicio de Bomberos se plasmó en el hecho de que durante la última legislatura de Barcina no se sacó ni una sola plaza para el cuerpo. El cuatripartito anunció que en la presente legislatura sacaría 100 plazas, y va camino de hacerlo. En 2016 se ofertaron 30, un año más tarde 17, este año 15, y está pendiente la aprobación de la OPE que convoque las 38 plazas que quedan para completar en 2019 el centenar. Además, existe la posibilidad de que el año que viene se apruebe otra OPE para 2020, siguiendo las demandas del cuerpo, donde advierten de que, aunque bienvenidas y urgentes, el centenar de plazas no son suficientes para atender todas las necesidades, más teniendo en cuenta que 20 miembros pasarán a engrosar la filas del nuevo Grupo de Rescate Técnico. Cabe tener en cuenta, eso sí, que estos miembros seguirán haciendo turnos ordinarios con un calendario específico, por lo que la creación del nuevo grupo generará, según ha podido saber GARA, un vacío efectivo de entre 10 y 12 efectivos en el servicio ordinario, que ya se presta con menos bomberos de los que se debería, según insisten los trabajadores.
De Candanchú a Etxauri y Beriain
Aunque la gestación ha sido bastante más larga –el acuerdo con los trabajadores del cuerpo se suscribió en marzo pasado–, la consejera de Interior, María José Beaumont, la defendió públicamente por primera vez el 21 de junio, cuando explicó en el Parlamento foral la creación del GRT, defendiendo que «existen varias razones para crearlo, pero por encima de cualquier cuestión existe un argumento de auténtico peso: el mandato legal que nos obliga a ello al ser competencia de Navarra».
Un argumento ante el que solo UPN y PP fruncieron el ceño, lamentando la pérdida de efectivos para el servicio ordinario de bomberos; el mismo servicio que no renovaron durante la anterior legislatura. Pero ni la derecha regionalista se opuso abiertamente a la creación de un grupo que contará con una inversión inicial de 313.000 euros en material y vehículos, y que tendrá su base permanente en las instalaciones de Cordovilla, donde además está previsto que se construya un helipuerto –con sus correspondientes hangares– en los próximos meses. Mientras tanto, los helicópteros de emergencias en los que se moverá el Grupo de Rescate Técnico seguirán teniendo su base en las instalaciones de Miluze.
Las pruebas de selección, a las que se presentaron una cuarentena de bomberos, se celebraron durante el primer semestre del año en tres escenarios diferentes. En Candanchú –en el tubo de la zapatilla, concretamente– se celebraron las pruebas de esquí y alpinismo, en Etxauri las de escalada en roca y progresión vertical por cuerda –en días diferentes–, y en Berian la más física. Los aspirantes tuvieron que subir a la ermita de San Donato con 10 kilos a la espalda, saliendo desde Unanue.
Eneko César es uno de los que se encuentra a la espera de estar entre los elegidos. Entretanto, destaca el «gran potencial» que existe en el seno del cuerpo –él mismo podría ser ejemplo de ello, en 2015 ganó el premio a la mejor actividad de escalada otorgado por la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada– y destaca que hay volumen de rescate más que suficiente para sostener un grupo de tales características en Nafarroa. «Cada vez más gente va al monte, ya sea a andar, a escalar, a buscar setas, a pedalear en bici o volar en parapente, y por desgracia cada vez suelen ser necesarios más rescates», añade.
Los candidatos están ahora a la espera de conocer el resultado final de las pruebas, de las que saldrá el equipo de 20 bomberos que formarán el GRT, mientras que otros cinco quedarán en la reserva. Ese grupo de 25 recibirá a partir de otoño una formación específica en rescate en todo tipo de situaciones, desde alta montaña hasta barrancos y cuevas. Una especialización que correrá a cuenta de profesionales de otros grupos de rescate consolidados y que tendrá dos partes diferenciadas: una estival y otra invernal. Todo con la vista puesta en tener a punto y operativo el nuevo servicio para primavera del año que viene.
Beñat Zaldua, en GARA
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