lunes, 26 de marzo de 2018

DECIDE SCHLESWIG-HOLSTEIN

Alemania, el país más poderoso de Europa, tiene a partir de ahora la última palabra sobre el futuro de Carles Puigdemont, con muy importantes consecuencias sobre la convalecencia de Catalunya y la política española en su conjunto. La vertiginosa detención de Puigdemont en Alemania, poco después de cruzar la frontera con Dinamarca, coloca la cuestión catalana en el cuadrante aparentemente más deseado por todas las partes en conficto: el veredicto internacional. El veredicto del país más fuerte de la Unión Europea. Un país federal dotado de innegables mecanismos de garantía democrática.
Si Alemania entrega a Puigdemont a la justicia española en los próximos días o semanas, los soberanistas sufrirán un duro golpe político y emocional. La fantasía del apoyo internacional a la independencia catalana se vendría definitivamente abajo, después de haber chocado con la dura realidad durante los meses de octubre y noviembre. Quedaría confirmado que, en las actuales circunstancias, la secesión de Catalunya es una falsa ventana de oportunidad. Una ventana pintada en una pared de ladrillo (el Estado español, en fase de reafirmación), soportada por un muro de hormigón (la Unión Europea, en fase de redefinición), a su vez protegido por tirantes de acero (Estados Unidos, en fase proteccionista).
Todo indica que el Gobierno español ha querido que Puigdemont fuese detenido en Alemania, y no en Dinamarca o Finlandia, una vez localizado por los servicios secretos, que no le perdieron de vista desde su llegada a Helsinki. El aparato del Estado ha escogido el veredicto de Alemania, mientras el hombre de Amer se entregaba al papel de Pimpinela Escarlata en Escandinavia, movido por el deseo de desafiar a Madrid, atraído por la demanda mediática y acaso confundido por la insensata adulación de sus incondicionales: “¡Eres el puto amo!”
Si Puigdemont es entregado con todos los cargos, el triunfo político será para Mariano Rajoy y para nadie más. Rajoy vería ratificada su relación preferente con Berlín, después de haber conseguido embridar el déficit público español en el 3%. Vería premiada su disciplina y se confirmaría que la estabilidad de España gana valor ante la nueva incertidumbre italiana.
Si la entrega fuese denegada, el bofetón a Rajoy sería tan fuerte, que el Partido Popular podría entrar definitivamente en barrena. Si fuese entregado sin reconocimiento del delito de rebelión, el teorema de la violencia en Catalunya, construido con tanto afán por el juez Pablo Llarena, saltaría por los aires.
Decide la justicia del land de Schleswig-Holstein, puesto que Alemania es un país verdaderamente federal.

Enric Juliana, en La Vanguardia

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