España al principio del siglo XIX tenía un amplio imperio americano. A lo largo del siglo XIX lo perdió entero. En ninguno de los casos la descolonización fue fruto de un proceso negociador. Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, España construyó un pequeño imperio africano. De sus cuatro colonias sólo una obtuvo su independencia a través de un proceso pactado con los independentistas.
América se pierde en Ayacucho
Las colonias españolas de América del Sur empezaron a vivir un proceso revolucionario en tiempo de la guerra de Independencia. Poco a poco, a través de un conjunto de batallas, las fuerzas secesionistas fueron desplazando a los ejércitos realistas. Con derrotas españolas como las de Carabobo, Boyacá y Ayacucho se proclamaron las diferentes repúblicas latinoamericanas, en los años 1820. Fue un proceso eminentemente militar Pero España no aceptaría fácilmente la derrota y se negaría a aceptar algunos pactos, como el Tratado de Córdoba de 1821, a través del que se daba la independencia a México. España no normalizaría sus relaciones diplomáticas con Colombia hasta 1881. En realidad, en 1861 España intentó anexionarse de nuevo la actual República Dominicana, que había estado bajo dominio haitiano, pero ante la resistencia de los dominicanos, las fuerzas españolas acabaron por retirarse en 1865.
Cuba, Puerto Rico y las Filipinas
Tras la pérdida de la mayoría de las colonias americanas continentales, la presencia española se concentró en Cuba y Puerto Rico, en América, y en Filipinas, en Asia. De 1868 a 1878, España se tuvo que enfrentar a los nacionalistas cubanos durante la Guerra de los Diez Años. Los españoles obtuvieron la victoria militar, pero los cubanos seguirían descontentos y habría una nueva guerra en 1880. Algunos diputados españoles propusieron otorgar una amplia autonomía en Cuba, pero no fueron escuchados, y en 1895 se desencadenaría una nueva guerra. En 1898 Estados Unidos se introducirían en esta guerra tras la voladura del Maine. La superioridad militar de la armada norteamericana provocó la rápida derrota de los españoles, en las batallas de Santiago (en Cuba) y Cavite (en las Filipinas). En Filipinas el movimiento secesionista del Katipunan chocó con una feroz resistencia de las autoridades coloniales, que ejecutaron a su líder, José Rizal; a partir de 1896 los independentistas filipinos iniciarían una guerra contra el dominio español. El Estado español nunca dio la independencia a Cuba, Puerto Rico y las Filipinas. Por los acuerdos de París, cedió a Estados Unidos Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam. Y las pequeñas colonias que tenía España en el Pacífico, las Carolinas y las Marianas, no se descolonizaron, sino que se vendieron a Alemania.
Las colonias africanas
En África, España consiguió cuatro colonias: la Guinea española (que se empezó a colonizar en 1858), el Sahara Español (conquistado a partir de 1885), el protectorado de Marruecos (obtenido a través del Tratado de Fez de 1912) y Sidi Ifni (ocupado en 1934). Eran cuatro territorios pequeños y con muy poca riqueza, que nunca aportarían mucho a la economía española y que tendrían un coste terrible en vidas humanas y costes sociales. Pero a pesar de todo España se resistiría a su descolonización, a diferencia de lo que harían Francia y Gran Bretaña, que facilitarían la transición a la independencia de la mayoría de sus territorios coloniales.
El Marruecos por el que Franco lloraba
Marruecos era un protectorado compartido entre España y Francia. Compartido de forma bastante desigual: Francia ocupaba las zonas más ricas y España las más pobres. Además, en la zona francesa había el sultán (rey), que colaboraba estrechamente con los franceses, mientras que en el lado español sólo había un delegado del sultán, el jalifa. La coordinación entre España y Francia siempre fue muy deficiente. En los años 1920 el intento de crear una República del Rif fue respondido de forma brutal por las fuerzas españolas, que recurrieron a las armas químicas, a los bombardeos de población civil, a las amputaciones y a la toma de rehenes para derrotar a los rifeños. En los años 1950 el movimiento anticolonialista tomaba fuerza, pero el régimen no estaba dispuesto a pactar con él. El 2 de marzo de 1956, contra todo pronóstico, Francia decidió conceder la independencia completa a Marruecos. La posición de España era muy difícil si se negaba a ceder la soberanía marroquí. Según el primo del dictador, Francisco Franco Salgado-Araujo, Franco lloró mucho antes de decidirse a otorgar la independencia a un territorio donde él había luchado durante más de 15 años y donde había hecho toda su carrera militar. Finalmente cedió. No lo hizo debido a las presiones de los nacionalistas marroquíes, sino por las presiones internacionales. El 7 de abril, un mes después del abandono francés, España renunció a su colonia más emblemática.
La sorpresa de Ifni
Pero la descolonización de Marruecos no fue completa. España cedió el protectorado Norte al sultán, y se reservó la posesión de Ifni (alegando que era una colonia diferente del protectorado) y del protectorado sur (la zona de Tarfaya), que se anexionó al Sahara. Marruecos no digirió bien esta descolonización parcial, y en 1957 facilitó el ataque a Ifni y al Sahara de un grupo de bandas armadas, con apoyo del ejército marroquí. Hubo una auténtica guerra, la guerra de Ifni, en el que murieron 200 españoles y unos 500 marroquíes. Pero el conflicto se silenció: la prensa española escondió los sucesos. Gracias a la colaboración francesa, los españoles consiguieron mantener el control del Sahara y la ciudad de Ifni, pero los territorios de su alrededor quedaron reducidos sustancialmente. En 1969, finalmente, España cedió el pequeño territorio de Ifni a Marruecos.
Guinea, la única descolonización pactada
A principio de los años sesenta, mientras los países europeos descolonizaban sus colonias, España reforzaba su presencia en la Guinea Española, con más inversiones y más colonizadores. Hasta el principio de 1967, las autoridades coloniales españolas prometían 25 años más de colonización en Guinea. Pero de repente, para satisfacer las exigencias de la ONU, decidieron ofrecer la independencia a los guineanos en 1968. Organizaron una Conferencia Constitucional, en Madrid y con participación española, donde se decidió el futuro del territorio. El 12 de octubre de 1968 Guinea se convertía en un país independiente. Pero las relaciones con España se deterioraron rápidamente y entre marzo y abril de 1969 los residentes españoles, muy amenazados, tuvieron que retirarse mediante una operación militar de evacuación. El problema con esta descolonización frenó la voluntad descolonizadora de España: el Sahara Occidental no se abandonaría hasta los últimos compases de la agonía del dictador y del franquismo.
La vergüenza del Sahara
Tras la guerra de Ifni en el Sahara se despertó el sentimiento independentista, liderado por Mohamed Sid Brahim Sid Embarec Basir, Basiri. El 1970 Basiri fue detenido de una manifestación de los saharauis en favor de la independencia y desapareció para siempre. En 1973 surgió un movimiento por la independencia del Sahara, el Frente Polisario, que exigía la independencia del territorio con el apoyo de Argelia. España no organizó el referéndum de autodeterminación que pedían los saharauis, y el 14 de noviembre de 1975 firmó los acuerdos de Madrid, a través de los cuales España cedía a España el control del territorio en Marruecos y en Mauritania. De inmediato el Sahara sería ocupado por los ejércitos de los dos países vecinos, en contra de la voluntad de su población. A partir de aquí se iniciaría un conflicto que todavía no está resuelto, porque los saharauis siempre se han resistido al dominio marroquí.
Gustau Nerin, en elnacional.cat
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