La tafallesa Maite Sota presenta nueva novela, El informe Ulises (Pamiela), una historia en la que desde la vida misma transporta a las lectoras y lectores a la cruel realidad de los abusos sexuales a menores.
Según explicó Txema Aranaz, de la editorial Pamiela, la novela, “vista desde fuera, sigue los derroteros clásicos de las investigaciones de una novela negra, pero la diferencia fundamental es que, mientras que en dichas investigaciones son los profesionales los que desarrollan las citadas investigaciones, en este caso la lleva a cabo la pediatra que atiende a Ulises (el chico que sufre abusos sexuales y acaba suicidándose). El sentimiento de culpa es lo que le lleva preocuparse por el caso y por las razones que han dado lugar a ese hecho tan grave. Al mismo tiempo, a medida que avanza la trama de la novela, la protagonista siente una responsabilidad social, y los elementos que va descubriendo le llevan a implicarse en el caso ya no como médica sino como miembro de la sociedad. Todo esto da lugar a que en la novela se plasme un reflejo social que es la base sobre la que se desarrolla la trama. Ella se va encontrando con trabas de poderes efectivos en la sociedad que hacen lo posible para que el delito cometido no se conozca”. Para terminar su medida y certera introducción, Aranaz apuntó que “aunque el hilo conductor de la novela es la pederastia, Maite incorpora una serie de historias paralelas, con identidad propia, que hacen que la novela se enriquezca y le otorgan unas características especiales dentro de este modelo de libros preocupados no solo por contar una historia que pueda entretener sino hacer partícipe a la gente de cuestiones que nos afectan a todos”.
Maite Sota fue su meridiana a la hora de centrar su nuevo libro. “Es una historia de abusos sexuales sobre niños. La novela empieza en la consulta de una pediatra, como puedo ser yo o cualquier otra, a la que llega un niño de 13 años para una consulta sobre un tema algo difuso. Ella, la pediatra, se encuentra presionada por el tiempo, no logra extraer información al niño y le pasa el caso a la enfermera con la que trabaja; pero se queda con la mosca, porque cree que hay algo extraño que no ha contado ni el chico ni la madre. A la semana siguiente vuelve el chaval, y ella sigue pensando que hay algo raro, percibe que hay un sufrimiento, pero no puede ir más allá. Lo cita con otro especialista y deja el tema apartado aunque sigue quedándose con la duda de que ese chico sufre por algo... Hasta que una semana después les llaman del 112, tiene que ir al domicilio del muchacho y se encuentran con todo el drama: que el chaval se ha quitado la vida. Ella se queda impactada, no entiende lo que ha pasado pero enseguida empieza a sentirse culpable por no haber detectado esa posibilidad que subyacía. Todo esto le lleva a buscar culpables y para desahogar parte de su culpa, busca culpables fuera”. Una búsqueda que le lleva hasta el padre “bastante extraño, con una patología psiquiátrica que no controla, e incluso en su grupo de amigos o en el colegio. También habla con los policías que llevan la investigación, pero se confunde, se desdice, se traba... Y todo eso lleva a que su propio planteamiento no sea creíble, aunque la gente piense que está tirando balones fuera. Al mismo tiempo, su situación de pareja, que es compleja, diferente e intensa, comienza a complicarse, y a eso se le suma que en la consulta también están ocurriendo otros casos...”. Ahí es cuando Maite Sota respira y de nuevo clava las palabras: “Esta no es solo una historia de abusos sexuales, son historias de dominación, del uso del poder mediante la violencia ejercida sobre personas vulnerables”. En sentido, las historias paralelas que envuelven la trama principal tienen también como “denominador común la dominación y el maltrato, de género, sobre población infantil, de desequilibrio entre parejas... Digamos que estas historias paralelas, sin elevarse sobre la trama principal, tienen potencia suficiente como para crear sus propias historias que, a su vez, se van hilvanando, aumentando el ritmo, la agilidad y el suspense de la novela hasta que, al final, la bola es tan tremenda para la protagonista que explota”. Para aliviar esta “historia de historias abrumadora, y rebajar la carga de crueldad y dramatismo también hay tramas que la alivian, la relajan y le dan un poco de aire, con toques cínicos e incluso de humor”.
EL ORIGEN Sota, tras una trayectoria en la que hay desde cuentos para niños hasta novelas con una notable carga satírica, se planteó El informe Ulises como “algo que no fuera solo entretenido, para matar el rato, sino que además te lleve a pensar más allá de lo que puede ser un simple relato de novela negra. Y para ello busqué en mis fuentes, que no son otras que la realidad, ya que no hay nada mejor para construir un relato cruel de este tipo. Y mi realidad es la pediatría, donde diariamente tengo que enfrentarme a situaciones duras, ya sea el dolor evidente, el de un abuso, el de una negligencia o el del maltrato a todos los niveles... pero no solo eso, también la pequeña violencia que no se ve, ese dolor de un niño que está dentro de una familia estructurada, con un nivel económico medio, que no tendría que sufrir, pero lo hace por muchos motivos, desde el entorno escolar, el acoso de los amigos o simplemente porque en su casa no tienen tiempo para hablar con él. Son situaciones de violencia, de dolor y de sufrimiento infantil que no se suelen apreciar pero que poco a poco se perciben más. Y a raíz de ahí, decidí escribir sobre casos que me tocan cerca, y conozco, aunque el que da pie a la trama principal de la novela no lo he vivido, es ficción, pero las tramas colaterales sí están basadas en hechos verídicos. Y creo que es uno de los puntos fuertes de la novela, la verosimilitud, es una historia real. Se habla de una persona normal y corriente, no está loca, sabe lo que hace y produce dolor reiteradamente a uno y más niños. Y con el resto de historias sucede lo mismo, es gente que para manifestar su poder utilizan la violencia en contra de una persona más débil”. En este sentido, Sota recalcó que los adultos pueden sufrir interiormente “como una patología endógena, pero los niños, no; los niños sufren por algo del exterior; es decir, el dolor procede de fuera y habitualmente de un entorno cercano. Y eso es lo que he procurado transmitir en novela”. En este sentido, Maite Sota puso como objetivo de su obra “conmocionar”, a la par que “resaltar esa violencia ejercida sobre los niños, que es muy difícil de detectar porque procede de las personas que están a cargo de esos niños, ya sean profesores, padres, tutores. Y los niños sufren, pero ese sufrimiento es muy difícil de detectar porque está camuflado”.
OCULTACIÓN “Como sabemos todos, a la jerarquía eclesiástica no le interesa que estos casos salgan a la luz, y así, unas veces los esconden, otras los trivializan, otras cambian a esas personas de lugar para escurrir el bulto... Pero, a pesar de todo, cada vez están saliendo más casos. Yo esto lo escribí en 2014, y ya había un montón, y desde entonces, solo en el Estado español, han salido muchos más. Pero la clave no es que haya abusadores dentro del estamento eclesiástico, que los hay, sino que los altos jerarcas los están encubriendo o por los menos intentan minimizarlos. Y no lo digo yo, lo dicen los medios, los jueces...”.
LA HISTORIA. Verídica. El suicidio en Tafalla de un niño de trece años convulsiona la cómoda cotidianidad de su pediatra, Karmele Altuna. El extraño contexto familiar y los datos macabros hallados en el domicilio de la víctima, provocan una reacción en cadena que arrastra a la doctora hasta un colegio de Burgos en busca de respuestas. A pesar de sentirse abatida por problemas personales y familiares, que aumentan en proporción al horror que va descubriendo, su fina intuición le empuja a continuar una investigación complicada con la aparición de evidencias que incriminan a un colegio regentado por religiosos. El crudo relato de estos terribles sucesos, silenciados durante mucho tiempo, salta a la luz casi por casualidad, como ocurre en la mayoría de las ocasiones. Los menores desprotegidos son víctimas silenciosas de canallas que gozan de la impunidad que les presta un hábito y una institución que sin el menor rubor mira hacia otro lado.
LA AUTORA. Medicina y literatura. Licenciada en Medicina y Cirugía, médica especialista en Pediatría (Zaragoza, 1997). Ejerce su profesión en Iruña desde 1997 en el ámbito de la Atención Primaria. Ha escrito poemas y cuentos infantiles, de los que ha publicado un cuaderno de cuentos y una novela dirigida al público juvenil. Colabora con la revista Ezkaba. Publica su primera novela en 2012, Necoleto Pambí. Historia de una vida insípida, a la que le siguen El ser encadenado (2013), El perfume de la higuera (2016, inédito) y El informe Ulises (Pamiela, 2017).
Fernando F. Garayoa y Oskar Montero, en Diario de Noticias
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