Mi nieta fue agredida por su padre hace exactamente tres semanas. Todavía está sufriendo las consecuencias físicas de esa agresión y aunque ya no está en estado grave, los efectos de esa gravedad hacen que siga con un montón de medicación que la hace, además de seguir hospitalizada, estar muy débil, sin apetito etc. Y la maldita fiebre, que siempre es por alguna razón. Pero esto no es nada en comparación con lo que la falta de su madre le produce en estos momentos de debilidad extrema.
Izar ha sido agredida por uno de sus dos pilares más importantes, su padre. Le queda el otro, su madre, con la que convive 24 horas por su condición de presa. De repente, su padre le hace daño, ella lo sabe, es consciente de ello, lo ha dicho y su madre le promete que nadie más, nunca, le hará daño mientras ella esté presente. Pero su madre no está.
Estando en la UCI, saliendo de una sedación que ella no entiende, ve a su madre un momento entre sueños, ella le canta sus canciones favoritas pero cuando despierta ya no está. Ha pasado una hora con su hija pero la niña está sedada. Izar despierta del todo y pregunta por su madre, pero no está. A los dos días vuelve a aparecer. Ella no controla el tiempo que ha pasado, tiene dos años, está una hora con ella y vuelve a marchar. Y así vuelve a suceder a los dos días y después de una hora de estar con su madre esta vuelve a desaparecer. Algunas veces, después de tranquilizarla tras el berrinche de la despedida, se queda medio dormida y en ese duermevela se despierta asustada y dice: «Ha venido la ama», mira hacia la puerta y llama «Ama». Pero ella no viene.
Izar está enfadada, castiga a su madre. Le ha prometido que va a estar con ella, pero ella no está. Por eso la castiga. No quiere su foto, la que hemos colocado en su cama a la altura de sus ojos para que la vea constantemente. No quiere la mantita que ella le hizo y con la que siempre duerme. Le repetimos constantemente que su ama le quiere mucho pero ella dice que no, que ella no le quiere, que no viene. Su madre también le ha fallado. ¿Cómo explicar a Izar que este sistema penitenciario de auténtica venganza no le permite estar a su lado?
Izar es una víctima de la violencia machista, pero es doblemente víctima de este sistema que se está vengando de su madre a través de su hija. El Estado está haciendo con Sara lo mismo que su pareja, vengarse a través de su hija. Lo que pasa es que uno es un maltratado y el otro, supuestamente, el defensor del menor. Hemos tenido que oír estos días a través de diversos estamentos que «todo se hace por el bien del menor». ¿En serio? ¡Cómo pueden decir algo así! ¿En serio alguien se cree que privar a una niña de dos años de su madre, después de haber sido acuchillada por su padre es por el bien del menor?
El jueves 2 de febrero nos llega la noticia de que a la madre le amplían las horas y el número de visitas con su hija. No sabemos si eso significa más horas, más días, no definen nada. No sabemos a quién corresponde ejecutarlo pero la realidad es que el auto no se ha cumplido. En definitiva, la niña sigue siendo castigada sin su madre. Hoy es domingo y este auto no se ha cumplido. Su madre sigue viniendo a ver a su hija una hora cada dos días.
Esta es mi reflexión y mi denuncia, llena de rabia por el trato que se está dando a una menor de dos años que no tiene la culpa de nada, a la que han intentado quitarle la vida y que este sistema sin sentido le está rompiendo todo su mundo.
Kontxi Ibarreta, amona de Izar
Valencia, 5 de febrero de 2017.
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